Nueva York intenta regular las bicicletas y patinetas eléctricas para evitar incendios

Bicicletas y patinetes carbonizados tras el incendio de una tienda de reparación de bicicletas eléctricas en Chinatown el 20 de junio. Foto Amir Hamja/The New York Times

Por Winnie Hu

Su novia le dijo que no comprara el patinete eléctrico.

Pero Alfonso Villa Muñoz estaba fascinado. Estaba trabajando en una bodega de Brooklyn el pasado agosto cuando un repartidor le dijo que conocía a alguien que vendía uno por 700 dólares. Y Villa Muñoz dijo que sí.

El patinete era rojo cereza con el número 7 en la parte delantera. Bajo el asiento había una batería extragrande de iones de litio. Cuando había que cargarla, Villa Muñoz la sacaba del patinete y la llevaba con las dos manos hasta el tercer piso del apartamento de la pareja en College Point, Queens.

Un mes después, la batería explotó en la sala, desatando llamas que envolvieron el apartamento. Villa Muñoz llamó a gritos a Stephanie, su hija de 8 años, que dormía. No pudo atravesar el muro de humo negro para llegar hasta ella. Stephanie murió por inhalación de humo.

“Es como si trajeras la muerte y la destrucción a tu casa, y no solo a ti, a todos los que te rodean”, dijo Villa Muñoz, de 36 años, quitándose los lentes para secarse las lágrimas. “Puedes perderlo todo”.

Framed photos of Stephanie Villa Torres, 8, one of the 23 victims of fires sparked by faulty lithium batteries in New York City since 2021.
Stephanie Villa Torres, de 8 años, fue una de las 23 víctimas de incendios provocados por baterías de litio defectuosas en la ciudad de Nueva York desde 2021. Foto José A. Alvarado Jr. para The New York Times

Las bicicletas eléctricas y los patinetes eléctricos han inundado las calles de Nueva York en los últimos años, acogidos tanto por repartidores como por turistas como una nueva forma económica y eficiente de transportarse. Pero, a medida que estos dispositivos han ido ganando popularidad hasta convertirse en casi omnipresentes, las baterías que contienen han convertido a la ciudad de Nueva York en el epicentro de un nuevo tipo de incendio feroz y de rápida propagación.

Estos incendios son “singularmente peligrosos”, advirtió Laura Kavanagh, comisionada de bomberos de la ciudad. Con poco o ningún aviso, las baterías pueden incendiarse dejando segundos a la gente para escapar. En solo tres años, los incendios provocados por baterías de litio han empatado con los incendios por causas eléctricas y han superado a los provocados por cocinar y fumar como principales causas de incendios mortales en la ciudad.

Las razones del aumento de estos incendios son varias. Entre ellas están la falta de regulación y de pruebas de seguridad para los dispositivos de propiedad individual, las prácticas de carga peligrosas (como el uso de equipos inadecuados o la sobrecarga) y la falta de zonas de carga seguras en una ciudad densamente poblada con numerosos edificios residenciales, donde se originan la mayoría de los incendios.

Pero para los neoyorquinos que dependen de las bicicletas eléctricas y otros dispositivos alimentados por baterías para hacer entregas o ganarse la vida de otra manera, los incendios los han obligado a elegir entre la estabilidad financiera y la seguridad personal.

En todo el país se han reportado más de 200 incidentes de incendio o sobrecalentamiento de micromotores en 39 estados, con un saldo de al menos 19 víctimas mortales, según la Comisión de Seguridad de Productos de Consumo de Estados Unidos. Pero la organización subrayó que el problema es especialmente grave en zonas densamente pobladas como Nueva York. En Londres, los incendios provocados por baterías de litio son el riesgo de incendio de más rápido crecimiento, con 57 incidentes de bicicletas eléctricas y 13 de patinetes eléctricos este año, según la Brigada de Bomberos de Londres.

En Nueva York, los incendios provocados por baterías de litio han causado la muerte de 13 personas en lo que va de año, cuatro de ellas en un incendio originado el martes en una tienda de bicicletas eléctricas de Chinatown. Un total de 23 personas han muerto en incendios de baterías desde 2021. Hasta la fecha, durante este año se han producido 108 incendios, frente a los 98 del mismo periodo en 2022.

