El lenguaje en el tiempo
SIGNIFICADOS DE LOS APELLIDOS TERMINADOS EN “EZ”
Por Fernando Ávila/ El Tiempo
En algunas ocasiones se puede tener un interés sobre por qué sus padres le asignaron el nombre que tiene, lo cual lo lleva a buscar el significado del mismo en internet y con ello también surgen dudas sobre los orígenes de sus apellidos.
Algunos de ellos pueden ser de descendencia española debido a la época de la colonización, pero también se pueden encontrar apellidos de otras naciones como Italia, Líbano, Israel o Alemania por diversos acontecimientos históricos y sociales.
Sin embargo, esto no es lo único que influye en el significado de los sobrenombres de su familia, puesto que sus terminaciones también pueden indicar cuál es su descendencia, como sucede en el caso de los apellidos que finalizan en los sufijos ‘EZ’.
(Siga leyendo: ¿De dónde es mi apellido? Sitio web le enseña gratis el origen en un mapa del mundo).
¿Qué significa que su apellido termine en ‘EZ’?
El sufijo ‘EZ’ en los apellidos significa ‘hijo de’, y era utilizado en la Edad Media para diferenciar a una persona de otra e identificar su linaje o ascendencia, esto con el fin de poder diferenciar a una persona de otra e identificar de quiénes eran descendientes, de acuerdo con el medio ‘Huffpost’.
Aunque algunas teorías señalan que estas terminaciones fueron utilizadas por la clase alta, también se cree que pudo tener origen en los visigodos, es decir, de los habitantes que formaban parte del pueblo godo que se estableció durante algún tiempo al oeste del río Dniéper.
A continuación le enseñaremos una lista con el significado de la descendencia de algunos de los apellidos terminados en ‘EZ’.
· Álvarez: hijo de Álvaro.
· Benítez: hijo de Benito.
· Domínguez: hijo de Domingo.
· Fernández: hijo de Fernando.
· Giménez: hijo de Gimeno.
· Gómez: hijo de Gomo o Gome.
· González: hijo de Gonzalo.
· Hernández: hijo de Hernando.
· Jiménez: hijo de Jimeno.
· López: hijo de Lobos.
· Márquez: hijo de Marcos.
· Martínez: hijo de Martín.
· Núñez: hijo de Nuño.
· Pérez: hijo de Pedro.
· Ramírez: hijo de Ramiro.
· Sánchez: hijo de Sancho.
· Vázquez: hijo de Vasco.
· Rodríguez: hijo de Rodrigo.
Cabe destacar que estos sufijos también se pueden encontrar en los apellidos de otras lenguas, como en el inglés o el danés, donde algunos de los sobrenombres terminan en ‘Son’ como Jackson, así como también pueden finalizar en ‘Sen’ como Andersen; ambos significan literalmente ‘hijo’, de acuerdo con ‘BBC’.
Adicional a esto, los apellidos también cumplían con la función de indicar el país o lugar de origen de las personas, como en el caso de Trujillo o Navarro; en algunos casos informaba sobre su profesión como Zapatero y Herrero; incluso se atribuían características físicas tales como Calvo y Bueno.
Foto En la Fiesta del Libro de Medellín (odg)
QUISQUILLAS DE ALGUNA IMPORTANCIA
por Efraim Osorio López/La Patria
Evidentemente, ‘pernoctar de día’ es una incongruencia, como decir ‘trasnochar de día’.
