Un alcalde en lucha contra la Cartagena fea

Vista del centro histórico de la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia, en junio de 2023. ANADOLU (ANADOLU AGENCY VIA GETTY IMAGES)

INÉS SANTAEULALIA

Bogotá – 

El mayor escaparate colombiano al mundo se ha convertido en los últimos años en un cóctel difícil de tragar para propios y ajenos. Cartagena, la ciudad colonial de la costa caribeña, epicentro del turismo nacional e internacional, es hoy una suma difícil entre la riqueza de los visitantes y la pobreza de sus habitantes, el ruido de las discotecas, la belleza de sus murallas, los locales de alterne, la prostitución callejera, la venta de drogas, el azul de su mar, los neones de sus bares, las estafas a los extranjeros, los turistas que buscan sexo, los menores entregados a las mafias, los proxenetas, el racismo, la mendicidad y el hambre a las puertas de los restaurantes más lujosos. Cartagena es esa ciudad que parece que es de todos los colombianos pero no es de nadie. Un lugar de visita y postal en el que viven y sobreviven un millón de personas.

El primer día del año 2024 empezó como todos los anteriores, los hoteles casi llenos, playas en las que se felicitan el año los madrugadores y los noctámbulos a los que pilló el día y las calles más vacías de lo habitual tras otra noche eterna de fin de año. En la Alcaldía había nuevo inquilino, nada realmente extraordinario para una ciudad que suma 12 alcaldes en la última década. Dumek Turbay, sin embargo, no se sumó al letargo oficial de primeros de año. Y aunque se negó a pisar su despacho oficial a la espera de que la Iglesia realice un exorcismo para llevarse los malos karmas y espíritus de su antecesor, sí lanzó un plan de seguridad bautizado como Plan Titán 24 que esa misma noche cerró dos cabarets y blindó con las vallas las calles del centro para prohibir la prostitución. La idea, explicó, es “retomar” el centro histórico, acabar con la venta de drogas y la prostitución y recuperarlo para las familias –se entiende que de los turistas y de los residentes–. El alcalde rechazó hablar con EL PAÍS para explicar el proyecto.

En los días siguientes se cerraron varios locales del mismo tipo que, popularizados como cabarets, actúan como prostíbulos en algunas calles que los vecinos han bautizado como el Bronx. Los primeros establecimientos de este tipo llegaron al centro histórico en 2015, en la Plaza de los Coches y la calle Porvenir, pero se expandieron durante la pandemia hasta ocupar cuatro manzanas en las que el mercado ilegal creció al calor de los locales. La medida del alcalde, efectiva de forma inmediata en la bajada del ruido y en el aumento de clientes que se dan la vuelta porque ya no encuentran lo que fueron a buscar, ha sido bien recibida por los residentes y propietarios de la zona, que llevan años elevando la voz ante un deterioro en la calidad de vida que se ha traducido en un aumento de la inseguridad.

Isabela Restrepo lleva 11 años viviendo en el centro y ha sido testigo directo del cambio de cara de sus calles empedradas, por eso aplaude la decisión de Turbay: “Hay voluntad política, hizo algo que nadie nunca se había atrevido a hacer. Ya puedes caminar por esa zona, ya cambió”, celebra. Esa es la sensación mayoritaria ante el golpe de mano. “Arrancaron pisando duro y bien los nuevos alcaldes de capitales como el alcalde Turbay de Cartagena, quien en una semana enderezó todo”, aseguró grandilocuente el expresidente Ernesto Samper este domingo.

Otra voces, sin embargo, cuestionan que el proyecto no sea más que una cuestión cosmética y cortoplacista. “Son paños de agua tibia en un problema que es mucho más profundo. Son medidas muy superficiales porque no dan solución ni una salida económica a la precariedad que viven estas mujeres y parte de la ciudad”, explica por teléfono la escritora cartagenera Teresita Goyeneche. El trabajo sexual ha estado siempre presente en la vida de la ciudad, en la que el 40% de la población se considera pobre, como respuesta al rebusque y a la informalidad propia de un lugar con graves problemas sociales y problemas de discriminación. “Se piensa en la pobreza como un problema estético. Quitar la prostitución del centro puede hacer que la visita de un turista sea más agradable, pero no va a cambiar la situación de estas mujeres”, añade.

