Gustavo Rojas Pinilla y el 13 de junio de 1953

El general Gustavo Rojas Pinilla rodeado de quienes apoyaron su golpe de estado al presidente Laureano Gómez el 13 de junio de 1953. Foto El Espectador

Por Hernán Alejandro Olano García *

El 13 de junio de 1953, Laureano Gómez, que se encontraba separado del mando, probablemente por un síndrome apopléjico, reasumió el poder comunicando esa decisión en un comunicado dirigido a los Gobernadores, Intendentes y Comisarios, que decía así:

“Comunícole en la mañana de hoy he reasumido el ejercicio de la presidencia de la república. El gobierno continuará la obra política y administrativa adelantada por el ilustre presidente Roberto Urdaneta Arbeláez y, por lo tanto, cuenta con que usted continuará prestándole sus valiosos servicios. Salúdolo, Laureano Gómez”.

A las 10:30 de la mañana, desde la casa de Laureano Gómez, Luis Ignacio Andrade llamó al presidente Roberto Urdaneta a decirle que el titular deseaba hablar con él. Aunque Urdaneta estaba enfermo, ofreció ir a la casa de Laureano, pero se insistió en que éste prefería ir a Palacio; ya se vislumbraba que reasumiría el mando, lo cual quedó plasmado en un comunicado de prensa escrito por Jaime Uribe Holguín:

“Comunicado de la Presidencia de la República. El presidente de la República, Excelentísimo Señor Laureano Gómez, reasumió esta mañana, en el palacio de la Carrera, sus funciones como jefe del Estado. El presidente Gómez se separó del ejercicio del mando a raíz de la enfermedad que padeció en octubre de 1951. En su reemplazo actuó desde entonces el Excelentísimo señor Roberto Urdaneta Arbeláez, en su calidad de designado encargado de la presidencia. El presidente Gómez convocó esta mañana a los ministros. En la reunión se concertó la inmediata acción administrativa para continuar la fecunda obra realizada por el presidente Urdaneta y para terminar los preparativos de la Asamblea Nacional Constituyente que se reunirá en Bogotá el lunes próximo”.

Gómez dictó el Decreto 1467, por medio del cual, sin motivación alguna, se llamó a calificar servicios al Comandante General de las Fuerzas Militares, general Gustavo Rojas Pinilla y luego salió de palacio nombrando a Jorge Leyva como ministro de guerra y comandante del ejército a Régulo Gaitán, regresando luego de nuevo a su casa del barrio La Magdalena.

Rojas, quien se encontraba en Melgar, se desplazó a Girardot en un viaje de una hora, en el que fue asediado por los cuerpos secretos del Ministerio de Gobierno, pasó al aeropuerto de Flandes y desde allí viajó a Bogotá llamó primero a Urdaneta desde el Batallón Caldas y a las seis de la tarde llegó a la sede presidencial. Rojas manifestó a Urdaneta el apoyo de las Fuerzas Militares y le dijo: “Gustavo, te agradezco mucho este gesto de adhesión y afecto, pero no puedo continuar en la Presidencia mientras el doctor Gómez no presente renuncia”. 

Hace 70 años el general Gustavo Rojas se dirigió a los colombianos para anunciarles que asumía el poder en un incruento golpe de estado. Foto Wikipedia

 Rojas Pinilla, también conocido por su apodo <Gurropín>, accedió entonces al poder con el lema “Por la Patria: Paz, Justicia y Libertad”. En la noche de ese sábado, a las diez de la noche, se escuchó la siguiente alocución radial del nuevo presidente:

COLOMBIANOS: Ante la tremenda crisis política del país, la situación del orden público, el desasosiego nacional y otros hechos de serias implicaciones morales que culminaron con el relevo intempestivo del Presidente Urdaneta Arbeláez, la destitución del Ministro de Guerra y el retiro de altos oficiales de las Fuerzas Militares, pretermitiendo las fórmulas constitucionales y legales, las Fuerzas Armadas de la República, leales a las supremas consignas que desde la historia le dan al Libertador y a la Patria misma, y con la exclusiva orientación de encauzar al país por las vías de la unidad, tan profunda y largamente suspirada por todos los buenos colombianos, por las vías del orden fecundo de la auténtica justicia para todos, del verdadero progreso para las comarcas, sin distingos de ninguna naturaleza, y de la paz ennoblecedora y munífica todo según los cánones primordiales de Cristo Nuestro Señor y de bolívar, han determinado hacerse cargo del Gobierno del país. Las Fuerzas Armadas llaman a todos los colombianos de buena voluntad, no corroídos por viles pasiones de secta, ni por mezquinos intereses particulares, a formar en la cruzada que, fiel al mandato tradicional de la Patria, pone a esta por encima de los partidos y al bien común por encima de las conveniencias de castas y de grupos.