El ‘gerundio’, derivado verbal, ha sido tema de innumerables escritos, pues tiene muchos aspectos dignos de estudio. Me referiré únicamente a dos de ellos: el primero, que considero la regla de oro para su empleo, es la simultaneidad de las acciones de su agente, por ejemplo, “Toda la noche la pasó gimiendo / su compañero en el laurel vecino” (‘La tórtola’, Epifanio Mejía). En él, las acciones son ‘pasar’ y ‘gemir’, que se realizan al mismo tiempo, Elemental. El segundo, el agente que ejecuta la acción del gerundio, que, por ser éste eminentemente activo, no puede ser algo inerte o inactivo, como en el ejemplo clásico de ‘un bulto conteniendo aguacates’, frase que debe ser reemplazada por un ‘bulto de aguacates’. Esto mismo se aplica a ‘leyes, decretos, disposiciones’, etc. Razón por la cual está mal empleado en la siguiente oración: “Son reiteradas y explícitas las disposiciones legales decretando que los nativos fueran tratados como personas libres…” (El Tiempo, Alberto Escobr Wilson White, citado por Melba Escobar en su artículo “¿Conquistador malo, nativo bueno?”, 9/9/2024). Una de las construcciones castizas puede ser ésta: “…disposiciones legales con las que se decretaba…” o “…que decretaban…”. ***
La coma del ‘vocativo’ no es un capricho ortográfico: no es lo mismo ‘oye, Juan’, que ‘oye Juan’. En la primera frase se le hace un llamado a Juan; en la segunda, se dice que Juan oye. Después del partido de la selección femenina de fútbol, en el que sus integrantes perdieron con las holandesas, en un titular de pantalla de las noticias de Caracol se leía: “¡Gracias guerreras!” (16/9/2024). Así, sin la coma, quiere decir que ‘las gracias son guerreras’, porque, sin ella, el término ‘guerreras’ se convierte en un adjetivo que califica el sustantivo ‘gracias’, como en la expresión esnobista ‘¡gracias totales!’. “¡Gracias, guerreras, muchas gracias!”. Así. El caso vocativo sirve para llamar, invocar, imprecar, llamar la atención, conminar’, etc., y siempre, sin excepciones, debe ir entre comas o antecedido o seguido por una coma. La infracción de esta norma ortográfica es muy frecuente. ***
El verbo ‘pernoctar’ (del latino ‘pernoctare’, compuesto de la preposición ‘per’ -‘a través de’- y ‘nox-noctis’ -‘noche’) significa únicamente ‘pasar la noche’, especialmente en un lugar que no es el habitual, lo que expresamos coloquialmente con el dicho ‘amanecer fuera del potrero’. El columnista de LA PATRIA Gabriel Eugenio Tobón Correa usó ese verbo equivocadamente en esta pregunta: “¿Qué vamos a hacer para que los turistas nacionales e internacionales pernocten un día más en la ciudad…?” (16/9/2024). Evidentemente, ‘pernoctar de día’ es una incongruencia, como decir ‘trasnochar de día’. “…que los turistas pasen un día más…” o “…que pernocten una vez más…”, lógicamente. Fue, sin duda, un desliz, pero, como digo, así quedó impreso para siempre. ***
Infructuosa ha sido mi lucha contra el mal empleo de la locución verbal ‘tratarse de’, que, por ser impersonal, no admite sujeto y se usa siempre en singular. Con el paso del tiempo van aumentando los infractores, inclusive escritores que, se supone, tienen un bagaje intelectual sólido. Es el caso de la columnista de El Tiempo Marta Lucía Ramírez, que violó esa norma gramatical de todo en todo, puesto que no sólo le asignó un sujeto, sino que lo hizo en plural: “De eso se tratan las soluciones presentadas por más de 50 abogados internacionales…” (“CPI requiere transparencia y diligencia”, 9/9/2024). Como Dios manda, “…en eso consisten las soluciones…”. Y es que, además, suena mal, y si suena mal…
¿LÍBANO O EL LÍBANO?
Por Fundación para el español urgente/RAE
Tanto Líbano, sin artículo, como el Líbano, con el artículo en minúscula, son formas válidas para referirse a este país de Asia.
En los medios de comunicación pueden encontrarse ambas alternativas: «El Ejército ha decidido trasladar tropas a la línea fronteriza con Líbano», «Cuando trataba de levantarse, el Líbano ha vuelto a ser golpeado» o «Estados Unidos se desmarca de las explosiones en Líbano».
El Diccionario panhispánico de dudas recoge Líbano entre los nombres de países que pueden emplearse con o sin artículo, como sucede con otros como (el) Congo o (el) Perú, y explica que, en general, la tendencia mayoritaria es a omitirlo.
Por tanto, todos los ejemplos antes citados son válidos.
Cabe recordar que el artículo resulta necesario si este topónimo va acompañado de algún adjetivo u otro tipo de complemento especificativo, como en «Algunas de aquellas dinámicas existen también en el Líbano de hoy» y «La película está ambientada en el convulso Líbano de 1958».
En todos los casos, lo adecuado es que el artículo se escriba en minúscula, puesto que no forma parte de su denominación, al contrario de otros topónimos como El Salvador o Las Palmas.
EL POEMA DE POMPILIO IRIARTE
La historia universal de la ternura
Al tiempo abrazo rudo y delicado,
a cuatro brazos, íntimo y estrecho;
amor que se evidencia como un hecho
a duras penas sueño imaginado.
Un apretón, metáfora del lazo
y el oficio divino de los nudos;
los dos solos, vestidos o desnudos,
la distancia más corta en un abrazo.
Cada vez que te beso en la mejilla,
más entiendo la dulce maravilla
de rozar aunque sea la comisura
de tus labios que, serios y sonrientes,
me enseñan entre plácidos y ardientes
la historia universal de la ternura.