Las residencias de la muerte: El caso que conmocionó a Colombia

Catalina Gutiérrez Zuluaga (Q.E.P.D.)

«Que nuestra vocación no nos cueste la vida»

Por Psi-Alvaro Sanz de Santamaría

Si amigo lector las Residencias de la muerte y no se trata de residencias donde ocurren homicidios ni casos policiacos, se trata nada menos que de las universidades que forman especialidades médicas y por las cuales se paga por estudiar y aprender. Y no es cualquier suma de dinero, los padres, parejas y familias pagan altísimas sumas de dinero para la formación de sus hijos residentes, que causan una estresante carga en el estudiante por las altísimas deudas con El ICETEX, por las que les toca aguantar. Muchas parejas de médicos se turnan su trabajo y estudio, mientras uno se especializa el otro trabaja y viceversa para poder hacer sus especializaciones y mantener a su familia. Además, no pueden arriesgarse a retirarse de la especialidad, sin saber como van a pagar la deuda.

No podía pasar esta denuncia que ha indignado a la opinión pública, sin dar mi opinión y rechazo como Psicólogo, profesional de la salud, Humanista, escritor, defensor de derechos humanista y consultor de universidades de medicina y hospitales, en temas como del procesos de Admisión de aspirantes a las especialidades, con las evaluaciones psicológicas correspondientes a la selección de los cohortes, procesos de Autoevaluación de los Programas Medico-quirúrgicos, para la obtención del Registro calificado ante el Ministerio de Educación, elaboración de la Edición de los Documentos Maestros de los Programas, capacitación en servicio al usuario de la salud, planeación estratégica para la universidad y Marketing Sanitario entre otras.

En días pasados vimos como la residente Catalina Gutiérrez Zuluaga, se quitó la vida porque no podía aguantar más el maltrato de los profesores y residentes más avanzados de la especialidad de Cirugía de la Universidad Javeriana. Esto caso destapó una olla podrida y a presión que se estaba cocinando durante décadas en las universidades y programas más prestigiosos como el la Javeriana, El Bosque y La Militar entre otros.

Vimos como muy valiente el conocido e importante médico el Dr. Carlos Jaramillo se sumó a este caso, denunciando públicamente a través de las redes sociales, su indignación, denunciando su caso personal de maltrato en La Universidad Javeriana, por lo que no pudo terminar la residencia de cirugía. Y afirmando enfáticamente que: “Esto tiene que parar”, con tristeza y lágrimas en sus ojos.

Esta denuncia motivó a decenas de estudiantes y a médicos especialistas ya graduados a exponer su caso en redes sociales y medios de opinión, con sus historias personales que muestran el sufrimiento que aguantan mientras tratan de conseguir su sueño de ser cirujanos y especialistas.

Otras residentes que no pudieron terminar su especialización por depresión severa, maltrato, acoso laboral, humillación, también se pronunciaron en las redes, como es el caso una estudiante de la Universidad Militar y de Dranataly Portilla, que se retiró de la Universidad El Bosque, faltándole 7 meses de la especialidad de Dermatología, denunciaron lo mismo.

La periodista Laura Camila Vargas en su red de Instagram comparte las denuncias de varios residentes y desertores de las especialidades de forma anónima.

La presidenta de la Federación Médica Colombiana, la doctora Ana María Soleibe, afirmó en City Noticias, que el modelo actual de educación médica está basado en el poder del conocimiento que, porque se sabe más o se está en un nivel más avanzado, esto les da derecho al maltrato de los que se encuentran en formación. Lo peor es que este comportamiento se normalizó hasta el punto que el ejercicio formativo debe tener esas condiciones, como lo afirma la Dra. Cindy Viviana Rodríguez, residente de pediatría de la Universidad Nacional y actual presidenta de ANIR, Regional Centro (Bogotá), consultada por EL TIEMPO. El presidente Petro afirmó también que este problema muestra el impacto neoliberal de un sistema que ya no reconoce el derecho del ser humano.