No más sangre, no más depredaciones, a nombre de ningún partido político, no más rencillas entre hijos de la misma Colombia inmortal. Paz, Derecho, Libertad, Justicia para todos, sin diferenciaciones y de manera preferente para las clases menos favorecidas de la fortuna, para los obreros y menesterosos. La Patria no puede vivir tranquila mientras tenga hijos con hambre o en desnudez.

Las Fuerzas Armadas estarán en el poder por el tiempo necesario para organizar las condiciones en que puedan realizarse unas elecciones puras, de las que salgan, por los sistemas genuinamente democráticos, los mandatarios, los legisladores y los jueces que el pueblo colombiano quiera darse en plena libertad.

Las Fuerzas Armadas agotaron todos los esfuerzos posibles, en la persona de su comandante General, para buscar otras soluciones, lejos de las que ahora se han visto obligadas a adoptar, para salvar la Patria.

Fiel a las tradiciones de la República, el Gobierno mantendrá sus relaciones internacionales dentro de rígidas normas de lealtad, y cumplirá sus compromisos sin ninguna vacilación.

Envío un saludo emocionado en estos históricos instantes a las valientes tropas colombianas que luchan en Corea al lado de las Naciones Unidas.

COMPATRIOTAS: Por las Fuerzas Armadas, que dominan, sin derramamiento de sangre, todo el territorio nacional, y que son depositarias de la herencia sagrada del Libertador, hacia una Colombia justa y fuerte”.

El primer gabinete de Rojas fue integrado así:

Ministro de Gobierno, Lucio Pabón Núñez;

Ministro de Guerra, General Gustavo Berrío Muñoz;

Ministro de Hacienda, Antonio Álvarez Restrepo;

Ministro de Obras Públicas, Santiago Trujillo Gómez;

Ministro de Trabajo, Aurelio Caicedo Ayerbe;

Ministro de Educación, Manuel Mosquera Garcés;

Ministro de Relaciones Exteriores, Evaristo Sourdis;

Ministro de Fomento, Alfredo Rivera Valderrama;

Ministro de Minas, Pedro Nel Rueda Uribe;

Ministro de Justicia, Antonio Escobar Camargo;

Ministro de Agricultura, General Arturo Charry;

Ministro de Salud Pública, Braulio Henao Mejía;

Ministro de Comunicaciones, teniente coronel Manuel Agudelo.

La Asamblea Constituyente ratificó los poderes al presidente Rojas hasta el final del período y lo reeligió para el período 1954-1958; lo primero a través de la siguiente declaratoria, consagrada en los apartes del Acto Legislativo # 1 de 1953, sancionado por el presidente de la Asamblea:

El general Rojas Pinilla en el balcón del Palacio de la Carrera (Hoy Palacio de Nariño) ante una multitud que aclamaba su llegada al poder en 1953. Foto El Tiempo

LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE,

Declara:

1. Que el 13 de junio del presente año, quedó vacante el cargo de presidente de la República;

2. Que es legítimo el título del actual presidente de la República, teniente General Gustavo Rojas Pinilla, quien ejercerá el cargo por el resto del período presidencial en curso.

Dado en Bogotá, a 18 de junio de 1953.

Publíquese y ejecútese, El presidente, Mariano Ospina Pérez.

El secretario, Rafael Azula Barrera.

Como estaba previsto, el 15 de junio se reunió la Asamblea Nacional Constituyente y el 18 de junio, a través de un Acto Legislativo, se legitimó a Rojas en el poder hasta el 7 de agosto de 1954.

Rojas había nacido en Tunja el 12 de marzo de 1900, se graduó de maestro de escuela superior en la Normal de Varones de Tunja. En 1917 recibió en el Colegio de Boyacá el título de Bachiller en Filosofía y Letras y luego ingresaría a la Escuela Militar de Cadetes. Fue delegado de Colombia al Supremo Comando de las Fuerzas Militares de las Naciones Unidas en Washington y recibiría en Estados Unidos el título de doctor en Ingeniería Civil en el Tri-State College, una universidad situada en la pequeña población de Angola, en el estado de Indiana. Fue ministro de comunicaciones del gobierno de Ospina Pérez y Subjefe del Estado Mayor de la Junta Interamericana de Defensa en los Estados Unidos.

