Por Salvador Álvarez
Los medios de comunicación tradicionales y en particular la revista sensacionalista Semana, subordinados a una clase dirigente tradicional y rica, no desaprovechan oportunidad para enlodar el nombre del presidente Gustavo Petro aunque es el jefe del Estado colombiano.
Los gobiernos del mundo entero miran con respeto a la persona investida desde hace un año como el presidente de Colombia, menos los «nuestros».
Todavía la Fiscalía General de la Nación y su arrogante jefe no han dicho cuáles son los delitos en los que incurrió el candidato Gustavo Petro para convertirse en Presidente de la República, pero «nuestros» medios están a punto de condenarlo.
Mientras tanto amplifican a los cuatro vientos las peticiones de «nuestras» encopetadas señoras de bien que piden «…que renuncie Petro».
Los «nuestros» son los dueños de todo tipo de empresas grandes, industrias y bancos, dueños de los puestos de trabajo que ejercen la mayoría de los directores de los medios de comunicación que exigen a sus colegas periodistas sesgar las noticias de acuerdo al mandato de sus dueños porque, además no cuentan con manuales de estilos en los cuales se enmarque el quehacer periodístico, su responsabilidad social, su compromiso con la verdad y con la ética.
Por eso publican la verdad que les ordenan sus dueños, «nuestros» dueños, porque la libertad de información o «libertad de prensa» que llaman, es más bien un derecho a leer, oír, lo que dicen ellos.
Los «nuestros» que no encontraron espacio entre los nuestros migran a otros lugares, no van a otros mundos que no existen, se van a convertir en «nuestro» el ideario político que les prestan para salir del anonimato o la pobreza.
Se siente pena ajena por «nuestros» colombianos que se convirtieron en «republicanos» estadounidenses que persiguen a los inmigrantes.
Con acento paisa, costeño, bogotano o un híbrido marcado con un prestado «ammm» parecen blanquearse cuando dicen por la radio colombiana que ellos, los «nuestros», se sirven de las publicaciones de Semana «para informar a «nuestros» congresistas republicanos sobre lo que realmente está ocurriendo con el régimen izquierdista que ha tratado de instaurarse infructuosamente en Colombia.»
Ya no son los «nuestros».
Muchos de «nuestros» indígenas y mestizos hacían parte del ejército «realista» que enfrentó a las tropas del libertador Simón Bolívar en la Batalla de Boyacá.
Tampoco fueron «nuestros».