Aunque varias entidades como el Ministerio de Educación y diferentes asociaciones médicas, estás estudiando el caso, todo parece indicar que se trata de una Cultura inhumana de maltrato y violencia generalizada en la formación médica en el país. Es un patrón sistemático que desde hace algunos años se ha identificado y además es una cadena de maltrato que se trasmite en cada generación de residentes. Los que fueron maltratados siguen maltratando y así sucesivamente hasta llegar a los pacientes sin empatía, sin amabilidad ni buena calidad del servicio.

Dice el Dr. Carlos Jaramillo: “Todos los que fuimos residentes fuimos maltratados”. Como lo publicó RCN en el portal canalrcn.com, Marcela ayala médica exresidente de anestesiología fue una de las profesionales de la salud, que se sumó a las denuncias de maltrato laboral y psicológico de la que ella fue víctima durante sus primeros años de carrera algo que lamenta que siga ocurriendo.

Para José Norman Salazar, director del Centro Colombiano de Derecho Médico, la decisión de esta joven de acabar con su vida destapó una la realidad que muchos profesionales de la salud viven en nuestro país al ser víctimas de maltrato, lo cual, en ciertos casos, se refleja en la mala atención que hoy en día brindan a sus pacientes.

En 2021, el medio estudiantil El Uniandino, de la Universidad de Los Andes de Bogotá, citado por la plataforma France 24, publicó una investigación a partir de denuncias de maltrato, abuso de poder y acoso sexual de los estudiantes de medicina de tres ciudades de Colombia y en distintas facultades. Documentaron 26 casos en los que destacan el temor de los denunciantes hacia sus profesores y la percepción de que su caso era único, cuando “Obedecía a un patrón sistemático”.

Esto nos muestra el infierno que viven los estudiantes de las residencias médicas y sus familias y amigos, que les toca el sufrimiento de sus seres queridos y como se vulneran los derechos humanos de los residentes en Colombia, más cuando las diferentes Universidades que ofrecen programas medico quirúrgicos no cumplen con su misión, visión y los valores y principios que ofrecen.

Si miramos la visión de la Universidad Javeriana: “La creación y el desarrollo de conocimiento y de cultura en una perspectiva crítica e innovadora, para el logro de una sociedad justa, sostenible, incluyente, democrática, solidaria y respetuosa de la dignidad humana, cuyo objetivo central es la instauración de una sociedad más civilizada, más culta y justa, inspirada por los valores que proclama el Evangelio. Con valores como la honestidad, equidad, respeto y mutua exigencia”.

Veamos el caso de Universidad del Bosque: que afirma en su misión que: “Desde el enfoque Biopsicosocial y Cultural, asumimos un compromiso con el país teniendo como imperativo supremo la promoción de la dignidad y de la persona humana en su integralidad, con su lema: Por una cultura de la vida, su calidad y su sentido.”

En el caso de la Universidad Militar su lema es: “Como acervo para la reflexión permanente en nuestro quehacer universitario, la Universidad consagra como su lema: Ciencia, Patria y Familia. Consagrarnos al pensamiento y procurar bienestar para todo”.

Y la Asociación Nacional de Internos y Residentes de Colombia citada por la BBC News Mundo, comunicó que “Observa con preocupación cómo situaciones de maltrato han sido constantes durante el proceso formativo en el pre y postgrado».

Si miramos el juramento de Hipócrates: “Guardaré el máximo respeto a la vida y dignidad humanas. No practicaré, colaboraré, ni participaré en acto o maniobra alguna que atente a los dictados de mi conciencia. Respetaré siempre la voluntad de mis pacientes y no realizaré ninguna práctica médica o experimental sin su consentimiento. Velaré con el máximo respeto por la vida humana desde su comienzo, aun bajo amenaza, y no emplear mis conocimientos médicos para contravenir las leyes humanas. Solemne y libremente, bajo mi palabra de honor, prometo cumplir lo antedicho”. Nos damos cuenta de que los médicos, profesores y estudiantes avanzados, no cumplen con este juramento. Es más bien un juramento de Hipócritas.

