Pensamiento extremista

Sectarismo. Ilustración El Nacional

Por Carlos Alberto Ospina M.

El fanatismo, la intransigencia y el adoctrinamiento se expanden como peste para destruir a las comunidades, la democracia y la convivencia pacífica. La instrumentalización de las minorías étnicas, los jóvenes, los sectores vulnerables y los pobres son estrategias, cada vez más frecuentes, puestas en marcha con fines dogmáticos que buscan consolidar el poder a expensas de desconocer los derechos fundamentales y la dignidad humana.

La adhesión irracional a ciertos idearios ha encontrado terreno abonado en tiempos de agresividad e incertidumbre generalizada. El caballo de batalla de negarse a negociar, la manía de rechazar otros enfoques y profundizar el odio de clases se ha convertido en una característica común de los discursos al estilo kamikaze. La narrativa de «nosotros contra ellos» se perpetúa, alimentando el ciclo de polarización, la desconfianza acerca de los recursos compartidos y la hostilidad frente a la oposición.

El sectarismo planta fuera de sí la fragmentación social, la autonomía intelectual y las diferencias culturales, religiosas e ideológicas con el objetivo de despojar a los individuos de su capacidad crítica, moldear los pensamientos y los comportamientos de acuerdo con agendas específicas. Por ejemplo, transformar a los marginados en peones en el juego de dominio, utilizándolos para legitimar programas rebatibles y salvajes movilizaciones que a menudo no mejoran sus condiciones de vida. Este enfoque extiende las desigualdades, a la par que no salda las necesidades reales de la población ni las dificultades estructurales; tampoco, la endémica corrupción.

La ceguera intelectual de quienes se aferran a doctrinas rígidas y la mordacidad en la alocución genera un clima de tensión constante. La ausencia de una visión clara y la incapacidad para enfrentar los desafíos económicos trascienden al ámbito de las acciones improvisadas que; en lugar de brindar alivio, aumentan la desesperanza de la gente.

Los fanáticos para mantener un relativo nivel de credibilidad manipulan las iniciativas ambientales a manera de táctica con el propósito de ganar adeptos y desviar la atención sobre los problemas de violencia e inseguridad creada por verdaderos depredadores de la naturaleza, en el sentido más amplio de la expresión. Es decir, dos caras de la misma moneda.

La ambición desmedida echa abajo la confianza en las instituciones y paraliza el desarrollo en razón a la implementación de soluciones ingenuas y la falta de sostenibilidad de las políticas populacheras.

Imposible de toda imposibilidad tratar de exponer argumentos y luchar contra el intolerante. Nada lo hará entrar en razón ni a palos aceptará el error de su pensamiento extremista, por más que su destino sea morir abandonado de todos.

Sobre Revista Corrientes 4560 artículos
Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]