Por Guillermo Romero Salamanca
Tal vez en Vélez, Santander, no conozcan personalmente a una de las tres autoridades encargadas de dar su veredicto sobre los platos que preparan los famosos en MasterChef Celebrity. De pronto, los moniquireños están impresionados por los conceptos que da sobre el particular producto que por años acompaña los platos colombianos: el bocadillo, que con orgullo se produce en esa región.
Gabriel García Márquez dijo siempre que Colombia tiene olor a guayaba. Es posible que la Chef de tres Estrellas Michelin, nacida cerca de Tijuana, en la frontera entre Estados Unidos y México, haya leído en algún libro sobre los comentarios del nobel de Aracataca.
Lo cierto es que ella probó ese manjar hecho con manos fuertes pero artísticas y le encantó.
Los bocadillos véleños o el arte con el sabor de la guayaba
“Amo tanto el bocadillo, estoy tan obsesionada con él desde cuando llegué, siempre traigo uno en la cartera”, dijo la carismática chef que con tono fuerte califica las cocciones de los participantes. En el fondo debe llevar ese carácter de las mujeres de Santander, diría alguien.
Muy bueno sería que las autoridades de Boyacá o de Santander que inviten a la Chef a conocer esas hermosas tierras, a que disfrute por kilómetros del olor de la guayaba, aprecie sus preparaciones y escuche, de pronto, un par de guabinas y torbellinos, ejecutadas por unos cuantos maestros del tiple.
Desde luego que también podrá degustar un buen mute santandereano, unas arepas, un poco de chivo, chanfaina y por qué no, un aguardiente, “bien frío mano”.
Gracias a la abundancia de la fruta, los indígenas preparaban un dulce que lo consumían después de sus comidas o en los ratos de ocio. Con la llegada de los españoles, se logró fabricar la conserva y después se utilizaron las hojas de plátano para envolverlos. Con los años, idearon empacarlos en cajas de madera para su mejor comercialización. Hasta hace unos 30 años los tamaños eran más grandes, pero ahora, se redujo en un 50 % su presentación.
De igual forma, el bocadillo se sirve como postre o ayuda a la elaboración de otros productos. En el interior del país lo agregan a los pandebonos –situación por la cual los vallecaucanos ponen el grito en el techo—o en panes, envueltos de maíz o se consume con un vaso de leche, simplemente.
Adria, a veces sonríe
Los bocadillos también son entregados a los niños y jóvenes en sus loncheras escolares y en los platos de los empleados ejecutivos también puede ir un noble bocadillo.
Bien podría sacarle diversas utilidades la chef que es empresaria, posee su propio restaurante, Georgina, en Tijuana, de niña fue bailarina.
Es muy seguro que dentro de las múltiples canciones de las serenatas que le han dado figuran, entre otras, “Ojos tapatíos” con la voz de Jorge Negrete: No hay ojos más lindos/ En la tierra mía/ Que los negros ojos/ De la tapatía. Miradas que matan/ Dolientes pupilas/ Noche cuando duermen/ Luz cuando nos miran”.
O una del inmortal Pedro Infante: Qué bonitos que son sus ojitos/ Que parecen puntitos de vida/ No permitas que así me despida/ Sin haberles jurado mi amor. Son chiquitos pero re bonitos/ Y entreabiertos, parecen rendijas/ Yo no quiero que nunca se aflijan/ Sus ojitos llenitos de sol”.
Eso sí, si le llevan la contraria, de pronto se oirá el grito de “Escúchame”, como lo pronunció hace unos días cuando llamó la atención a Cony y que de inmediato se transformó en decenas de memes y mensajes virales.
Por ahora es mejor que siga con el bocadillo y escuchando en sus serenatas esas voces de los grandes de México que tantos temas le cantaron a unos ojos bonitos.