Nonagenarios (2) El maestro Angulo

Autorreratrato (desenfocado) del maestro Angulo

Por Óscar Domínguez Giraldo

Cuando lo secuestraron se produjo el síndrome de Estocolmo, pero al revés: las FARC se enamoraron de él y casi no sueltan a su profesor de vida y de idiomas. Finalmente, lo liberaron previo pago de un rescate de dos millones de dólares. El jardinero Guillermo Angulo sospecha que su amigo García Márquez pagó la cuenta. 

Fue amasado en Anorí, Antioquia, hace ¡96! años y monedas. Promete romperle la cara, marica, al que le diga adulto mayor. Se siente cómodo frente al pelotón de fusilamiento de la vejez.

Habla y está enseñando algo. No en vano su entorno le dice maestro. La clave del apelativo está en su libro “Gabo +ocho” dedicado a su fallecida esposa italiana, Dina Bandestrini, quien murió bajo el paraguas del alzhéimer.

En el libro cuenta que cuando el Nobel terminó de leer sus “Cien años de soledad” comentó: “Ese man sabía escribir”. (Gabo también estaba arropado por el alemán Alois).

Por encargo del presidente Betancur, Angulo se le midió al chicharrón de escoger a los mejores doce amigos del Nobel para que lo acompañaran a Estocolmo a recibir el Nobel. Les ahorró a BB y a Gabo los madrazos de los ninguneados. 

Se ha gastado la vida como escritor, fotógrafo, aventurero, cinematografista, encantador de serpientes o conversador de élite, diplomático, traductor, orquideólogo. No cree ni en los rejos de las campanas pero aceptaría reencarnar en editor y en jardinero, sus destinos amados.

Es tardío abuelo de Martín, hijo de Alessandro y Diana Camargo, y de los gatos de Paolo, su hijo menor. Inició a sus vástagos en el exitoso mundo de la imagen, mostrándoles la publicidad de la revista Play Boy. (De contrabando, los niños miraban de reojo a las “conejitas” de Hugh Hefner ligeras de equipaje). 

Angulo respondió las preguntas que les plantée a él y a otros nonagenarios amigos:

¿En qué está trabajando en estos momentos?

En un ensayo sobre la imagen virtual, que existe sin existir. 

¿Receta para su larga vida?

La lectura. Cuando tenía catorce años leí un grafito en un orinal y lo seguí al pie de la letra: Si quieres conservarte fuerte y sano no des a la mujer lo que tienes en a mano.

¿Qué le han quitado y qué le han agregado los médicos?

Me han quitado plata pero me han agregado años de vida.

¿Y de la salud qué?

Como decía Belisario Betancur: «Bien, para no entrar en detalles».

¿Lo bueno, lo malo y lo feo de la vejez? ¿Lo bueno? Ser crítico y comprender que la película esto buena pero habría que editarla. Lo malo: tener que escuchar una y otra vez: «Cómo estás de bien.» Lo feo: Al final de la vida aprender que escatología no es solo comer lo que sabemos, sino que también significa la vida eterna, en la que no creemos.

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