Ana Bejarano Ricaurte
Una psicóloga brillante me contó hace poco que siente a la gente sombría. Que ve a la mayoría de sus pacientes cansados, tristes y desesperanzados. Y razones hay de sobra.
La Organización Mundial de la Salud lleva años advirtiendo sobre el decaimiento de la salud mental global. El fin de la pandemia del COVID-19 no implicó una mejoría moral o social en ningún sentido; solo ahondó las desigualdades e injusticias universales. No hubo revolución, ni los meses continuos de encierro nos hicieron mejores.
En el panorama global, el 2023 cierra con la presencia de conflictos de enorme volatilidad y pocas esperanzas de resolverlos. La guerra en Gaza entre Hamás y el gobierno de Benjamín Netanyahu parece no tener un fin próximo y mucho menos uno que asegure la existencia pacífica de los pueblos israelí y palestino. Este enfrentamiento ha develado, de nuevo, la hipocresía de los poderes globales frente a la comisión de crímenes de guerra unos les molestan más que otros y el resurgimiento con fuerza del antisemitismo e islamofobia hasta en los rincones de la mayor corrección política del planeta.
Lo de Gaza lanzó sombras sobre la atención global a la invasión de Vladimir Putin en Ucrania, y ese otro caos cumplirá su segundo aniversario en febrero. Expertos aseguran que Ucrania ya perdió a Crimea para siempre y será el destino probable de otros territorios hoy amenazados. A ello hay que sumarle los conflictos que encienden menos reflectores, como la inestabilidad en Libia, la guerra civil en Yemen o Somalia y hasta un golpe de Estado en Nigeria el pasado julio. Varias organizaciones internacionales están de acuerdo en que este es el año en que más se han aumentado los niveles de conflictos armados en el mundo en la historia reciente. Eso sin contar que algunos de tales escenarios implican una amenaza nuclear real.
En Estados Unidos tampoco escampa, pues Donald Trump puede hacerse de nuevo a la presidencia. Esta vez deja claras sus intenciones de perseguir críticos, perdonar a los sindicados de su esquema de corrupción y en general de usar el poder como se le venga en gana. Su contendor, el actual presidente Joe Biden, no parece con el ímpetu para detener a Trump y la fuerza de su marea autoritaria.
En América Latina se consolidan las dictaduras ya existentes, como las de Venezuela, Nicaragua y El Salvador. Los gritos de protesta que se escucharon en años pasados desde Cuba fueron acallados eficientemente. En Guatemala la toma del poder judicial se ha convertido en una amenaza de golpe de Estado en contra del recién elegido Bernardo Arévalo. El triunfo de Javier Milei en Argentina, parado en una plataforma sociopática y antiderechos, alienta a peligros similares en el resto del vecindario.
El hombre más rico de la tierra maneja la plaza pública global a su antojo y lo invitan a verificar el estado de los conflictos cual jefe de Estado. La presencia desbocada de Elon Musk en la cabeza de X para siempre Twitter augura peligros inminentes para el mundo de la información, que nadie pareciera en capacidad de anticipar o detener.
Y en Colombia la cosa no pinta mucho mejor: un presidente cada vez más radicalizado, rodeado de su círculo de aplaudidores, que insiste en tramitar sus reformas como sea, incluso mediante el empleo de todas las técnicas de politiquería y clientelismo que criticó como senador. La soledad del presidente es alimentada por su ego testarudo, pero también por ese sector que lo detesta sin distingo de lo que haga y lo critica con la fuerza que jamás empleó para otros gobernantes igual o peor de equivocados. El orden público amenazado ¿cuándo no?, la paz total o incluso parcial bien emproblemada y las promesas de cambio social de Petro cada vez más diluidas.
Vivimos ahora un mundo golpeado, en guerra, donde se desconfía de la prensa y en general de la realidad. Gente presta para encerrarse en sus burbujas e incapaz de escuchar al contradictor.
Para el horóscopo chino el 2024 será el año del dragón, un animal predilecto y privilegiado por ser el único mítico de la lista. En los años de dragón, los chinos se reproducen más que en cualquier otro. Los estudiosos advierten que los nacidos entonces tendrán la fuerza para regresar la esperanza al planeta. Pero como están las cosas da grima sumar más gente a este naufragio.