Punta de lanza. Un «Panamazo» en París

La plata de los olímpicos de París 2024 y los deportistas colombianos que lograron destacarse.

Por Senén González Vélez

Toronto, Canadá,

El presidente de las incertidumbres colombianas, ha perdido la capacidad de respuesta en su gestión de Gobierno, porque desconoce para que sirven las prioridades. Por ello, no avanza, porque no sabe por dónde comenzar. Tiene tantas agendas, que ninguna cumple, pero para salir del paso, las revuelve todas. 

Para decirlo en términos costeños, el ‘’Chef Gustav’’, cocina todo, en un sancocho de ideas, tirando al interior de la podrida olla, todo lo que se le ocurre, hasta la sal corroída por la corrupción, de la que finalmente pretende sacar un mote de queso en pesos, para a través de terceros, permear todo.

De Bogotá voló camino a Francia en las alas del Cóndor, ese que pretende destruir. Llego al país de la cultura, más motivado por un ciclo estral, aliado con la ignominia de contemplar con enfermizo placer la violación impía, contra la esencia artística de ‘’La Última Cena’’, la que fue utilizada como burlesco afiche, que deformó su contenido fundamental, que es el valor Sagrado de la Familia, para representar los Juegos Olímpicos de Paris, que por muy importantes que sean, no llegan a la instancia de la Divinidad Espiritual.

Se terminaron los Juegos y dejaron el lunar negro de la indolencia, por el semejante adefesio y blasfemia a Dios. Se insultó también a Leonardo Da Vinci, y a todos los deportistas y sus naciones. Petro no dijo ni pío, pues no sabe lo que es una familia respetable.

Los deportistas se conformaron con las medallas y se olvidaron, por la emoción, del temor a Dios y de la dignidad patriótica. Les aplaudo el mérito de ellos sin duda alguna. Pero recibir una medalla en esas condiciones, es tanto como recibir de Satanás la hostia para la comunión.

A mis queridos deportistas colombianos, les digo, que todos son campeones, y más ante un gobierno como el de Petro, que los humilló ignorándolos a todos. ¿Se acuerdan de los Juegos Panamericanos de Barranquilla? Hay que pasarle la factura de cobro, no se olviden.

Petro llegó de Paris motivado para ver de qué manera podría cambiar el Escudo de Colombia, como hicieron con la Última Cena, y como incluir el progresismo dentro de su contexto, para modificar su interpretación histórica. Que pendejada, cuando hay cosas más urgentes que necesita el país. Nada raro seria que ya esté pensando en agregarle unos colores a la Bandera Tricolor, como también la posibilidad barbárica de modificar la letra del Himno Nacional, que invoca el nombre de Dios.

La propuesta de la nueva insignia nacional de Colombia, según Presidente Gustavo Petro

Al quebrantar la causa, se modifica el efecto, para hacerle la apología a la inmoralidad, y así violar la ética y deformar la estética de la verdad, por una mentira que tratan de convertir en historia. Eso es lo que busca siempre el progresismo.

‘’La Última Cena’’ está inspirada en Juan 13 :21 y representa los últimos días de la vida de Jesús de Nazaret con sus discípulos (Nuevo Testamento), cuando anuncia que uno de sus discípulos lo traicionará. La obra de Da Vinci ha sido llamada ‘’La pintura que habla’’, hoy, es la pintura que llora, gracias a la caterva de degenerados que la utilizaron como afiche para los Juegos Olímpicos.

No sea que el adefesio contra el cuadro que tenía como fin señalar los últimos tiempos en que Jesús estaría en la Tierra, sea la premonición de males a por venir, por semejante atentado vergonzoso.

En el lienzo original, se representa la Sagrada Familia, que al modificarse su contenido por unos vulgares ingredientes, se reemplaza lo virtuoso por una docena de degenerados revueltos, entre homosexuales, pedófilos, lesbianas y putas gordas de todo pelambre. Se blasfemó el nombre y el mensaje de Cristo Jesús, se deshonró a los deportistas, y volvieron las olimpíadas en una réplica de emociones inspiradas subliminalmente en Sodoma y Gomorra. ¡Ni más ni menos!

La alteración sublime de la pintura, refleja que lo suplantado grotescamente, es lo que desea implantar el progresismo comunista, en el mundo: una familia elástica y receptiva a todos los más bajos y dañinos placeres del que no escapan los niños. Esa era se inició en Colombia con Ernesto Samper y Juan Manuel Santos, y la continúa agresivamente Gustavo Petro.

Confieso con tristeza que el mensaje tibio del Papa Francisco, parecía más preocupado por las repercusiones de todo este revolcón de cosas absurdas ocurridas en las olimpíadas, que al rechazar drásticamente lo ocurrido en Paris, que podría reflejarse el Banco del Vaticano, que recibe abundantes consignaciones de muchos progresistas, en especial de Nicolás Maduro, y de las izquierdas comunistas, que le son afines a sus simpatías. Debió, ante todo, defender con vigor la inmoral afrenta, hecha a mi amado Dios Cristo Jesús, que es prioridad para los que creemos en ÉL.

Si hubieran irrespetado a ALÀ, Dios de los musulmanes, les aseguro, que muchas cabezas hubiésemos visto flotar sobre las contaminadas aguas del río Sena. Alá hay que respetarlo, como a Jesús el Cristo nuestro Dios también.

¿Díganme, apreciados lectores, qué podemos esperar del Presidente, que además de no creer en Dios, del otro lado quien por convicción y FE debió defenderlo, tampoco lo hizo como debía? Estamos tocados por el progresismo inmoral, ¿Y Colombia compendia todos los defectos de la burla a la Última Cena? Por eso, seguir insistiendo en esperar que cumpla su periodo, es darle oportunidad para que se fortalezca, con dinero de todos los colombianos y armas las obtenga en el país o en el exterior.

Aplaudo la valentía de Miguel POLO POLO,  representante a la Cámara, al decirle al presidente ante su cuerpo ministerial, el 7 de agosto: ‘’SU PAZ TOTAL, ES SOLO COMPARABLE A LA FIDELIDAD QUE LE TIENE A VERÓNICA ALCOCER’’. La reacción de fuera Petro en el Congreso fue significativa y ojalá que sea estable.

Cuando un Presidente irrespeta a su esposa, a su familia, está faltando a todos los hogares del país, e invitando a los niños, que crezcan con la imagen, que tanto el papá o mamá, tienen todo el derecho de ponerse cuernos mutuamente.

Fuerzas Armadas y policiales, por amor a Dios, a sus hijos, esposas y al pueblo al cual pertenecen, no permitan que Petro se tome a Colombia y reemplace a Venezuela, que ahora está a punto de conquistar su libertad. 

Al Congreso de la República, manténganse firme al lado de la ley y de la Constitución, y honren estrictamente la confianza que el pueblo les otorgó. ¡No nos traicionen!

Creo en Las Cortes y el Poder Judicial, porque estuve en sus entrañas. Sé que serán los que contribuirán para salvar a la Patria. No me cabe la menor duda. Y creo en la Procuraduría actual, dudo en la que venga hasta que demuestre el carácter que obliga. Me crea total incertidumbre la actual Fiscalía General de la Nación.

¡O… nos unimos, o, nos hundimos y nos jodimos todos!

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