Por Carlos Alberto Ospina M.
En sentido figurado algunos perdedores son como el mal de piedra que, a pesar de las evidencias de los cálculos en las vías urinarias, insisten en que se trata de un viento encajado. Las combinaciones artificiosas de las cifras y el espíritu embustero, de por sí, desfiguran la realidad debido a la falta de rigor y la actitud amenazadora del gobierno.
La humildad de garabato, petulante y fingida, no le permite ceder ni examinar que la gente está cansada de escuchar los discursos de odio; por tanto, caminar a la deriva. Los lugares comunes y el palabreo sin sentido, poco a poco, aumentan la desaprobación que supera el 60% y a nivel regional la favorabilidad no llega al 10%. Es decir, ni a palos entra en la clasificación de figuras influentes de América Latina; en contra de lo que el megalómano, Gustavo Petro, cree ser.
Mete las narices en el conflicto entre judíos y palestinos, mientras que en Colombia doblega a la fuerza pública consintiendo que las disidencias de las Farc, el Eln y el Clan del Golfo sustituyan la presencia del Estado en el territorio. Pasa de largo enfrente a la violación del cese al fuego, el asesinato de líderes sociales, los paros armados, los secuestros, las masacres y los restantes delitos de lesa humanidad. ¿Qué se puede esperar de alguien que disfruta de la comprobada actividad nociva de incumplir y abandonar el cargo? Pues, el desequilibrio psíquico. Por ahora, no hay evidencia de sus otras aficiones extremas para la salud. ¡Allá se las componga con su actuar secreto que perturba a toda la nación!
A diferencia de las elucubraciones de Petro, el eslogan de ‘La potencia de la vida’ y ‘la paz total’ no se puede sostener. En 2023 la violencia aumentó en un 77%, la extorsión 15%, los atentados contra oleoductos 56%, los confinamientos 24% y los enfrentamientos entre grupos armados un 85% (sic – cuenta X de Katherine Miranda, representante a la Cámara del partido Alianza Verde).
El país anda de capa caída y el estado de ánimo general se encuentra por el suelo a causa de un individuo que alcanzó la primera magistratura para acabar con las bases de la sociedad civil. Petro Urrego aborrece la propiedad privada de otros, y no el registro de las posesiones de su hijo Nicolás que tácitamente adquirió con el lavado de dinero del narcotráfico.
El proyecto de ley presentado por el ministerio de Hacienda ante el Congreso de la República para aumentar el recaudo por impuesto predial contempla incrementos de 300% para predios urbanos y rurales cuyo avalúo sea superior a 580 millones de pesos. De acuerdo con el monto liquidado el año anterior para dominios con destino económico y habitacional, menor o igual a 156 millones seiscientos mil pesos, el aumento sería del 50% en cuanto a los estratos 1 y 2. Al contrario, de la interpretación forzada de los ministros de Hacienda y de Agricultura, esta alza no es ‘un alivio’ para las personas menos favorecidas. ¡Oigan a estos! A quién pretenden engañar con esas invenciones solo creíbles en el círculo cercano de descerebrados. Más bien consiste en otro ardid tributario que el Congreso debe rechazar sin pensarlo dos veces.
Continua la trampa legal. Sin importar las categorías asociadas a usos del suelo, comercial rural, habitacional, producción agropecuaria, destinos económicos, y áreas de conservación y protección; la medida también afectará al ciudadano que tenga un inmueble valorado en 290 millones de pesos con el alza del predial de 100%. En última instancia, la mentira de modificar los topes del impuesto predial busca aniquilar a la clase media, generalizar la miseria, paralizar la inversión, llevar a la quiebra a ciertos grupos social y pauperizar a la población.
El camino disimulado de la expropiación aumentará la cartera morosa y, por consiguiente, la imposibilidad de pago y el embargo de los bienes de los contribuyentes asfixiados por la carga impositiva de diferente índole. Tan delicada es la cuestión que las organizaciones armadas y los narcotraficantes encontrarán un nicho ideal para dar mayor fuerza a los desplazamientos, el despojo de tierras, la escrituración obligada de predios y el lavado de activos a manera de novedosa bonanza con la aquiescencia del gobierno del ‘cambio’. A la postre, para Gustavo Petro, los delincuentes cuentan con la especial capacidad de fascinar como gestores sociales.
La exigua legitimidad y credibilidad lo ponen en una posición de carencia, la cual intenta encubrir con argumentos falsos y disposiciones a topa tolondro. Es preciso, eliminar cualquier asomo de carta blanca o patente de corso a un sujeto que cuestiona la función y los deberes constitucionales de las demás ramas del poder; máxime cuando en quince (15) meses destruyó lo construido durante dos décadas. Este es el riesgo de elegir a un improvisador e irresponsable que juega a la ruleta rusa y la caída libre.