Durante la pandemia, cuando el transporte público se vio comprometido y la demanda de comida a domicilio se disparó, por toda la ciudad aparecieron bicicletas y patinetes eléctricos baratos y de dudosa calidad.

Los neoyorquinos en busca de buenas ofertas se lanzaron a comprarlos. Como muchos de los residentes vivían en espacios estrechos, cargaban las baterías en sus apartamentos.

Pero cuando una batería de litio se sobrecalienta o funciona mal, la suerte está echada; la velocidad y el impacto de los incendios de baterías de litio hacen que sean especialmente peligrosos, sobre todo cuando las personas viven cerca unas de otras.

Esto ha hecho que cada vez más propietarios prohíban las bicicletas eléctricas y otros dispositivos de movilidad eléctrica, mientras que los líderes de Nueva York han trabajado para prevenir los incendios en varios frentes. En septiembre, Nueva York se convertirá en la primera ciudad del país en prohibir la venta bicicletas eléctricas y otros dispositivos de movilidad eléctrica que no cumplan con las normas de seguridad reconocidas.

Los funcionarios municipales y de bomberos también han presionado para que haya una mayor supervisión estatal y federal de los dispositivos, han cerrado estaciones ilegales de carga de baterías, trabajan con aplicaciones de reparto de comida para educar a los trabajadores y lanzaron mensajes de servicio público con baterías que explotan.

“Tengo preocupaciones muy muy serias a corto plazo”, dijo la comisionada Kavanagh. “Estos dispositivos ya están aquí, y hay muchos”.

Blue Citi bikes parked in a row at a docking station.
Tras un incendio en un almacén de Citi Bike en 2019, la seguridad de las baterías se convirtió en una prioridad para el programa de bicicletas compartidas. Ahora solo usan baterías certificadas según las normas de seguridad y con sensores incorporados para controlar su estado en tiempo real. Foto José A. Alvarado Jr. para The New York Times

En marzo de 2019, Citi Bike, el popular programa de bicicletas compartidas, estaba cargando sus bicicletas eléctricas con pedales en su almacén de Brooklyn cuando se produjo un incendio.

Comenzó con un fuerte estruendo como el disparo de una pistola. Luego vinieron las llamas con chispas de color cromo saliendo disparadas y un torrente de calor. “En un instante, las baterías empezaron a estallar en llamas una a una, como un efecto dominó, yendo de derecha a izquierda”, relató un testigo en el informe del jefe de bomberos. “En 10 segundos, toda la fila superior se convirtió en un mini infierno”.

Aunque los incendios de bicicletas eléctricas empezaban a ser un problema, los bomberos conocían los peligros de las baterías de litio desde hacía años. Al principio se centraron en las baterías altamente reguladas de los sistemas de almacenamiento de energía, que mantienen la electricidad de reserva para los edificios.

Leo Subbarao, que trabajó como ingeniero de protección contra incendios en el departamento hasta 2019, recordó que se había hablado en aquel entonces sobre si la ciudad debería permitir que un sistema de almacenamiento de baterías se colocara debajo de una vía de metro elevada. Los funcionarios de bomberos pusieron fin a eso rápidamente.

“La tecnología avanza muy rápido y nosotros tratábamos de ponernos al día con la normativa”, explica Subbarao, profesor de la Escuela John Jay de Justicia Penal.

Tras el incendio de Citi Bike, la seguridad de las baterías se convirtió en una prioridad para el programa de bicicletas compartidas. Solo utiliza baterías certificadas conforme a las normas de seguridad y con sensores incorporados para controlar su estado en tiempo real, así como un interruptor de apagado. En el almacén, cada batería se inspecciona y se carga en un estante con separadores de hormigón a prueba de fuego. Desde que se añadieron estos protocolos, no se ha producido ningún incendio importante en Citi Bike.

Los bomberos también revisaron el código de incendios de la ciudad, que ahora exige que los edificios cuenten con medidas de seguridad, como una sala de carga exclusiva con un rociador, cuando se cargan más de cinco bicicletas eléctricas.

