Los Danieles. Distopía trumpiana

Ana Bejarano Ricaurte

Ana Bejarano Ricaurte

La democracia de los Estados Unidos es una de las más importantes del planeta, y sin duda una de las más determinantes para Colombia. Y sin evaluar las bondades o dolores derivados de cómo han construido su imperio, la triste obviedad es que cualquier cosa que ocurra con la institucionalidad gringa nos afecta estructural y casi inmediatamente.  

Por eso resulta relevante la elección presidencial que se celebrará allá el próximo año. El candidato procesado, uno de los opcionados, Donald Trump, es igual de interesante como aterrador. Interesante por la unicidad de su fenómeno y fuerza política, por la capacidad de resumir y simbolizar tantas dinámicas actuales sobre su país, la economía global y el mundo de la información. Aterrador porque ya buscó quedarse fraudulentamente en el poder y parece que no dudará en volver a intentarlo. 

Ninguno de los tres procesos judiciales que han iniciado en su contra ha diezmado su apoyo. Incluso en días pasados, cuando fue acusado en el estado de Georgia y se le tomó la fotografía para la ficha policial (mugshot), se registró un decisivo e inmediato incremento en las encuestas. En ellas borra al resto de candidatos para las primarias republicanas con un 54 %. Le sigue Ron DeSantis con un escuálido 17 %. No pareciera haber, por ahora, ningún escenario en el cual Trump no sea el candidato republicano para las elecciones presidenciales de 2024. 

Por eso se dio el lujo de no asistir al último debate de los republicanos en Fox News y optó por una conversación con el comentarista Tucker Carlson directamente transmitido desde Twitter, ahora X. El anfitrión del show, fue el dueño y ejecutor del pajarito azul Elon Musk, quien parece prometer apoyo a Trump desde su poderosa plataforma y posible máquina de desinformación. La pieza de propaganda fue una espeluznante oda a la insensatez en la que volvió a repetir que le habían robado las elecciones sin prueba alguna, a repartir insultos colegiales, a lanzar frases a medias y los slogans que le permiten vivir gratis en la mente del imaginario público gringo y tal vez mundial. Lo de siempre, pero en esteroides.

Trump, como tantas figuras políticas emergentes, es peligroso porque no cree en la democracia, ni en los sistemas institucionales que la permiten, sino solamente en él mismo. Es un populista, como el de cualquier país en desarrollo, ahora amenazando con sentarse por segunda y catastrófica vez en la silla más importante del concierto internacional. The Economist habla de una nueva forma de nacionalismo paranoide que corrompe y parece esparcirse fácilmente por el planeta entero.  

Para bien o para mal, lo que ocurra en la Casa Blanca tiene directas consecuencias sobre el resto del mundo, pero en especial para sus vecinos de México hasta Argentina. Muchos países y dinámicas latinoamericanas dependerán de lo que ocurra el próximo año con la democracia gringa, pero ello resulta especialmente cierto para Colombia. 

Hace tan solo tres años, Trump dijo sobre Gustavo Petro: “no es un buen respaldo, es un socialista exguerrillero”. Asusta lo que podría ocurrir en una política exterior manejada entre Trump y Petro, pero es casi definitivo que nada bueno saldría para Colombia de ese intercambio, si es que ocurre. Por eso el minúsculo Iván Duque intentó devolver el favor de Trump al intervenir en la política norteamericana, al mover las bases republicanas de refugiados cubanos, venezolanos y otros latinoamericanos agringados en la Florida durante la campaña de 2020. Por supuesto, no tuvo ningún éxito y recibió la espalda fría de Biden una vez presidente. Quién sabe si en el caso de enfrentarse diplomáticamente Trump y Petro existiría distancia prudente, pero lo cierto es que ninguno de los dos parece ejercerla con destreza. 

Claro que la institucionalidad gringa es sólida; tanto así que el mismo loco que amenaza con reelegirse ha sido llamado a la justicia por sus crímenes. También lo es que en ese país existen muchos demócratas de todas las tendencias políticas que resistirán los impulsos totalitarios y antinstitucionales de Trump: académicos, pensadores, feministas, empresarios y líderes sociales. A eso le suman la buena noticia de que como presidente de noticias Univisión, una de las cadenas más importantes de la televisión gringa, ahora regresa el periodista Daniel Coronell, otro guardián de la búsqueda por la verdad y la democracia.

Los necesitan allá, pero los demanda también el mundo que espera en ascuas el 5 de noviembre de 2024. La invasión de Putin en Rusia, el auge de la ultraderecha europea, las relaciones del mundo con una China en descenso, el conflicto en el Medio Oriente, el posicionamiento de India el país más poblado del mundo como un gigante posiblemente autocrático en el escenario global son todas situaciones que pueden verse profundamente alteradas por un Trump presidente y amenazado con la cárcel. 

Por ahora, acá en Colombia, con un presidente obsesionado en encontrar o armar enemigos en todas las aristas de su mandato, la llegada de Trump sería una aventura peligrosa. Y esa distopía parece estar cada vez más cerca. 
 

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