En Bogotá la gente prefiere movilizarse sola antes que dejar sus trayectos a la suerte del transporte público. Y más ahora, con cerca de 1.200 frentes de obra abiertos en la capital de Colombia por cuenta de megaproyectos como la primera línea del Metro o la troncal de buses de TransMilenio por la carrera 68. Estos son algunos de los resultados que deja, con cifras, la Encuesta de Percepción Ciudadana 2024 de Bogotá Cómo Vamos (BCV), un observatorio sobre la vida en la ciudad que pregunta por las valoraciones de la ciudadanía sobre la Alcaldía, la seguridad, el medio ambiente, la vivienda o la pobreza. En cuanto a la movilidad, señala que el medio que más gusta a los ciudadanos es la motocicleta, con un 88% de satisfacción, seguida de la bicicleta y los trayectos a pie (81%) y el automóvil (75%). A la cola, aunque con mejores resultados que en años anteriores, están los buses zonales del Sitp (47%) y TransMilenio (45%).
Lo particular es que la moto y el carro gozan de gran popularidad pese a que los tiempos de viaje en ellos son los que más han aumentado. En 2022, por ejemplo, 25% de los que usaban carro opinaban que sus trayectos cada vez eran más demorados; en 2024, ese porcentaje saltó al 74%. Lo mismo ocurre con la moto, que escaló de un 28% al 64%. La paradoja llamó la atención del alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, que asistió este miércoles a la presentación del informe en la Universidad Javeriana. “Parece que la gente no se está sintiendo mal en el carro particular y dice ‘no, esto está todo enredado por el tráfico. De pronto a mí [en carro] me va menos mal que a los demás’”, comentó Galán. No obstante, para Erik Vergel, PhD en Planificación Urbana y uno de los técnicos de las mesas de trabajo de BCV, la preferencia por los modos individuales de movilidad es una herencia de la pandemia.
Para Felipe Mariño, director de BCV, la aparente contradicción se explica porque la satisfacción no solo depende de la duración del viaje. “La moto y el carro pueden tener mayores incentivos en seguridad y comodidad”, afirma, y añade la variable de la certidumbre. “En estos modos, calculas mejor los tiempos y no dependes de las frecuencias del transporte público”, asegura.
María Fernanda Ramírez, líder de movilidad sostenible del centro de investigación Despacio, apunta a otro elemento como clave. “Un carro permite cambiar libremente de ruta; la bicicleta, aprovechar distintas infraestructuras”, ejemplifica, y reconoce que el transporte público tiene mucho por mejorar. “Flexibilidad en el sistema significa no tener que esperar 45 minutos por un bus, sino poder usar otro y transbordar”, dice. Camilo Urbano, líder de desarrollo urbano en Despacio, adiciona la importancia de la información. “Un usuario elige el modo de transporte según la información que se le da. Pero el mensaje y los canales a veces se subestiman”, explica Urbano.
Por todo ello, el transporte público está en aprietos, según la encuesta. Los pasajeros están insatisfechos por los robos (58,3% de los encuestados lo señalaron como una razón para su rechazo), la congestión de personas (53,9%), la incertidumbre de las frecuencias (49%) y la demora (49,2%). El inconformismo con los tiempos se duplicó en el último año: en 2023, la incertidumbre por las frecuencias era un problema solo para el 24% de los usuarios, y las demoras en trayectos, para el 28%.
Para enfrentar la difícil movilidad en una Bogotá en obras, BCV recomienda fortalecer el diálogo con los ciudadanos, para que cuenten con suficiente información para movilizarse mejor. “Una ciudadanía no informada y afectada por la incertidumbre de los tiempos de viaje no estará contenta”, comenta Erik Vergel. Los bogotanos cuentan con TransMiApp, que permite ver en el celular, en tiempo real, dónde están los buses, y cuánto tardan en llegar al paradero. Pero para los investigadores de Despacio faltan más canales de información, como los no digitales, para quienes no se arriesgan a sacar el celular en el espacio público o no saben usar las herramientas digitales.
Ese panorama complejo contrasta con el optimismo que manifiesta el 55,8% de encuestados por la construcción de la primera línea del metro que se planea inaugurar en 2028. Esto se explica porque las obras ya son visibles a lo largo de la avenida Primero de Mayo, en el suroccidente, y en la avenida Caracas, al centro-oriente. Los trabajos van en un 44,45% de ejecución, de acuerdo con un balance entregado por el alcalde este miércoles. El optimismo, cree Mariño, también ha aumentado porque han disminuido los choques y la polarización entre el Gobierno nacional de Gustavo Petro y el local de Galán. “Ya no se trata de si el metro va por arriba o por abajo, sino de cuándo estará listo”, afirma.