Pero el código no contempla el uso individual de las bicicletas eléctricas, y los inspectores de incendios no entran en las viviendas privadas para comprobar si hay infracciones de seguridad sin una orden judicial. Así que no hay salvaguardas para evitar lo que le ocurrió a Josue Mendez.

Josue Mendez, wearing a black baseball hat, black T-shirt and khaki pants, sits outside of the New York Stock Exchange in New York’s financial district.
Mientras cargaba una bicicleta eléctrica durante la noche en su dormitorio, Josue Mendez se despertó y vio que “echaba humo” y luego explotaba. Logró escapar.  Foto José A. Alvarado Jr. para The New York Times

En 2021, Josue Mendez, repartidor a domicilio, había enchufado una batería de bicicleta eléctrica junto a la cama en su apartamento del Bronx. Se despertó y vio que “echaba humo”, y luego explotó como fuegos artificiales. Mendez y su familia salieron corriendo por la puerta, perseguidos por las llamas. Mendez, inmigrante mexicano de 31 años que sufrió quemaduras en la espalda y los brazos, le agradece a Dios haber sobrevivido al fuego.

Tras el incendio, la familia de Mendez se mudó a otro edificio en el norte de Manhattan. A principios de este año, el edificio prohibió las bicicletas eléctricas, pero no las baterías, que son las más peligrosas. Así que Mendez estacionó su bicicleta eléctrica en la calle y subió las baterías al piso de arriba para cargarlas.

A delivery worker rides an e-bike at night on Manhattan’s Upper West Side.
Las baterías de las bicicletas eléctricas contienen mucha más energía que las de los celulares y, en consecuencia, son más destructivas en caso de incendio. Foto José A. Alvarado Jr. para The New York Times

Las baterías de litio, que se utilizan comercialmente desde 1991, tienen antecedentes de provocar incendios en computadoras portátiles Dell, teléfonos inteligentes Samsung y monopatines, lo que ha generado que las empresas hayan retirado grandes cantidades de esas baterías del mercado.

Sin embargo, tras años de investigación para “eliminar el peligro”, las baterías de litio ahora son más seguras, según Adam Barowy, ingeniero de protección contra incendios especializado en baterías de litio del Fire Safety Research Institute de UL Research Institutes, una organización sin fines de lucro.

En el interior de una batería de litio se agrupan varias celdas pequeñas. Cuando se utiliza la batería, los iones de litio se mueven entre los electrodos internos de cada celda generando una corriente eléctrica. El peligro se produce cuando una célula entra en “fuga térmica”, una reacción en cadena en la que el calor se desarrolla con extrema rapidez, creando una amenaza de incendio y a veces de explosión. Una célula puede entrar en fuga térmica por una sobrecarga, un defecto de fabricación o incluso el calor de una célula adyacente de la batería que ya esté en fuga térmica.

Pero el mercado presiona a los fabricantes para que añadan más energía a las baterías, lo que puede sobrepasar los límites de seguridad. Las baterías de las bicicletas eléctricas contienen mucha más energía que las de los celulares y, por tanto, son más destructivas en caso de incendio.

“El problema es que estamos tratando de exprimir demasiada energía de estas baterías, y eso las hace más peligrosas”, dijo Nikhil Gupta, profesor de ingeniería mecánica y aeroespacial en la Escuela de Ingeniería Tandon de la Universidad de Nueva York.

A long metal case with a New York Yankees sticker on it that holds a lithium battery.
Así puede lucir una batería de litio para una bicicleta eléctrica. Foto José A. Alvarado Jr. para The New York Times

Que las baterías sean más potentes es solo una parte de la razón por la que tantas bicicletas eléctricas y patinetes eléctricos se están incendiando. Los autos eléctricos y los sistemas de almacenamiento de energía, cada vez más adoptados para luchar contra el cambio climático, requieren mucha más energía y, sin embargo, provocan menos incendios.

La diferencia, según los expertos en baterías y seguridad contra incendios, es que esas industrias están estrechamente reguladas y tienen que pasar por varias capas de pruebas para demostrar que sus productos son seguros. Hasta hace poco, las bicicletas eléctricas y los patinetes eléctricos no habían recibido un escrutinio similar.

