Por Óscar Domínguez G.
En buena hora, el presidente Petro ha formulado un llamado al desescalamiento del lenguaje, es decir, a no “armandobenedettiar”. Expidió el decreto 1117 del 5 de julio, toda una revolución sin balas en materia de buenas maneras pues ordena hacerles pasito a los elenos y tratarlos “como una organización armada rebelde”.
Petro clasifica como el nuevo Carreño. Si todos nos hacemos pasito como lo sugiere el inquilino de Palacio, la paz total está de un cacho. Acogiéndome al espíritu de ese decreto envié algunos mensajes:
Salud, presidente Gustavo Leonardo, como le decía su mamá cuando lo iba a regañar. Como la caridad empieza por casa, lo invito a jalarle al espíritu del 1117. Usted se porta bien hasta que sale al balcón. En ese romántico lugar los adjetivos que se le ocurren eclipsan los de sus gurúes Chavez y Maduro. Mi pacífica sugerencia es que utilice el balcón solo para llevarle serenatas a doña Verónica. Otra sugerencia: póngase la mano en el considere y piense que eso de llegar tarde – o no llegar – es parte de mala educación. Sus reiteradas desapariciones de la escena están como para una serie en Netflix. Hasta el momento el patrono de los perdidos es el profeta Jonás que se esfumó tres días y regresó a casa alegando que se lo había tragado una ballena. Yo creo más bien que el hombre tenía un arrocito en bajo en Nínive. Invite a sus fugas, presidente. Callaré como Benedetti.
Ajá, cuadro, Armandito Benedetti: Le pido acogerse también al alma del 1117 y dejar ese léxico de plaza de mercado que le activaría la disfunción eréctil a cualquier actor del cine porno. Vaya a las asustadurías que lo reclaman y suelte el rollo. A la hora de escoger nuevos adjetivos le recomiendo leer a Quevedo y Villegas y a Lope de Vega. Yo veré, Armandito, yo veré.
Alebrestados en armas del ELN, salud. Aprovechen que el presidente les está dando tratamiento de monjitas de la caridad. Los queremos ver ennieteciendo. Ustedes son una guerrilla con ínfulas teológicas. No adjetivan: prefieren secuestrar, traficar, dinamitar el tubo. Para quienes están en La Habana escuchando boleros en “Dos gardenias”, rico. Sospecho que no deja de ser maluco para quienes andan pateando los códigos en predios del mosquito, el jaguar y la anaconda. Muchachos, cojan oficio.