Por Eduardo Frontado Sánchez
En medio del caos político y la crisis socioeconómica que atraviesa Venezuela, la película «Simón» emerge como un poderoso recordatorio de la resiliencia del pueblo venezolano. Desde adentro, como ciudadano inmerso en esta realidad, no puedo sino sentir un profundo orgullo al ver reflejadas nuestras experiencias y luchas en esta obra cinematográfica.
La trama de «Simón» no solo retrata los eventos históricos que han marcado el rumbo de nuestro país, sino que también destaca la importancia de la educación y los valores arraigados en la construcción del futuro de una nación. Es un recordatorio de que, a pesar de las adversidades, la esperanza y la convicción en un mañana mejor son fundamentales para seguir adelante.
La película no elude la cruda realidad de la diáspora venezolana, un fenómeno que nos ha obligado a dejar atrás todo lo que conocemos en busca de oportunidades y seguridad. El proceso de emigrar no es fácil ni agradable, y conlleva un profundo dolor al abandonar nuestra tierra, nuestras tradiciones y parte de nuestra identidad.
Sin embargo, lo que distingue al pueblo venezolano es su capacidad de resiliencia. A pesar del trauma y las dificultades, nos levantamos una y otra vez, con la convicción de que el mañana será mejor. «Simón» es un tributo a esa fortaleza interior que nos impulsa a seguir adelante, a pesar de los obstáculos.
El hecho de que la película ocupe el sexto lugar en el ranking mundial de Netflix es un testimonio del impacto emocional y significativo que tiene para quienes vivimos esta realidad desde adentro. Personalmente, debo admitir que hubo momentos en los que tuve que detenerme, dejar salir mis lágrimas y respirar profundamente antes de continuar viéndola. Es un reflejo de la complejidad de nuestras emociones y experiencias como venezolanos.
A pesar de todo, mantengo la firme convicción de que nada nos vencerá como pueblo. La palabra «venezolano» está intrínsecamente ligada a la resistencia y a la capacidad de ser agentes de cambio. No debemos olvidar nunca los valores que nos definen: creer en nosotros mismos, luchar por lo que creemos y encontrar una razón poderosa que nos motive a seguir adelante cada día.
«Simón» nos recuerda que, a pesar de los desafíos, seguimos siendo protagonistas de nuestra propia historia. Es un llamado a la acción, a construir un país mejor desde nuestro propio lugar, a mantener viva la esperanza en medio de la vorágine que significa Venezuela.