Los presidentes de Colombia y Brasil han acordado que no reconocerán el supuesto triunfo de Nicolás Maduro sin que las autoridades de Venezuela presenten los documentos que demuestren el resultado de las disputadas elecciones del pasado 28 de julio, ha dicho Gustavo Petro. “Nosotros quedamos en un punto, si no hay presentación de actas no hay reconocimiento”, afirmó este miércoles el mandatario colombiano, de visita en Nueva York para la Asamblea General de Naciones Unidas, en una entrevista con CNN.
“El proceso previo a los comicios fue erróneo”, ha valorado Petro en sus declaraciones. “Todo lo que se había hablado en México, Colombia y Barbados para que pudieran ocurrir unas elecciones libres no ocurrió”, dijo en referencia a tropiezos como la inhabilitación de María Corina Machado, la líder de la oposición venezolana que se vio empujada a ceder su lugar a Edmundo González Urrutia. También insistió en que “un país bajo sanciones económicas no es libre para votar”.
“Tienes una oposición que se siente gobierno, pero no está en el gobierno; y a un gobierno que no dejó ver las actas, no puede legitimar las elecciones, pero que está en el gobierno, y dos posiciones absolutamente polarizadas y distanciadas”, dijo el presidente de Colombia, que ha hecho un inusual esfuerzo de contención en sus declaraciones sobre la República Bolivariana. Junto a Luiz Inácio Lula da Silva, Petro no ha desistido en su propósito de facilitar una salida negociada a la crisis en la que sigue sumergida Venezuela desde las elecciones. Los dos mandatarios tenían prevista en Nueva York este mismo miércoles una reunión bilateral para evaluar su dilatado intento de mediación, que sufre un considerable desgaste, pero al final no han conseguido coordinar sus agendas. El acoplamiento de sus posturas ha quedado postergado para la próxima semana, cuando coincidirán en México para la toma de posesión de Claudia Sheinbaum.
Mientras que Maduro se atrinchera en proclamarse ganador de los comicios sin mostrar ninguna evidencia creíble de ese resultado, la oposición defiende que en realidad González Urrutia –ya exiliado en España– se impuso por un amplio margen. Así lo muestran la casi totalidad de las actas que pudieron recolectar sus testigos electorales, un recuento en el que González Urrutia obtiene el 67% de los votos por el 30% de Maduro.
A casi dos meses de los comicios, las diplomacias de Colombia y Brasil han hecho malabares para capotear las críticas internas tanto a Petro como a Lula por no condenar con contundencia al heredero de Hugo Chávez, como sí lo ha hecho otro presidente de izquierdas: el chileno Gabriel Boric. La mayoría de las democracias occidentales, encabezadas por Estados Unidos, e incluso la Unión Europea, han endurecido el tono mientras que Colombia y Brasil se han cuidado de no quemar del todo los puentes con el chavismo, al tiempo que han evitado reconocer ganador alguno en las presidenciales. En sus comunicaciones conjuntas han insistido en que la credibilidad del proceso electoral “solo podrá restablecerse mediante la publicación transparente de datos desglosados y verificables”, como lo manifestaban hace un mes, así como en pedir a todos los involucrados evitar los actos de violencia y represión.
La víspera, en sus discursos ante la Asamblea General de la ONU, ni Lula ni Petro hicieron grandes referencias a la situación de Venezuela. El brasileño ni siquiera la mencionó, mientras que el colombiano hizo una única alusión, pero para criticar el bloqueo de las grandes potencias a “países rebeldes” como Cuba y Venezuela, lo que le valió nuevas críticas internas por referirse a las sanciones sin condenar la represión de las protestas o el probable fraude electoral. Por contraste, Boric, si bien llamó a levantar las sanciones económicas y pidió una salida política que reconozca el triunfo de la oposición, reiteró que América Latina se encuentra “frente a una dictadura que pretende robarse una elección, que persigue a sus opositores y es indiferente al exilio, no de miles, sino de millones de sus ciudadanos”.
Tanto Petro como Lula restablecieron las siempre difíciles relaciones con la vecina Venezuela al comienzo de sus respectivos gobiernos. Para Colombia, en especial, es vital encontrar una solución pacífica, pues comparte una porosa frontera de más de 2.200 kilómetros y es por mucho el principal país de acogida de la diáspora venezolana, con casi tres millones de migrantes en su territorio. Ambos han deslizado la posibilidad de un Gobierno de coalición transitorio y nuevas elecciones con garantías como eventuales salidas a la crisis, pero esa idea ha sido rechazada tanto por la oposición como por el chavismo.
Petro también manifestó este miércoles en sus redes sociales que estudiará el pedido del Congreso colombiano para reconocer a Edmundo González como presidente electo de Venezuela, aunque dejó claro que “quien dirige constitucionalmente las relaciones exteriores del país es el presidente de la República”. El mandatario además reconocía la víspera, en declaraciones a los periodistas que lo acompañan en Nueva York, que las salidas diplomáticas requieren paciencia. “Hay que esperar quien será el próximo o la próxima presidente de los Estados Unidos, y con ese nuevo Gobierno construir una salida política para los problemas de Venezuela”, declaró en referencia a las elecciones norteamericanas del 5 de noviembre. En Venezuela, la posesión presidencial está programada para el 10 de enero, y los defensores más optimistas de una salida dialogada creen que hasta entonces hay margen de maniobra.