Daniel Coronell
Jorge Leyva Valenzuela, el hijo del canciller, tiene una enorme influencia en el ministerio a cargo de su padre. Entre otros funcionarios son cuotas suyas la directora de Talento Humano, Silvia Margarita Carrizosa, quien es hija del excongresista conservador Jesús Ángel Carrizosa y estuvo a punto de ser nombrada cónsul en Miami; y Juan Carlos Losada Perdomo, el director jurídico de asuntos internacionales, un cuestionado exfiscal y exmagistrado auxiliar de la JEP, que se volvió jefe del comité de conciliación en la multimillonaria licitación para la elaboración de pasaportes.
La directora de la Agencia Jurídica para la Defensa del Estado, Martha Lucía Zamora, asegura que Juan Carlos Losada Perdomo y el hijo del canciller estuvieron reunidos en París con personas interesadas en la licitación de los pasaportes. Los dos lo niegan. Losada incluso emitió un largo comunicado descartando los señalamientos pero se le pasó un detallito: la metadata del documento dice que el autor no es él sino Jorge Leyva, el hijo del canciller.
La identidad del escritor fantasma quedó tan cómicamente expuesta que incluso el comunicado asegura acerca de la reunión en París: “Me encontré con Jorge Leyva, quien me honra con mi amistad”.
En fin, a la abogada Zamora le pidió el presidente la renuncia luego de que ella confirmara que había sido gritada por el canciller Leyva en la Casa de Nariño por atreverse a decir que el Estado debía buscar una fórmula de conciliación porque existe el riesgo de que pierda 117.000 millones de pesos.
Según la versión de tres testigos, el canciller Leyva la señaló con el dedo mientras le gritaba en la antesala de la Secretaria Jurídica de la Casa de Nariño y en un corredor de Palacio, frases como estas:
–“Usted no cuida al Presidente”
–“A mí que me importa que condenen al Estado. Con lo que se demora un proceso en Colombia”
–“Notifíqueme en la tumba, cuando salga el resultado de ese pleito ya voy a estar muerto”
El motivo de la gritería –que terminó con el despido de la más débil– es esa licitación para la elaboración de los pasaportes que, según algunos interesados, partió de unos pliegos elaborados a la medida para que se la ganara la unión temporal de la que hace parte Thomas Greg and Sons. Pliegos que el canciller tuvo tiempo de revisar antes de que los licitantes obtuvieran 1.000 puntos de 1.000 posibles y en consecuencia tuvieran derecho a la adjudicación.
Probablemente nunca se sabrá si los supuestos “pliegos sastre” quedaron así por negligencia o por interés de alguien. Lo cierto es que dos interesados en la licitación anterior aseguran que un oscuro y conocido personaje los visitó pidiéndoles una comisión de cinco millones de dólares por la adjudicación. De acuerdo con esos testimonios, que no sostendrán públicamente, nadie pagó la coima.
En el escenario de una licitación ruidosa y cuestionada, Jorge Leyva le haría un favor a su padre manteniéndose lejos de la Cancillería, de sus funcionarios, giras y procesos.
Pero, al contrario, tiene la costumbre de aparecerse en los viajes de su papá y del presidente Gustavo Petro. Estuvo en Alemania en una reunión de sorprendidos embajadores que lo vieron pasar casi diez horas sentado en el vestíbulo de un hotel como si quisiera que alguien supiera que estaba ahí. El canciller Leyva había citado a los representantes diplomáticos en Europa aprovechando una visita del presidente Petro y de algunos de sus ministros.
También se apareció en Bruselas, en Madrid y en París. En un correo electrónico al periodista Julio Sánchez Cristo le aseguró “Yo vivo en Europa hace más de cinco años y paso la mayoría del tiempo en París (…) El mes pasado el canciller y parte de su equipo (incluido Losada) estuvieron en París, según me dijeron ellos, en misión oficial. Aproveché para saludarlos y tuve el gran gusto de compartir con ellos en varios sitios luego de sus sesiones de trabajo”.
Quizás le quedaba fácil verlos ahí en París. Sin embargo, un alto funcionario de la Presidencia me contó que Jorge Leyva se presentó, de pronto y como de la nada, en Santiago de Chile –a más de 14 horas de vuelo de París– coincidiendo con una gira presidencial.
La semana pasada, mientras estallaba este escándalo, el canciller Leyva y el presidente Petro estaban en Dubái. Allá también se encontraron, de golpe, con Jorge Leyva quien apareció como si hubiera llegado en alfombra voladora. Al tiempo que le escribía a Sánchez Cristo que vivía en París, varios miembros de la comitiva presidencial entendieron que ahora residía en los Emiratos Árabes Unidos.