Martes de la luenga lengua: Recipiendario, inquina, indagar, escritura-literatura, haber

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QUISQUILLAS DE ALGUNA IMPORTANCIA  

por  Efraim Osorio López/LA PATRIA

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El sustantivo apropiado para esos fenómenos naturales en su manifestación extrema es ‘furia’, definido así por El Diccionario: “Actividad y violenta agitación de las cosas inanimadas”.

Fue el 3 de marzo de 2020 cuando el doctor Jorge Raad Aljure utilizó, no sé si por primera vez, en su columna semanal de LA PATRIA el término ‘recipiendario’ en esta afirmación: “El médico es el recipiendario excelso del bien de los demás”. En ese entonces le anoté que ese sustantivo –del participio futuro pasivo del verbo latino ‘recipere’ (‘recibir’) –recipiendus-a-um’ (‘el que ha de ser recibido’)–, tiene una única acepción, ésta: “Persona que es recibida solemnemente en una corporación para ser parte de ella”. Y le recomendé reemplazarlo por ‘depositario’, con este significado: “Persona en que se ha depositado un sentimiento como amor, confianza o cariño”. Pero, como dicen que ‘la memoria es la facultad que todo lo olvida’, el doctor volvió a usarlo en esta oración: “El camino para ellos  es de diferente connotación, pero siempre serán recipiendarios (…) del beneplácito de la sociedad” (25/7/2023). Más apropiadamente, ‘merecedores’, pero también ‘depositarios’ o ‘receptores’, pues estos términos expresan la idea del redactor. No ‘recipiendarios’ ***

Uno de los columnistas de LA PATRIA que leo por gusto, no por oficio, es Fuad Gonzalo Chacón, que de cuando en cuando peca con la descarrilada escogencia de las palabras, como en esta declaración: “Aprovechando que el calor apocalíptico que azota con inquina a Europa había remitido esa noche, el público se arremolinó…” (27/7/2023). Aludo al uso equivocado del término ‘inquina’ para expresar su idea. Ello es que ‘inquina’ (de origen incierto, quizás del latín ‘inquinare’ – manchar, ensuciar, infectar, enconar’) quiere decir “aversión, mala voluntad”. Es, pues, un sentimiento propio exclusivamente de los seres humanos. Sus sinónimos son ‘antipatía, odio, animadversión, mala voluntad, ojeriza’, etc. El sustantivo apropiado para esos fenómenos naturales en su manifestación extrema es ‘furia’, definido así por El Diccionario: “Actividad y violenta agitación de las cosas inanimadas”, por ejemplo, ‘la furia de los vientos’. Aplicado al ‘calor’, indica su momento de mayor intensidad. ‘Violencia, impetuosidad, rudeza’ son también términos adecuados para ese fin. ***

El verbo ‘indagar’ es transitivo, por lo que la preposición ‘por’ está de más en la siguiente oración: “…un libro coeditado por Juan Camilo Cárdenas, Leopoldo Fergusson y Mauricio García Villegas que indaga por las raíces políticas, sociales y culturales de la lamentable situación educativa de Colombia” (LA PATRIA, Cristóbal Trujillo Ramírez, 28/7/2023). Castizamente: “…que indaga las raíces políticas…”. Es el mismo caso del verbo ‘esperar’, transitivo también, que muchos, tal vez por influencia del inglés (‘to wait for’), emplean con la preposición ‘por’, verbigracia, ‘estamos esperando por la renuncia del ministro de Defensa’ en lugar de ‘estamos esperando la renuncia…”. ***

La escritora Victoria Amelina murió en un bombardeo ruso a la ciudad de Kramatorsk (Ucrania). Según el ‘Oidor’, asiduo corresponsal de la Voz del lector, “el redactor de noticias escribió y la locutora leyó, varias veces (La W., noticias 6 a.m., 3/7/2023), que Victoria Amelina  estaba dedicada  a la ESCRITURA, como si fuera profesora de primeras letras o ella misma estuviera aprendiendo a escribir. Dedicada sí estaba, pero a la LITERATURA, como novelista que era” (LA PATRIA,  25/7/2023). Opinión más equivocada, imposible. Por algo se le dice ‘escritor’ a Gabriel García Márquez y a todo aquel que se dedica al hermoso oficio de ‘escribir’. Por esto, los diccionarios definen ‘escritura’ así: “Acción y efecto de escribir. Arte de escribir (componer libros, discursos, cartas, etc.)”. Podemos decir, entonces, que la literatura siempre es escritura y que ésta no siempre es literatura. ***

Siempre habrá quienes digan y escriban ‘habrán’ cuando debe decirse y escribirse ‘habrá’. Como ejemplo, este trino de la secretaría de Movilidad de Manizales, que podría ser de Liberland: “Habrán cierres intermitentes en ambos sentidos de la vía Panamericana durante toda la tarde” (29/7/2023). “habrá cierres intermitentes…”, es la construcción gramatical correcta, porque, como he explicado infinidad de veces, cuando el verbo ‘haber’ significa ‘existencia’, se emplea siempre, siempre, siempre, en la tercera persona del singular: ‘Siempre ha habido, hubo, hay y habrá quienes infrinjan esta norma gramatical’. 

