Por Óscar Domínguez Giraldo
Jotica, mijo, vea que eso de estar contando plata delante de los pobres como lo hiciste en reciente columna-testamento de El Tiempo, no está bien. Tampoco es correcto proclamar que las editoriales se mechonean por publicarte. O reeditarte.
Si hasta se ve venir un libro sobre tu falsa muerte. Si te encuentras al poeta Roca, tu amigo-exenemigo que dio la chiva de tu “fallecimiento”, le dices, por favor, que está autorizado para que haga lo mismo conmigo a ver si llego a las grandes ligas de las ventas. Me gustaría ser rico solo por curiosidad.
La publicidad dice que la envidia es mejor provocarla que sentirla. Para que no me pregunten si lo mío es envidia o caridad, te felicito por tanto éxito. Menos mal en número de nietos te goleo 4-1.
(Para no mencionar tus audacias en el tálamo nupcial sobre las cuales nos has mantenido informados. Ser una de las braguetas más bravas y no contarlo, es quedarse a mitad de camino).
Los reclamos por tus estruendosos éxitos te los hace un escriba huérfano de premios. No he tenido el honor de que se vendan pirateados mis partos periodísticos. Eso sí, todos se han regalado bien. Soy best seller de libros regalados. Nadie me quita lo bailao.
Entre nos, te cuento que mi obra –por fin- está llegando a las librerías “agáchese” donde hace poco compré en cinco mil varillas mi libro “Historias del eterno femenino” editado por la Universidad de Antioquia. Le pregunté al librero por qué tan barato y me contestó sin piedad: “A ese man no lo conocen ni en la casa”. ¿Será que tenía razón mi madre cuando me dijo: Mijo, no volví a leerlo porque usted escribe muy enredado? Me dio pena pedir rebaja de cinco a dos mil barras por temor a que me pararan la caña
Y como estamos frente al pelotón de fusilamiento de la vejez, aprovecho para agradecerte que hayas sido uno de los pocos compradores de mis “Historias…” en una feria del libro bogotana hace 20 años.
Esa noche me acompañaron tus colegas difuntos, Elmo Valencia, Eduardo Escobar y Nacho Ramírez quien supongo prometió invitarlos a trago y viejas si asistían para subirme el ego. Felicidades y que sigas muriendo pero cuidando de quedar vivo para aumentar las ventas. Así le duela a la cobarde envidia, como dice Regina Once.