Por Senén González Vélez
Jaime González Johnson siempre fue un campeón. Se retiró a los 22 años, y para entonces, ya había acumulado 55 medallas, 45 de ellas, de oro. Sus marcas duraron muchos años sin que fueran superadas.
Después de su retiro, años más tarde, se inició como empresario en los medios de comunicación, TV y fue exitoso.
Momento histórico en que Jaime González Jhonson es sacado de la piscina Nacional de Cali. El Universal
Debido a los altibajos en que vive la juventud de hoy, con gran satisfacción deseo poner de ejemplo su vida deportiva, como también la de sus hermanos y de sus padres: Don Jaime y su esposa, la gran dama norteamericana y excelente profesora de inglés, doña Dorothy Johnson, quienes forjaron al grupo de hijos, hermanos campeones, que para todo el sistema deportivo actual de Colombia, debería ser un ejemplo que invite a la consagración y superación para imitar.
Nuestro país debería ser campeón en todas las disciplinas, y la única manera de lograrlo, sería siguiendo los patrones disciplinarios y pedagógicos que aplicó Don Jaime González Frías, a sus hijos, y también a quienes se sumaron a ese maravilloso equipo humano que le dio renombre a la natación de Cartagena y de Colombia.
En el desarrollo de esta nota, me referiré también al balompié*, deporte cuyas figuras en el extranjero son fenomenales, pero que en Colombia, son comunes y corrientes, razón para que salte a la imaginación la pregunta: ¿A qué se debe esto? La respuesta la aproximaré en el transcurso de estas líneas.
Hoy deseo a través de este artículo, rendir un homenaje al amigo Jaime y a esta generación, que hace parte de la mía, que hoy contrasta con estos tiempos turbulentos en materia de principios, valores éticos y morales, obligaciones y responsabilidades, en que se combina el deporte, con algunos tipos de distracciones que le son nocivas a la dignidad que encierra el lema: MENTE SANA EN CUERPO SANO.
Todo deportista para alcanzar el grado de excelencia, necesita CONSAGRACION, aun así, los que tenemos ciertos deportes como un clásico pasatiempo, también necesitamos esa consagración. Una vida ordenada, es salud y es honor para el entorno social.
La consagración es la base de todas las profesiones, si es que se desea alcanzar el éxito, que en ocasiones es cercano y en otras es tardío, o lejano, pero animado por la constancia, siempre llega.
Las conductas personales, es la herencia más valiosa que uno le puede dejar a sus hijos y nietos. Es un referente excepcional, al cual deberíamos todos apuntarle, para tener una sociedad bien cimentada en valores éticos y morales, y el deporte, es, sin duda alguna, el mejor vehículo para lograrlo.
Fui amigo muy cercano y vecino de los hermanos González Johnson, con quien alterné en las piscinas, en donde practicábamos los diversos estilos de la disciplina acuática y muy ocasionalmente en otros deportes, como el béisbol y en los encuentros sociales.
En el caso de la natación, ellos de manera competitiva y en el mío, como ejercicio nada más. Mi maestro fue Henrique Rodríguez, gran profesor, muy consagrado en su labor, a quien expreso mi eterna gratitud y recuerdo.
Don Jaime González Frías, fue amigo de mi padre, y, por ende, mi amistad con sus hijos, siempre fue muy cercana y respetable. Además, fuimos vecinos del barrio de Manga de Cartagena, en la Tercera Avenida. Eran tiempos en que todos nos conocíamos y el respeto y cariño colectivo se expresaba sin distingos de ninguna clase. Vivíamos en la ciudad como una gran familia en paz, armonía, respeto e independencia.
Muchas veces don Jaime padre, me invitó a que hiciera parte del grupo de los jóvenes nadadores, todos amigos, muchos de ellos mayores, otros compañeros “lasallistas”. La idea, era tentadora, pero fui esquivo a la invitación, porque siempre fui alérgico al cloro en los ojos, cosa que me obligó a retirarme definitivamente de las piscinas hasta la fecha.
Don Jaime, de quien guardo gratos recuerdos, desde de las 4 de la tarde, de lunes a viernes, aparecía con sus hijos: Jaime, Ricardo y Carlos, en la piscina del Hotel Caribe de la Ciudad Heroica. Estamos hablando del año de 1954 en adelante. A cada uno, y en su tiempo, fue llevándolos a las piscinas, para sembrarles la afición. Con cronómetro en mano, y en la edad para eso, los adiestraba en el calentamiento, para luego entrar en acción.
Con esa disciplina, ordenada y exigente, no se tenía derecho al trasnocho ni al continuo jolgorio, y funcionaba una dieta balanceada con adiciones de vitaminas.
Imperaba como norma, el deber, la obligación sobre la responsabilidad asumida y como lema: SER CAMPEONES. El primer puesto era la consigna. Lo que hoy ya no existe, por eso los deportistas actuales tienen muchas falencias, porque el entusiasmo es pasajero, mientras que antes, el deber ser obligaba a tener una constante para trascender.
