El Ministerio del Deporte sufre por la baja ejecución justo cuando Colombia tiene sus peores resultados olímpicos desde 2008

Yeison López, de Colombia, durante su participación en los Juegos Olímpicos de París 2024, el 9 de agosto de 2024. AMANDA PEROBELLI (REUTERS)

JUAN PABLO VÁSQUEZ

Bogotá – 

El resultado de Colombia no fue el esperado en los Juegos Olímpicos de París. Los pronósticos más reservados hablaban del potencial logro de ocho medallas, una cifra mayor a las cuatro que finalmente se obtuvieron gracias al gimnasta Ángel Barajas, los pesistas Yeison López y Mari Leivis Sánchez, y la luchadoraTatiana Rentería. Bajo escrutinio no está el esfuerzo de los más de 80 deportistas que viajaron a Francia, quienes sobrepasaron diversas eliminatorias para asegurar su cupo en la competición, sino la innegable falta de apoyo económico para fortalecer el deporte. En las tres justas anteriores (Londres 2012, Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020) siempre se cosecharon por lo menos cinco preseas. Algo se hizo diferente para esta edición, como evidenció el desenlace.

Algunas pistas sobre los motivos vienen de los propios deportistas. Luego de quedar eliminado en la prueba ómnium, el ciclista Fernando Gaviria dio unas declaraciones con tono de crítica a los directivos de ese deporte. “Esperar que el apoyo del Comité [Olímpico Colombiano] y la Federación [Colombiana de Ciclismo] sea desde mucho antes, no solo desde el último año de clasificación”, afirmó ante los micrófonos de Caracol Televisión. Al margen de la discusión por la participación de Gaviria —hubo cuestionamientos porque su incorporación llevó a dejar por fuera a Juan Esteban Arango—, sus palabras reabrieron el debate sobre la ausencia de planeación y recursos para preparar a los deportistas que viajan al extranjero a competir en citas deportivas. Tras el triunfo de Ángel Barajas se revelaron los sacrificios realizados por Jairo Ruiz, su entrenador, para preparar al medallista y al resto de sus pupilos, entre los que está la venta de su vehículo personal para comprar implementos que requería para sus prácticas.

Más allá de esas dificultades, entre las debilidades del sector están los problemas del Ministerio encargado de sacarlo adelante. El deporte está rezagado en términos de inversión pública si se le compara con otros frentes. No solo el Ministerio del Deporte representa apenas el 0,3% del Presupuesto General de la Nación para este año, sino que tiene una muy baja ejecución presupuestal —algo que acontece también en otros sectores—. Según el Portal de Transparencia Económica del Ministerio de Hacienda, de los 1.364 millones de pesos (341.000 dólares) con los que cuenta la entidad para 2024, sólo ha comprometido 304 millones, un bajo 22,2%. Si bien aún restan casi cuatro meses para el final del año, en lo que falta del calendario no se avizora un evento que compita en relevancia con París. Para 2023, el año previo a los Olímpicos y clave para la preparación de los deportistas, solo se comprometieron 492.906 millones de los 946.764 millones con los que se contaba el Ministerio, una ejecución de apenas el 52,9%.

Para Ernesto Lucena, quien fue ministro de Deporte entre septiembre de 2019 y julio de 2021, durante el mandato del uribista Iván Duque, la falta de continuidad en el liderazgo de la cartera y las malas decisiones han pasado factura. Señala errores puntuales cometidos antes de la llegada de la actual ministra, Luz Cristina Trejos. “Con María Isabel Urrutia [primera ministra del Deporte de este Gobierno] hubo una ruptura muy grande, que tiene que ver con estos resultados porque los recursos no llegaron a tiempo. Hubo personas afectadas. No solo deportistas, sino también fisioterapeutas, metodólogos y preparadores físicos”. El presidente Gustavo Petro le pidió la dimisión a Urrutia, quien fue medallista de oro en Sídney 2000, a finales de febrero de 2023. Mientras la decisión se oficializaba, ella firmó más de 104 contratos por “motivos personales”, como más tarde concluiría la Fiscalía. Urrutia abandonó la cartera en medio del escándalo y ahora enfrenta un proceso judicial.

En su reemplazo llegó la pedagoga Astrid Rodríguez, sobre quien recayó el castigo político por perder la sede de los Juegos Panamericanos 2027, que se iban a realizar en Barranquilla. La falta de pago de 8 millones de dólares, transferencia que le correspondía al Gobierno Nacional, llevó a que la Organización Deportiva Panamericana (Panam Sports) convirtiera a Lima en la nueva ciudad anfitriona del evento. “Fue todavía más grave que se perdieran los Panamericanos apenas llegó la nueva ministra. La atención del deporte se destinó para qué había pasado. Se dejaron de firmar convenios y de supervisar el ciclo olímpico de las federaciones, que también tienen una responsabilidad por esperar los recursos y no alzar la voz”, afirma Lucena.

El exministro cree que “el excesivo ruido burocrático” afectó la puesta a punto de los deportistas. Aunque quienes compiten son ellos, y el número de medallas depende de que tengan un buen día o una buena estrategia, o de lo que hayan hecho sus rivales, un Ministerio que no ejecuta sus recursos cuando los atletas enfrentan carencias es una entidad que aumenta, en lugar de reducir, los obstáculos para llegar al ansiado podio.

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