Durante la administración Rojas Pinilla, fue casi totalmente erradicada la violencia política en Colombia, se construyó el Ferrocarril del Magdalena, se creó la empresa Cementos Boyacá, el Banco Popular y la Planta Termoeléctrica de Paipa; se fortaleció Acerías Paz de Río; se establecieron las Residencias Universitarias Femeninas; se construyó el Club y el Hospital Militar y se trajeron desde Cuba a los técnicos para la instalación de la televisión nacional, que empezó sus transmisiones el 13 de junio de 1954, con un programa en remoto desde Tunja.

Se creó la Secretaría Nacional de Asistencia Social SENDAS, dirigida por la hija del presidente, María Eugenia, “La Capitana del Pueblo”. En beneficio de los sectores agrarios se fundó el Banco Ganadero, el fondo Nacional del Algodón y el Instituto Nacional de Fomento Tabacalero; se construyó el Aeropuerto El Dorado, se decretó puerto libre a San Andrés y para ello se construyó allí el aeropuerto Centenario y se reorganizó el Instituto Nacional de Abastecimientos INA, para la venta de artículos de consumo subvencionados por el Estado, que ya había sido establecido en la administración Ospina Pérez.

Como dato curioso, la administración Rojas creó la “Orden del 13 de junio”, para premiar los méritos de los nacionales; copia de dicha medalla se encuentra en el Museo Militar de Bogotá.

Luego se generó descontento hacia el Gobierno y se vio comprometido por ciertos hechos narrados en diferentes libros, entre los cuales se pueden contar “la estricta censura de prensa y el incidente de la Plaza de Toros”, pues en Colombia “llenar plaza” es un sinónimo de éxito, no sólo en el caso de la lidia de reses, sino al escenario donde prueban su suerte “los caudillos en trance electoral, sometiéndose a la prueba de los vítores, chiflidos o aplausos y espacios vacíos”. Alberto Lleras había anunciado su regreso a Bogotá y que asistiría el siguiente domingo a la plaza de La Santamaría, presentándose un “mano a mano” de éste con María Eugenia Rojas, la Nena, hija consentida del presidente Rojas Pinilla, pues cuando Lleras hizo su aparición, “de la plaza repleta surgió una estruendosa ovación, que se contagió a la abigarrada multitud que desarrollaba actividades diversas en los contornos… Terminada la corrida, un tumulto alborozado se integró en manifestación improvisada que tomó la carrera séptima sin ser interferida por la Fuerza Pública. Pero no hay manifestación que perdure en una tarde dominical por una Bogotá vacía. Para el siguiente domingo, la Alcaldía adquirió 7.500 boletas que distribuyó a la Brigada y la Policía con instrucciones de los mandos respectivos para que se asistiera en traje de civil. La otra mitad la distribuyó la Alcaldía entre sus empleados y trabajadores del aseo. La Policía Militar relevó a la Nacional en la vigilancia interna y externa de la plaza”.

Como se sabe, las instrucciones buscaban neutralizar una segunda silbatina contra María Eugenia y su esposo, el senador Samuel Moreno Díaz, quienes, por órdenes de la autoridad deberían ser “vivados” al ubicarse en el Palco de Honor. La Policía Militar resolvió entonces golpear a los que no aclamaron al gobierno o hubieren visto participar de la silbatina. Aunque se habló de muchos muertos, en realidad sólo hubo uno que se cayó de la tribuna; lo que sí hubo fue incontables heridos.

“El Supremo”, como lo conocían sus detractores, estaba con mala prensa, debido además a la creación de la “Sociedad Ganadera de Patiño”, integrada por la familia presidencial, lo cual hizo que muchos otros no le dieran trascendencia a mezclar su trabajo público con negocios particulares.

El general estaba en mal momento, lo había perturbado la soberbia del poder, la lisonja, la obediencia servil, la adulación de sus áulicos que lo distanciaba de la realidad. El año de la luna de miel desmesura el alcance y la permanencia del fervor multitudinario que lo rodeó y le impidió medir la volubilidad de las masas”, como lo describió el general Álvaro Valencia Tovar.

*Hernán Olano García, autor del artículo

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