De otro lado hay que mirar que los residentes, según la Ley de Residentes en Colombia, son empleados o trabajadores como cualquier otro y tienen derecho a demandar por acoso laboral. El Acoso laboral es un delito como lo consagra la Ley: “El que infligiera a otra persona un trato degradante, menoscabando gravemente su integridad moral, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años. El delito de acoso laboral se recoge en el artículo 173.1 del Código Penal, y se incardina en el ámbito de los delitos contra la integridad moral”. “Los que, en el ámbito de cualquier relación laboral o funcionarial y prevaliéndose de su relación de superioridad, realicen contra otro de forma reiterada actos hostiles o humillantes que, sin llegar a constituir trato degradante, supongan grave acoso contra la víctima”. Por tanto, y siguiendo también lo establecido por la jurisprudencia del Tribunal Supremo, los requisitos para que una conducta constituya delito de acoso laboral son:

Realizar contra otra persona actos hostiles o humillantes, sin llegar a constituir trato degradante.
Que tales actos sean realizados de forma reiterada.
Que se ejecuten en el ámbito de cualquier relación laboral.

Que el sujeto activo se prevalga de su relación de superioridad. Que tales actos tengan la caracterización de graves.

¿Una o varias personas pudieron inducir el suicidio de Catalina? La Fiscalía investiga

Fuentes de la Fiscalía confirmaron a la revista CAMBIO que ya se conformó una mesa de trabajo élite, con funcionarios especialistas en este tipo de casos, para determinar si los hechos que rodean la muerte de la médica Catalina Gutiérrez Zuluaga, pueden ser investigados más allá de un suicidio. Es decir, están evaluando todos los aspectos posibles, por ejemplo, si hubo personas que pudieron incurrir en una inducción al suicidio y, si es así, vincularlos a la investigación.

Otro aspecto del problema que hay necesariamente que resolver es la falta de cupos a las especialidades médicas, frente a la gran demanda de aspirantes, esto genera un fragrante Monopolio que permite que los que manejan el poder del conocimiento, hagan lo que quieran, sin el control ni auditoría. Cuando hay monopolios se intimida y maltrata a los aspirantes con la popular frase: “Si a usted no le sirve hay mil personas esperando”.

En los países más avanzados hay cupos suficientes para los aspirantes a especialidades médicas, no entendemos como en este país que se requieren tantos médicos para todos los territorios, no se formen los especialistas que se requieren, para que pueda haber mayor equilibrio entre la demanda y la oferta de programas de formación.

Lo peor de todo es que las autoridades educativas, médicas y gubernamentales no pueden ni saben a ciencia cierta, qué hacer para parar esta cadena de acoso y maltrato. Las prohibiciones, las visitas, las denuncias, las campañas, las brigadas de salud mental etc. No cambiarán la cultura del la violencia y el maltrato. Estas instituciones no son expertas en el cambio organizacional que requiere de las ciencias sociales y del comportamiento, lo que requiere un contrato con expertos privados e independientes. Afortunadamente en el país hay Psicólogos Organizacionales y firmas privadas que tienen estos servicios.

Primero se requiere una investigación exhaustiva para dimensionar la magnitud del problema a nivel del país y de todos los espacios de formación de especialistas de la salud e incluso de otras profesiones. Establecer los puntos críticos que requieren atención inmediata y los que requieren acciones a mediano y largo plazo. Tener un mapa que muestre todas las variables del Clima Organizacional que se vive en general y en cada institución es fundamental para el diseño de estrategias de acción. Las estrategias de acción deben ser propuestas por los Psicólogos expertos en cambio de actitudes, opiniones, valores, estilos de vida y comportamiento de la cultura específica.

Damos nuestras condolencias más sinceras a la familia de Catalina Gutiérrez Zuluaga y a las gracias a todos los residentes, estudiantes, instituciones de la salud y de la justicia, que se han pronunciado y que han tenido el valor de denunciar lo que se vive en la formación de los profesionales de la salud, en las narices de rectores, decanos y ministerios de Salud y Educación.

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