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EL lenguaje en el tiempo

Por Fernando Ávila/ EL TIEMPO

Diversos gurús de la programación neurolingüística han afirmado repetidamente que el cerebro humano no comprende el significado del término «no», instando a evitar frases como «no puedo», «no soy capaz», «no entiendo» o «no sé». Esta perspectiva, presentada inicialmente como una forma de promover el pensamiento positivo, se asemejaba a las fábulas infantiles, como «Caperucita Roja y el Lobo Feroz», que enseñan lecciones morales a los niños sobre evitar peligros, indicó Fernando Ávila, experto en redacción y creación literaria para EL TIEMPO en un artículo. 

Sin embargo, al profundizar en esta teoría, se puede notar que algunos consideran la incapacidad del cerebro para procesar el «no» como un hecho científico. Con cada revisión, esta idea se va convirtiendo en un axioma y un dogma, obligando a creer en él sin cuestionamiento, explicó el experto.

Según Ávila, es hora de desafiar esta noción y transmitir el mensaje a programadores, «coaches», profesores, sacerdotes, entrenadores personales y otros, de que no sigan perpetuando esta creencia infundada. El cerebro es perfectamente capaz de entender el «no» y lo ha hecho durante siglos. La conciencia colectiva de toda una civilización se ha formado en torno a la comprensión de conceptos como «no matar», «no robar», «no mentir» y muchos otros principios morales. Estos mandamientos han sido inculcados en nuestra mente a través de leyes, constituciones, guías y consejos, lo que demuestra que el cerebro sí puede procesar negaciones.

(Le puede interesar: Ortografía/ ¿Al fin cómo se dice: ‘yin’, ‘yines’, ‘bluyín’ o ‘bluyines’?).

De hecho, en la vida diaria, encontramos innumerables ejemplos de cómo el cerebro capta el «no». Los letreros que dicen «no pase», «no entre» o «no siga» son comprensibles para la mayoría de las personas. Incluso en el arte y la música, encontramos expresiones como «no, porque tus errores me tienen cansado» de Armando Manzanero o el Poema del «no» de Rafael Guillén, agregó el experto.

En resumen, Ávila señaló la idea de que el cerebro no entiende el «no» carece de fundamentos científicos y no debe perpetuarse. Nuestro cerebro es capaz de procesar negaciones, lo que ha sido crucial para el desarrollo de una sociedad civilizada. Por lo tanto, es esencial erradicar esta falacia y promover una comprensión precisa del funcionamiento del cerebro humano.

Según Fernado Ávila, en una ocasión reciente, se menciona que «Marina Granziera confesó cómo inició en la televisión». Sin embargo, es más adecuado reescribir esta declaración como «Marina Granziera reveló cómo se inició en la televisión», evitando así la connotación negativa que la palabra «confesó» puede tener, ya que la noticia no se trata de confesiones de crímenes o pecados. Además, el verbo «iniciar» debe usarse en su forma pronominal cuando se habla del comienzo de una carrera o actividad, como en «cómo se inició en la televisión».

Otro ejemplo de mejora en la comunicación es el término «reggaetón», que proviene del inglés jamaiquino y se ha adaptado al español como «reguetón». Esta adaptación aparece en el Diccionario de Americanismos y también en el Diccionario de la lengua española, por lo que es más adecuado utilizar la forma aceptada en español al referirse a este género musical.

Con estos pequeños ajustes, Ávila asegura que podemos mejorar la claridad y precisión en nuestras comunicaciones y evitar malentendidos innecesarios. La elección adecuada de palabras y la atención a los detalles contribuyen a una transmisión de información más efectiva y precisa.

EL SONETO DE POMPILIO IRIARTE

Con este querido poema daré comienzo al taller “El humor es cosa seria”, en el Gimnasio Moderno. Si logro hacer sonreír a mis alumnos, me daré por bien servido en este país que vive haciendo chistes, pero que en gran medida carece del sentido del humor. 

Un abrazo. 

Motivo de tristeza no hay ninguno 

Muy próximo a morir, un hombre viejo 

–si por viejo se entiende quien es noble–, 

un hombre sin las ínfulas del roble, 

sin el lugar común del vino añejo; 

un viejo joven si por tal se entiende 

el bien reído abuelo y gran risueño, 

el anciano que nunca frunce el ceño 

y, aunque tenga razón, a nadie ofende; 

este difunto joven saldrá indemne 

del elogio del párroco, solemne, 

quien antes del ritual inoportuno 

nos pedirá entre lágrimas de risa: 

“Propongo que por hoy no hagamos misa, 

motivo de tristeza no hay ninguno”. 

Pompilio Iriarte 

6/08/2023. 

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