Victoria Hutchison, directora de proyectos de investigación sénior de la Fire Protection Research Foundation, afirma que la falta de normas de seguridad y de requisitos de pruebas ha permitido la entrada en el mercado de dispositivos más baratos, de baja calidad y con baterías de seguridad cuestionable. “Esa es realmente la raíz del problema”, afirma.

Estos productos de dudosa procedencia también dificultan las demandas de las víctimas. A menudo, las baterías quedan destruidas en los incendios, e incluso cuando se pueden recuperar, pueden carecer de marcas identificativas que permitan rastrear a un fabricante o distribuidor específico al que se pueda responsabilizar legalmente, según abogados y expertos en incendios.

La Comisión para la Seguridad de los Productos de Consumo ha aumentado su supervisión de los dispositivos de movilidad eléctrica, instando a las empresas a “cumplir las normas de seguridad voluntarias establecidas o enfrentarse a posibles acciones legales”. Y los legisladores neoyorquinos, entre ellos el senador Chuck Schumer, han propuesto un estándar federal de seguridad para las baterías de litio utilizadas en esos dispositivos.

Ash Lovell, directora de política y campañas sobre bicicletas eléctricas de PeopleForBikes, la asociación nacional de fabricantes de bicicletas, que ha pedido más normas de seguridad, afirma que las baterías de baja calidad no reflejan la situación general del sector de las bicicletas eléctricas. La mayoría de sus miembros también venden bicicletas eléctricas en Europa, donde ya cumplen estrictas normas de seguridad.

Marilu Torres holds a photo of her daughter, Stephanie. She stands with her boyfriend, Alfonso Villa Muñoz, and her son, Jefferson Jimenez.
Marilu Torres, la madre de Stephanie, cuya fotografía sostiene, dice que el patinete eléctrico que nunca quiso la ha desgarrado. Está junto a su novio, Alfonso Villa Muñoz, a la izquierda, y su hijo, Jefferson Jiménez. Foto José A. Alvarado Jr. para The New York Times

Cuando Villa Muñoz trajo a casa el patinete eléctrico rojo de la bodega, no venía con ningún certificado de seguridad. Creía que no tenía ningún motivo de preocupación.

Conoció a su novia, Marilu Torres, en una fiesta en Sunset Park, Brooklyn, en 2013. Él bebió demasiado y dejó su suéter y una tarjeta de identificación. Ella se los devolvió. Se fueron a vivir juntos y al año siguiente nació Stephanie.

La llamaban “gatito” porque de pequeña maullaba. Tenía un gran corazón para todas las criaturas, incluso para los caimanes y las tarántulas. “Le gustaban las cosas raras y las hacía suyas”, dijo Jefferson Jiménez, de 19 años, hijo de Torres.

Villa Muñoz dijo que compró el patinete eléctrico para que Jiménez pudiera montarlo. También lo utilizó para hacer dinero extra entregando pedidos de Grubhub.

Pero entonces empezaron los problemas. Un día, Villa Muñoz se quedó sin batería. Tuvo que empujar el patinete en casa. “Voy a tirarlo a la basura”, recuerda que se dijo a sí mismo. Cuando enchufó la batería, no se cargaba.

Su compañero de trabajo en la bodega le trajo otro cargador, y luego otro, hasta que por fin uno funcionó. Esa noche, Villa Muñoz se llevó el cargador y la batería a su apartamento y se fue a dormir. Horas más tarde, se despertó con un humo “como la cosa más oscura que jamás hayas visto”.

Con graves quemaduras en la cara, los brazos y las manos, Villa Muñoz pasó dos meses en el hospital. Estaba allí cuando descubrió que la causa de toda la miseria y devastación había sido la batería.

Torres dijo que el patinete eléctrico que nunca quiso la ha destrozado.

Susan C. Beachy colaboró con investigación.

Winnie Hu es reportera de la sección Metro, especializada en transporte e infraestructuras. También ha cubierto temas de educación, política en el Ayuntamiento y Albany, el Bronx y el norte del estado de Nueva York desde que se incorporó al Times en 1999.


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