Ahora que tenemos «Campeonato Mundial de Tejo» y se promociona en los grandes medios la «Lechona Fest», como parte de nuestro «desarrollo económico», resulta apropiado abordar también otros temas propios de la liviandad nacional.
No solo la credibilidad de los medios tradicionales se fue a la porra, sino que las presentadoras de los telenoticieros han llevado al set el ejercicio radial de la reportería de cabina que progresivamente desplazó el trabajo de los periodistas.
Los reporteros son los que hacen o ¿hacían? vivo y puro el periodismo.
Hasta un pasado muy reciente los reporteros iban hasta las fuentes a conocer y mostrar a los lectores oyentes o televidentes la veracidad de las noticias que recogían o de los hechos que cubrían en directo.
Ya no.
Ellas, presentadoras, comunicadoras sociales o administradoras de empresas, son las que averiguan a control remoto lo que se está viendo en las pantallas.
La cosa se puso peor ahora que los empresarios y banqueros se convirtieron en los dueños de los medios y no hayan cómo atacar el gobierno que representa a un poquito más de la mitad de los colombianos que eligieron a Gustavo Petro para gobernar durante cuatro años a todo un país administrado desde la colonia por una aristocracia muchas veces inútil y otras descaradamente corrupta.
Son los sepulcros blanqueados los que ahora llegan al set de los noticieros a mostrar sus «investigaciones» sobre el primer año de gobierno de Petro.
Así lo hizo esta semana un representante del Centro Democrático que «demostró» ante las cámaras de Caracol Televisión la inestabilidad del actual gobierno porque según pudo comprobar, el gobierno Petro mantiene encargados a funcionarios de la anterior administración, lo mismo que el daño que causa la alta rotación de figuras en los ministerios, viceministerios y otras dependencias oficiales.
El gobierno Petro dijo desde el comienzo que en los cargos públicos debe haber personas idóneas. Eso tal vez no lo entendió el investigador del Centro Democrático como explicación de la permanencia de funcionarios que vienen del gobierno anterior y que la interinidad en algunos despachos es consecuencia de estar buscando a las personas idóneas para esos cargos.
La oposición de hoy, la que como oficialismo gobernó más de 210 años a Colombia, le pide resultados inmediatos a una administración que apenas agota el primero de los cuatro años de su periodo. Sin embargo, no se avergüenza ni pide perdón por la corrupción que apuntaló dos siglos en el poder a unas pocas familias con abolengo colonialista.
Hay que tener en cuenta que casi todos los medios, le han caído a Nicolás Petro por sus presuntos vínculos con personajes non santos, no por ser Nicolás Petro , sino por ser «el hijo del presidente».
Son los mismos sepulcros blanqueados que, con el argumento de que los delitos no son heredables, defienden las candidaturas a cargos públicos y de elección popular de las esposas, los sobrinos, los tíos y los hijos de los políticos corruptos condenados por paramilitarismo, narcotráfico, enriquecimiento ilícito y cohecho.
De esa manera ¿Se les puede creer a los dueños de las fábricas, de los bancos, de los partidos de «oposición» y de los medios de comunicación?
Claro, son temas livianos frente a problemas de mayor envergadura como la caída de los puentes, el desempleo, las altas tasas de interés, los derrumbes y los temblores que para los partidos de «oposición» , son culpa de Petro.