Por Esteban Jaramillo Osorio
Por el hecho de ser convocados, sin estar a la altura o en nivel, no son mamarrachos los jugadores de la selección Colombia, como pretenden los críticos rabiosos de algunos medios conocidos o de las redes sociales, con estridentes descalificaciones.
Tampoco hay mérito para descalificar a Lorenzo, claro en su plan trazado, quien no es locuaz ni extrovertido… hasta ahora un silencioso ganador. No busca tonalidades rebuscadas, como el peor de sus opositores, que se siente más importante que él.
Presumen los detractores descontrolados de guardianes del contenido, con predilección en el insulto y broncas no disimuladas, con la creencia de que son los únicos ojos autorizados para juzgar lo que pasa con la selección.
Discrepar con argumentos es un arte. No todos lo hacen. La selección siempre fue el origen de encendidas polémicas por los jugadores preferidos en cada ocasión, cuando aparecen las fechas FIFA.
Puntuales son los señalamientos del periodismo serio y de los aficionados sensatos por la preferencia a la vieja guardia, a jugadores con la pólvora agotada, en camino de quemar los últimos cartuchos, citados con regularidad. Su razón tendrá el seleccionador la hora del llamado.
Lorenzo, quien no es un técnico vinagre, ni explosivo, saca pecho. Marcha con sus elegidos, sin consolidar su idea de juego, pero protegido por los números en la ruta al mundial.
Solo en ocasiones ha optimizado el rendimiento, lo que satisface frente a la tendencia de conformarse con poco y de exaltar solo fragmentos de buen fútbol que se han visto y disfrutado, como soportes a los resultados.
Nada turbio se ve en el entrenador, pero queda la sensación de que en él influye la periferia de la selección.
Sin convicciones firmes convoca a los chicos, no los alinea, a pesar de que ellos con su rendimiento se lo exigen, como Yasser Asprilla del Watford, Yerson Mosquera de Villarreal y Camilo Portilla de Talleres de Córdoba. Bueno sería en esta etapa de preparación verlos con continuidad.
Como alguna vez lo hizo con Castaño y con Arias, la figura suramericana del Fluminense.
No solo convocar sino alinear a Mina, tener en cuenta a Ospina, considerar a Santiago Arias, llamar a Quintero y a Borre, se ve incoherente. A no ser que el veterano portero le de vida al vestuario.
Borja ya tuvo su espacio en la selección con irregulares resultados. Y, así se atribuyen sus seguidores en el Once Caldas, ya no hay puesto para Dayro. Son goleadores, pero inconstantes, trotones, con escasa influencia en el rendimiento colectivo.
Luis Díaz seguirá siendo el eje del equipo, es el colombiano con mejor forma, sin entrar en la estúpida y calenturienta sentencia de que la selección es él y diez más.