Daniel Coronell
Lo dijo un funcionario español con quien hablé sobre el caso del embajador Armando Benedetti: “La familia y los amigos creen que ayudan a un maltratador reincidente evitándole la detención por su falta. Es un error terrible. Cada alto que se salta un abusador, lo acerca a la muerte o a convertirse en asesino. Un hombre que golpea sin que nada le pase, termina siendo una bomba de tiempo para él mismo y para la sociedad”.
Hay un sinsabor entre personas que trabajan en casos de violencia de género en España por lo que consideran un abuso de la figura de inmunidad diplomática por parte del gobierno colombiano.
Armando Benedetti no estaba en misión oficial en territorio de España. Sus credenciales solo son válidas ante la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con sede en Roma. Allí es embajador por controvertida decisión del presidente Gustavo Petro quien reabrió una sede diplomática innecesaria, clausurada hace 32 años, y cuyas funciones las venía cumpliendo sin queja la Embajada de Colombia en Roma.
Como Italia acoge la misión permanente de la FAO, hace décadas aprobó un acuerdo para reconocer y precisar la inmunidad que cobija a los embajadores y ministros plenipotenciarios acreditados ante ese organismo internacional. De acuerdo con la norma, esos funcionarios “tendrán derecho dentro de la República Italiana a los mismos privilegios e inmunidades que otros diplomáticos del mismo rango”. Es decir la inmunidad para un embajador ante la FAO está limitada al territorio italiano.
Los diplomáticos solo pueden moverse de la sede en la que cumplen su función con permiso expreso del Ministerio de Relaciones Exteriores. Benedetti tiene un amplio historial de incumplimiento de esas reglas. Cuando era embajador en Venezuela pasaba largos períodos por fuera de ese país sin autorización de la Cancillería, que nunca fue informada de sus ausencias. No recibió ninguna sanción en Colombia. En cambio, Estados Unidos le revocó la visa porque siendo embajador en Venezuela abusó del pasaporte diplomático usándolo para ir a California al grado de uno de sus hijos.
De acuerdo con una fuente del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, esta vez Benedetti sí había solicitado permiso para ir a Madrid, España, con el propósito de acompañar a su esposa, Adelina Guerrero, quien debía practicarse una delicada cirugía de oído. Esa misma fuente afirma que la autorización había terminado dos días antes del incidente. Es decir que Benedetti estaba irregularmente en España cuando, cuchillo en mano, agredió a su esposa y a su suegra.
Pero incluso, si estuviera vigente el permiso, no estaba cubierto por la inmunidad diplomática porque no ejerce ninguna representación de Colombia en España. La inmunidad no es una atribución personal sino una concesión del país anfitrión. No obstante, el embajador de Colombia en España, Eduardo Ávila, le dijo a la Policía que Benedetti sí tenía inmunidad, evitando de esa manera que fuera detenido y respondiera por los presuntos delitos que cometió en ese país.
De acuerdo con documentos que obran en la Comisaría de Policía del Distrito de Madrid-Centro, el embajador Armando Benedetti blandiendo un cuchillo de 25 centímetros amenazó a su suegra y a su esposa mientras las insultaba con palabras viles que no es necesario repetir. Después destruyó a puñaladas las pertenencias de su esposa: su ropa, su teléfono celular y su computador. Los policías que atendieron el caso aseguran que al hombre salido de casillas no le importó que ella estuviera recuperándose de una operación, ni la presencia de sus pequeños hijos que fueron testigos de la aterradora escena.
No es la primera vez que Benedetti maltrata a sus parejas pero sí es la primera vez que existe una denuncia oficial sobre el abuso. Los acuerdos de separación y el temor al “qué dirán” han actuado como eficaz mordaza para otras abusadas.
La Fiscalía de Colombia abrió una indagación preliminar que no parece estar avanzando. La Oficina de Control Interno Disciplinario del Ministerio de Relaciones Exteriores lo investiga sin que hasta el momento haya resultados. La procuradora general, Margarita Cabello, decidió no usar su poder preferente en este caso. Se limitó a decir que “estamos diligentes a vigilar”. En su momento Armando Benedetti fue uno de los impulsores de su elección.
Nada le pasa a Armando Benedetti. Sigue libre de apremio. Probablemente en unos días encontrará otra pareja, la quinta en su palmarés, ella correrá una suerte parecida a las anteriores. Quizás peor. La bomba de tiempo está activada.