En un estudio publicado este 19 de junio en la prestigiosa revista The New England Journal of Medicine, un equipo de investigadores, entre el que se encuentran varios científicos colombianos, describe la existencia de una variante genética (la APOE3Ch, llamada Christchurch) que hace que las personas con Alzheimer tengan una aparición tardía del deterioro cognitivo.
El artículo está encabezado por la doctora colombiana Yakeel T. Quiroz, directora del Laboratorio de Neuroimágenes de Demencia Familiar y del Programa Multicultural para la Prevención del Alzheimer, ambos del Hospital General de Massachusetts, e investigadora afiliada al Grupo de Neurología de Antioquia, donde está el Francisco Lopera, que lleva décadas investigando el Alzheimer, y quien también aparece como autor de la investigación.
Los científicos observaron que una persona con una forma hereditaria de Alzheimer (causada por una versión específica del gen PSEN1) experimentó un deterioro mental más lento si también tenía una versión particular del gen APOE (la ya mencionada APOE3 Ch).
Para entender esto, primero hay que saber que la gran mayoría de las personas con la enfermedad de Alzheimer tienen la forma esporádica de la enfermedad, es decir, la que generalmente aparece después de los 65 años y cuya causa, si bien aún es desconocida, está ligada a una serie de factores de riesgo ambiéntales y de estilo de vida.
Hay otro porcentaje de personas con Alzheimer, de alrededor del 5%, que tienen la enfermedad debido a mutaciones genéticas específicas que se heredan en familias. Estos casos, conocidos como Alzheimer familiar o autosómico dominante, suelen aparecer a una edad más temprana.
En Colombia, Lopera y su equipo se han concentrado justamente, en una comunidad de Antioquia en donde la forma hereditaria del Alzheimer es común. Se trata de la ya conocida “mutación paisa”, que Lopera descubrió y viene estudiando desde hace décadas; un trabajo que lo hizo merecedor, hace poco, del premio Potamkin Prize for Research in Pick’s, Alzheimer’s and Related Diseases 2024, el llamado “Nobel de la investigación sobre alzhéimer”. Fue otorgado por la Academia Americana de Neurología y la Fundación Americana del Cerebro.
¿En qué consiste la nueva investigación?
En la investigación publicada en el The New England Journal of Medicine, el equipo, del que hace parte, Lopera y está encabezado por la doctora colombiana Yakeel T. Quiroz, del departamento de Psiquiatría y Neurología del Harvard Medical School and Massachusetts General Hospital (MGH), en EE.UU., analizó datos de 27 personas de esa comunidad antioqueña. Esas 27 personas tienen el gen de la mutación paisa, es decir, están destinados a sufrir de Alzheimer de inicio temprano, pero al mismo tiempo, tienen también la copia genética llamada Christchurch (APOE3Ch).
Los científicos descubrieron que aquellas personas que tienen ambas versiones genéticas (la mutación paisa y la Christchurch) comienzan a tener problemas mentales a una edad más avanzada en comparación con los que solo poseen la mutación paisa. En promedio, se puede leer en el estudio, estos 27 miembros de la familia mostraron signos de deterioro cognitivo a los 52 años, en comparación con un grupo apareado de miembros que no tenían la variante, que comenzaron a mostrar síntomas a los 47 años.
¿Esto es una cura para el Alzheimer? No, pero sí permite abrir puertas para entender mejor esa enfermedad. Una de las señales que indicaban que podía existir una variante genética capaz de brindar una protección moderada contra la enfermedad se conoció gracias a Aliria Rosa Piedrahita, una mujer antioqueña que tenía la mutación paisa y también la variante Christchurch. Ella debía comenzar a presentar síntomas de la enfermedad del Alzheimer cerca de los 40 o 50 años, pero solo los reportó a la edad de 72 años. Murió a los 77 por un melanoma. Como sospecharon los investigadores en aquel entonces, y lo confirman ahora, la variante Christchurch es responsable de que los síntomas aparezcan tan tarde, lo suficiente como para que las personas puedan desarrollar la mayor parte de su vida normalmente.
“Estos hallazgos sugieren el potencial de retrasar el deterioro cognitivo y la demencia en las personas mayores”, explicó al portal de la Universidad de Antioquia, la doctora Quiroz.
“Estoy encantada con nuestros hallazgos porque subrayan la compleja relación entre el gen APOE y una mutación determinista para la enfermedad de Alzheimer, lo que podría allanar el camino para enfoques de tratamiento innovadores para la enfermedad, incluyendo intervenciones”, agregó. (Puede ver: Hallan un nuevo dinosaurio)
Si bien el hallazgo no representa una cura inmediata, sí permite nuevas líneas de investigación a partir de la variante APOE3Ch, incluso para el tipo de Alzheimer que no es genético, es decir, el esporádico, que es el que afecta a la gran mayoría de personas.
“Este estudio es significativo porque aumenta nuestra confianza en que la variante APOE3Ch no solo es protectora, sino también farmacológica. Creemos que las terapias inspiradas en humanos protegidos tienen muchas más probabilidades de funcionar y de ser más seguras”, dijo, por ejemplo, el doctor Joseph F. Arboleda Velásquez, coautor principal del artículo publicado en The New England Journal of Medicine, y científico asociado al Mass Eye and Ear y al Mass General Brigham, en los Estados Unidos.
El estudio, sin embargo, se limitó a un número relativamente pequeño de personas portadoras de las variantes paisa y Christchurch (27 personas), por lo que todavía es importante que se hagan otras investigaciones que permitan saber más sobre el efecto protector de la variante de Christchurch.
“Nuestro objetivo es encontrar tratamientos de prevención contra el alzhéimer y esto será posible gracias al descubrimiento de nuevos genes de resistencia y resiliencia contra esta enfermedad y una mayor comprensión de los mecanismos fisiológicos de protección de estas variantes y su implicación clínica”, señaló el doctor David Aguillón, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia. La investigación continuará con la realización de resonancias magnéticas, estructurales y funcionales, y evaluaciones cognitivas, así como el análisis de muestras de sangre.