La persecución al trabajo sexual tampoco es nada nuevo. Hasta la década de los 70 existió una zona de tolerancia cerca del puerto, en el barrio de Tesca, donde se concentraba la industria antes de explotar el boom turístico. El historiador Orlando Deavila explicó en la red social X estos días que en 1973 la Alcaldía ordenó el cierre de aquellos establecimientos ante las quejas de los vecinos, lo que supuso el traslado de la prostitución al barrio de Getsemaní, que entonces no era un lugar turístico ni gentrificado como hoy. Desde ahí, ya dentro de la ciudad amurallada y ante el crecimiento del espacio turístico, el trabajo sexual se posicionó en el centro histórico. Muchos se preguntan ya hacia dónde se moverá ahora.

Detrás de las mujeres existen mafias que expandieron sus negocios del tráfico de drogas a la explotación sexual e iniciaron una disputa por un territorio tan apetecido como el corazón de la ciudad, donde los turistas se sienten seguros de consumir y hay demanda a buen precio. En paralelo, aumentó la violencia. En 2023 se produjeron 395 homicidios en la ciudad, 235 de ellos relacionados con el sicariato, un delito en crecimiento. “Se terminó posicionando el centro como destino de drogas, mujeres y niños”, dice una fuente que prefiere no dar su nombre y que cree que aunque el plan del alcalde ha comenzado bien, se necesitan medidas a largo plazo que consoliden una recuperación real de la zona.

Turbay, un político tradicional que ya fue gobernador de Bolívar, ganó las elecciones el pasado octubre con un holgado 42% de los votos gracias a una engrasada campaña de comunicación y a presentarse como opositor al saliente Willian Dau. La idea de mejorar la imagen del centro fue una de sus promesas de campaña. Desde el día que tomó posesión, el 1 de enero, ha ido narrando en sus redes sociales cada paso que da esta operación Titán con la suspensión de los locales y la amplia presencia policial.

Por delante, es conocido, le espera una dura batalla legal contra ejércitos de abogados para lograr que los cierres temporales se conviertan en definitivos, pero el alcalde se sabe ahora en boca de todos y lo está disfrutando. El Heraldo, diario regional de la región Caribe, tituló este domingo: “Titán 24, plan que ha devuelto tranquilidad y orden a Cartagena”. Turbay se presenta ya como el mejor embajador de la ciudad: “Le tiran hate a #Cartagena, pero aquí estamos, con casa llena. Ofrecemos un #GobiernoÚtil, con autoridad y orden, y gente buena y amable dispuesta a atenderlos de la mejor manera, para que se sientan seguros y cómodos”, dijo en X, donde lo mismo retuitea los halagos que recibe que denuncia una factura inflada de un turista enfadado o una mojarra recién servida en La Boquilla.

Su estilo tuitero, inabordable, recuerda al del presidente Petro. Aunque Turbay se declara de centro, de entrada ha optado por el buen tono con el Gobierno, a diferencia de la mayoría de alcaldes y gobernadores regionales que han hecho gala de una marcada oposición al mandatario. Turbay agradeció al ministro de Comercio, Industria y Turismo, Germán Umaña, por la rápida respuesta a su llamada. “Nos prometió y aquí está con nosotros. El turismo es el gran jalonador de la economía local y nacional. En Cartagena vamos a gestionar las condiciones necesarias para un turismo responsable, sostenible e incluyente. De la mano del Gobierno nacional será posible”, dijo el alcalde

Colombia lucha por abrirse un hueco como destino turístico internacional. Los visitantes han aumentado en los últimos años, sobre todo desde el final de la guerrilla de las FARC, en 2016, y la mejora de la seguridad a nivel nacional, pero todavía muy lejos del poder de captación de otros países vecinos. El presidente Petro incluso propuso que el turismo pudiera reemplazar en beneficios al petróleo a largo plazo. En 2022, el sector contribuyó un 2,1% al PIB nacional, datos muy cercanos a los de 2019 –antes de la pandemia–, cuando se alcanzó el máximo histórico. En el primer semestre de 2023, se habría registrado un crecimiento del 32% respecto al año anterior.

Hasta ahora, ningún lugar se hace sombra a Cartagena como meca del turismo nacional y extranjero. El alcalde Turbay está dispuesto a dar la batalla para que nadie le quite el trono y se deje de hablar de esa Cartagena fea que nadie quiere ver dentro de las murallas ni en las calles floreadas del centro histórico.

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