La mentalidad era competir con el mejor, ese que estuviera en la mejor forma; no lo que ocurre muchas veces en el balompié, que cuando hay un lesionado de gran valía en el rival de turno, hay felicidad en el equipo, porque consideran que es uno menos al que hay que enfrentar y disminuye el riesgo de perder. Eso es mediocridad, falta de seguridad.
Volviendo al tema central de la natación, todos éramos unos niños, y la mayoría de edad era en ese tiempo a los 21 años, y nuestros padres fueron rigurosos en el cumplimiento de la ley, y el orden dentro de nuestra educación.
Eso no ocurre hoy. Hoy padres e hijos disque son los mejores amigos. Eso es un error. El padre es padre, y amigo es amigo y nada más.
Don Jaime González, padre, sacó tres figuras de la natación, que hicieron historia en el país y en Latinoamérica. El mayor, Jaime González Johnson estableció más de una marca nacional e internacional, que solo fueron superadas muchísimos años después.
Jaime, el campeón, falleció en abril del 2016. Nos dolió mucho su prematura partida, porque lucia en salud y lo acompañaba su alegría y agradable forma de interrelacionarse con amigos y extraños. Jamás fue un pretencioso dominado por la fama, siempre fue humilde y sencillo.
En el 2014 nos encontramos en Barranquilla en la casa del Titi Vergara, a la sazón, tío de Sofía ‘’La Toti’’ Vergara. Allí pasamos un maravilloso rato, recordando tiempos pasados. Su estado de salud en ese momento, era normal. Se veía fuerte y con sus apuntes y ocurrencias agradables de alto y de bajo tono, propias de una persona sencilla, de pocos protocolos.
En ese grupo de deportistas que hicieron patria en los años de 1954 hacia adelante, estaba Alberto ‘’Pupa’’ Hernández García, mi gran amigo;Reynaldo Angulo, Hernando Castillo, Henrique Delgado. Álvaro Erazo, Edgardo Osorio Lentino, Max Rodríguez Fadul, hijo de la gran Regina Fadul, nadadora notable del año de 1935, que entre otras cosas vale decir, que fue la primera representante del Departamento de Bolívar en esta modalidad de justas del deporte. Todo este mosaico de jóvenes fueron medallistas.
También perteneció al equipo de nadadores de la época Edgar ‘’Maky’’ Mac Master, excelente nadador en la modalidad de mariposa y pecho, padre de Bruce Mac Master, el hoy presidente de ANDI, quien hace una estupenda representación en el campo empresarial de esta Colombia que está en apuros.
*Tal como lo dije antes, haré una pregunta a quienes tienen a su cargo el Balompié en Colombia, deporte que une al país, más que cualquiera otra distracción.
¿Por qué son buenísimos en los clubes extranjeros, convirtiéndose en figuras de gran reconocimiento, y cuando integran la Selección Colombia, para las competencias mundiales o de otro orden, no se desempeñan con igual solvencia? ¿Es que hay cláusulas de riesgos por accidentes, que los frenan para jugar con libertad? De ser así, ¿no se está traicionando a la patria?
*Desde el año de 1924 en que se inició en balompié a la fecha, jamás hemos ganado una Copa Mundial. ¿Es decir, han pasado cien años, un siglo, y no hemos podido alcanzar un título mundial? Algo no está bien y es hora de analizar la razón. ¿Será que prevalece el factor empleo, sobre la dignidad del triunfo libre de condiciones?.
En los tiempos de la natación, en la era de los González Johnson, la figura del dinero jamás apareció en escena, en cambio si el Tricolor Nacional. Si sometemos la suerte del deporte a la capacidad de pago, ante potencias mundiales, estamos perdidos. Nunca seremos campeones. Vale la pena pensar porque en 100 años no hemos ganado ni una sola copita del mundo.
Se supone que la unión de jugadores excelentes, hace una fuerza de expertos y los resultados por lo mismo, deben ser consecuentes con esta. Pero no, ocurre lo contrario. Muchas veces se gana para perder.
¿Qué será lo que les pasa a los jugadores cuando llegan a Colombia para enfrentarse en las contiendas internacionales? ¿Es que cambian de estilo, empuje y táctica? ¿O…Será que hace falta un sistema pedagógico como el de don Jaime González, en que se conjuga el deber de padre para dedicarse a la enseñanza, y el deber de los hijos, los jugadores en equipo, que deben de ser sumisos y humildes para recibir la enseñanza?
Jaime pese a que estás en otra dimensión, esta nota es en tu memoria, para tus progenitores y para tu hermano Carlos, otro del exponente del más completo de los deportes. A Ricardo, sobreviviente, un fuerte abrazo, recordando esos maravillosos tiempos en que el deporte unía en hermandad.
El nombre de JAIME GONZALEZ JHONSON, debería aparecer en el Salón de la Fama del deporte colombiano, un recinto que tampoco existe, pero que debiera existir, aunque su nombre esté inscrito en los corazones de la Colombia agradecida.