En los últimos 50 años Colombia ha sufrido tres cataclismos: la revolución traqueta que arrancó en los años 70, sigue briosa y pujante y es de buen recibo en todos los círculos sociales; la revolución guerrillera que alcanzó su apogeo a principios del siglo, cuando controlaba unos 300 municipios, y hoy naufraga en un mar de sangre y babas; y la revolución paramilitar, cuya segunda ola, la del «corone», empezó en el 94 con la llegada de Carlos Castaño al Urabá antioqueño. Esta revolución es el asunto de Parapolítica, historia del mayor asalto a la democracia en Colombia, un libro que ya está en librerías. Sus autores son León Valencia, Claudia López, Ariel Ávila, Mauricio Romero y otros agudos investigadores del conflicto.
El título es justo. La parapolítica fue, o es, un cataclismo más profundo que el golpe de Estado de Rojas Pinilla en el 53, que el robo contra Rojas en las elecciones del 70, que el holocausto del Palacio de Justicia en el 85, que el largo asedio de la guerrilla a las instituciones y quizá más grave que la narcotización del país causada por los carteles de la droga.
Para que nos hagamos una idea del éxito de la revolución paraca, recordemos que los paramilitares se alzaron con el 35 % de las curules del Congreso, y sus comandantes fueron ovacionados en el Capitolio el 29 de julio de 2004.
La altísima cifra de la bancada paraca es de Mancuso, pero no es descabellada si miramos los números de la parapolítica: la Corte Suprema de Justicia ha condenado por parapolítica a 20 alcaldes, 12 gobernadores y 69 parlamentarios, casi todos de la coalición de Gobierno de la época. Ellos mismos, o sus herederos, controlan hoy muchos hilos claves del poder y de los negocios en dos esferas, la legal y la oscura. Es decir que la parapolítica tuvo sanción penal, mas no recibió sanción social ni política.
El libro es el complemento de la investigación de la Corporación Nuevo Arco Iris sobre el fenómeno del paramilitarismo y las negociaciones de Santa Fe de Ralito, Parapolítica, la ruta de la expansión parapolítica y los acuerdos políticos (AA.VV. 2007). Antes de esta fecha, se creía que el paramilitarismo era un movimiento contrainsurgente público-privado. Una APP nacida de la incapacidad del Estado para enfrentar a la guerrilla. Pero la conclusión del estudio fue sorpresiva y espeluznante: bajo esta patriótica bandera, el paramilitarismo tenía su propia agenda: perseguía (y obtuvo) poder político local y nacional, dejó varios millones de víctimas, se apoderó de diez millones de hectáreas según cifras de la Contraloría General de la República, y sus combates con la guerrilla eran una actividad secundaria –su trabajo social, digamos.
Nota. 10 millones de hectáreas son 4,5 veces el área del Valle del Cauca o 61 veces el área de Bogotá.
Además de los ensayos de los autores mencionados arriba, el nuevo libro tiene tres capítulos muy esclarecedores: Los mecanismos del sistema que favorecieron la parapolítica, por Laura Bonilla; El reciclaje de la parapolítica en el Cesar, por Antonio Sanguino, y Los partidos y los personajes de la parapolítica, por Iván Gallo.
Hoy, con la panorámica que solo el tiempo puede brindar, Parapolítica, historia del mayor asalto a la democracia en Colombia amplía y precisa el estudio de la Corporación Arco Iris, nos entrega un plano claro de ese laberinto del horror y la historia íntima de la incubación del engendro nacido de la manguala de políticos, narcotraficantes, militares de alto rango, mercenarios y un estamento tierno, los «terceros de buena fe». Es un libro esencial para entender el capítulo más infame de nuestra infame historia y recordar una verdad terrible: la narco-parapolítica está viva.