El 6 de enero de 2024, una evaluación de Naciones Unidasconcluyó que no había “ningún lugar seguro” en Gaza. Ni siquiera Rafah, la urbe más meridional de la Franja, designada como “zona segura” por Israel, pese a que nunca ha dejado de bombardearla. Ya entonces, 1,5 millones de los 2,3 millones de gazatíes se hacinaban en esa localidad y su gobernación, un área de 65 kilómetros cuadrados junto a la frontera con Egipto. A principios de febrero, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció la invasión de esa ciudad. Esa ofensiva terrestre de la que la ONU ha advertido que podría derivar en una “tragedia indescriptible” ha sido desde entonces una espada de Damocles sobre estos desplazados palestinos.
El pasado lunes, la amenaza empezó a concretarse con la orden dada a unas 100.000 personas, según Israel, para que se desplacen a supuestas “áreas seguras” del enclave palestino. Este martes, los tanques israelíes tomaron el paso fronterizo de Rafah, el único que Israel no controlaba hasta ahora totalmente. “Un asalto a Rafah sería un error estratégico, una calamidad política y una pesadilla humanitaria”, ha asegurado el secretario general de la ONU, António Guterres.
Desplazados palestinos huyen de la zona bombardeada de Rafah este martes. / OMAR ASHTAWY. (ZUMA PRESS).
¿Por qué tomar Rafah ahora?
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, dijo este lunes que a su país “no le queda otra opción” que invadir Rafah. La víspera, Hamás había rechazado en la última ronda negociadora de El Cairo una tregua para liberar a los 132 rehenes israelíes que siguen en la Franja, que no incluía la principal condición del movimiento palestino: un alto el fuego definitivo. El domingo, el grupo fundamentalista había atacado una guarnición militar cercana al paso fronterizo de Kerem Shalom y matado a cuatro soldados israelíes. Ese mismo día, Israel clausuró la sede en Jerusalén de la cadena Al Jazeera.
Según The New York Times, fue la insistencia de Netanyahu en afirmar que invadiría Rafah la que llevó al grupo a endurecer su postura. A última hora del lunes, un comunicado del jefe político de Hamás, Ismail Haniya, indicó que el movimiento había aprobado finalmente una propuesta de acuerdo de alto el fuego, que Israel aseguró que iba a estudiar. Poco después, Netanyahu aseguró que la ofensiva en Rafah seguía adelante y este martes los tanques llegaron al paso fronterizo de la urbe con Egipto. El primer ministro israelí defiende que esa localidad es el bastión de lo que queda de la estructura de Hamás y donde se mantiene cautivos a los rehenes israelíes que siguen, vivos o muertos, en Gaza. Sus socios ultraderechistas de gobierno han amenazado con retirarle su apoyo si no invade la ciudad palestina.
¿Qué consecuencias puede tener esa invasión?
En la gobernación de Rafah, cuya población era de unas 220.000 personas antes de la guerra que comenzó el pasado 7 de octubre, se hacinan ahora 1,5 millones de palestinos en 65 kilómetros cuadrados. El 80% vive en tiendas de campaña o bajo plásticos, sin apenas comida, agua potable, saneamiento ni atención médica. El 3 de mayo, el portavoz de la coordinación humanitaria de Naciones Unidas, Jens Laerke, advirtió de que un ataque terrestre a Rafah conllevaría el “riesgo inminente de muerte” para cientos de miles de personas. Otra consecuencia sería “un golpe increíble para la operación humanitaria en toda la Franja, porque esta se gestiona principalmente desde Rafah”. La Organización Mundial de la Salud ha advertido de que esa operación sería un “baño de sangre” y paralizaría aún más “un sistema de salud ya roto”. De los siete hospitales que funcionan parcialmente en el sur de Gaza, tres están en Rafah. Por el puesto fronterizo de esta localidad y el de Kerem Shalom, ambos cerrados, entraban hasta ahora la gran mayoría de los camiones con ayuda humanitaria para la Franja.
¿Hay zonas seguras para los desplazados en Gaza?
Lo que Israel llama la “zona humanitaria expandida” de Al Mawasi, donde ha ordenado dirigirse a los desplazados de Rafah —junto con la casi destruida Jan Yunis— es una franja costera de 12 kilómetros de longitud y un kilómetro de ancho que ya antes de la guerra carecía de servicios. Parte de Al Mawasi fue invadida por el ejército israelí el 22 de enero, cuando ya había sido designada como refugio. Rafah también era descrita hasta ahora como una “zona segura”, pese a sufrir bombardeos casi a diario. Una investigación de la organización Forensic Architecture ha denunciado que esas “áreas seguras” en Gaza no solo “carecen de la infraestructura básica para albergar, alimentar y atender médicamente a tal cantidad de civiles”, sino que lo que Israel define como sus “políticas humanitarias” en Gaza funcionan como “una herramienta de desplazamiento masivo, que empujan a los civiles a zonas inhabitables que luego son atacadas, aumentando la campaña genocida de Israel contra la población palestina”.
¿Son legales los desplazamientos masivos de población?
Israel es la potencia ocupante de Gaza, según la ONU. El IV protocolo de la Convención de Ginebra estipula: “Los traslados en masa o individuales, de índole forzosa”, están prohibidos, “sea cual fuere el motivo”. Incluso en las contadas excepciones que prevé esta norma, se precisa: “la potencia ocupante deberá actuar, al efectuar tales traslados o evacuaciones, de modo que, en la medida de lo posible, las personas protegidas sean acogidas en instalaciones adecuadas, que los desplazamientos se lleven a cabo en condiciones satisfactorias de salubridad, de higiene, de seguridad y de alimentación, y que no se separe a los miembros de una misma familia”.
¿Cuáles han sido las reacciones ante la orden de desalojo de Rafah?
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, reiteró este lunes a Netanyahu su “clara posición” sobre la ofensiva en Rafah. Washington no se opone a la invasión en sí, pero sí la supedita a que su aliado presente un plan “creíble” para proteger a los civiles. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha instado a la UE a actuar para evitar esa invasión que ha tildado de “inaceptable”, mientras que el portavoz de la ONU Stéphane Dujarric leyó este lunes un comunicado en el que reiteró lo ya anunciado por la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados palestinos (UNRWA): la organización no participará en ningún desplazamiento masivo e “involuntario” de la población. La gran potencia regional suní, Arabia Saudí, con la que Israel aspiraba antes de la guerra a establecer relaciones diplomáticas, ha condenado la invasión en un duro comunicado en el que se refiere a la ofensiva israelí como “genocidio” por primera vez desde el inicio de la contienda.