Por Carlos Alberto Ospina M.
Con creces, Daniel Quintero Calle, es el peor empleado que ha sufrido Medellín desde el momento en que se instituyó la elección popular de alcaldes. Un individuo carente de capacidades intelectuales, megalómano, desprovisto de talento y con tendencia a la provocación de conflictos.
En mala hora unos cuantos esnobistas comieron cuento a este camaleón ideológico y paracaidista que descendió sobre la ciudad para destruir lo bueno; dando habitación al desorden, el desgreño administrativo y la putrefacción. No tiene cómo mostrar una iniciativa propia que vaya de la mano del progreso integral del distrito, las necesidades reales de la población y el cabal cumplimiento del plan de desarrollo. Difícil salir a salvo con un tegua de conducta reprobable.
Quintero Calle, domina más el oficio de proxeneta de la política que de probado mandatario. Él se esfuerza por comprar a gente sin conciencia, convenir con un oportunista septuagenario exgobernador de Antioquia, entregar computadores y marranos a Juntas de Acción Comunal que, dicho sea de paso, unos ediles bastante cuestionados que cobran Un Millón Ochocientos Mil pesos para ‘tramitar becas’ y demandar favores sexuales por parte de menores de edad a cambio de realizar esa diligencia. Cualquier bicho viviente sabe que, el alcalde, es un fanfarrón y en propios términos, un conchudo. Léase, caradura.
En los últimos días se escucha vociferar al decaído personaje local acerca de los efectos del impacto de la pandemia en los indicadores negativos de la ciudad, cuando en verdad, la razón de fondo está en su nefasto e ineficaz gobierno.
Al estilo indirecto de Petro y a sombra de ese padrino, Daniel Quintero, saca del sombrero inexistentes datos estadísticos e improbables cifras positivas. La simple observación empírica, lo hace quedar mal parado, por mentiroso. Sin embargo, presume de renovador de las prácticas politiqueras sin pasar de ser un individuo superficial, fingido, intrigante y capaz de vender su alma al mejor postor. Así como incrementó de manera dudosa su patrimonio, legalizó contratos con empresas de papel, implementó la operación nepotismo en favor del peculado por apropiación y saltó la barda de varias colectividades hasta caer como una bomba encima de la capital del departamento de Antioquia.
Cosa nunca vista, alzar la copa de la desgracia para celebrar la intención delictiva de reducir a pedazos la malla vial, desvalijar el plan de seguridad alimentaria, remplazar ‘la tacita de plata´ por un basurero a cielo abierto, acabar con los programas recreativos de la tercera edad, y abandonar las placas deportivas y los parques, causándole la muerte a un niño de 13 años que le cayó encima un columpio debido a la falta de mantenimiento. ‘Todo junto, como al perro los palos’, cabe responsabilidad civil extracontractual y penal a Daniel Quintero; no obstante, mandar al otro día de la tragedia a llenar de pinturita la atracción infantil del barrio Belalcázar. ¡Qué ofensa y desprecio al dolor de los familiares del joven fallecido, Juan Manuel Flórez!
El aspecto de piel de cordero corresponde al privilegio odioso que posibilita repetir babosadas a diestra y siniestra, mientras las plazas de vicio andan de picos y dichosos con el viento suave de la bonanza ilícita. Saborean similar prosperidad los fleteros, los delincuentes callejeros, las prostitutas, los drogadictos, los reducidores, los habitantes en condición de calle, los corruptos de turno y mil nidos de ratas alrededor de La Alpujarra. Es fácil identificar dónde merodea el roedor mayor.
Daniel Quintero carece de compromiso, pertenencia, transparencia y en especial, de certidumbre moral. De esta conducta, no se puede esperar ningún respeto a la dignidad. Cual veleta mueve las plumas de acuerdo con la opinión pública desfavorable y los indicios de nuevas investigaciones en su contra. A bombo y platillos vende humo, exhibe supuesta gestión u obras inverosímiles; cita a ruedas de prensa a periodistas áulicos, arrodillados y sin criterio; ofrece aparente patrocinio al Atlético Nacional para mantener enfilados a algunos bandidos de la denominada Barra Los del Sur y de ese modo, poder adelantar la solapada campaña política en los sectores populares. En pocas palabras, pone a Telemedellín de palito de tendedera a fin de suscribir contratos con cuestionados y problemáticos “hinchas” del verde paisa. ¿Delito de testaferrato o enriquecimiento ilícito? Ahí le queda el interrogante y la labor de pesquisa a las ‘ías’.
Es el colmo que proceda a demarcar el devastado pavimento urbano con material de pésima calidad más afín a agua de cola y lejos del termoplástico en frío (MMA). La alcaldía debe controlar, frenar y resolver la invasión de los predios del antiguo basurero de Medellín o morro de Moravia que se transformó en otro asentamiento humano irregular y bomba de tiempo. De la misma índole, Quintero Calle, pasa de largo respecto a las injurias contra el conglomerado empresarial antioqueño, la desbordada extorsión a los venteros, la indisciplina de los motociclistas, el estacionamiento ilegal, el tránsito libre de precursores químicos y las intrigas para dañar la elección de la Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia.
De sentido común, Daniel Quintero Calle, más fácil representa a un donnadie que, a un funcionario, de quilates. Las explicaciones falsas que divulga y el manoseo mediático producen el efecto opuesto, dejándolo con un palmo de narices a causa de: la inseguridad, la dejadez por lo que toca a las instituciones educativas, la desidia en el control de la movilidad, el deterioro del espacio público, la incorrección de ciertos contratistas de obras civiles y las construcciones pendientes de Carabobo Norte y Las Palmas; entre innumerables asuntos de desgobierno que, de por sí, tapan la boca al alcalde. No hay que dar vueltas al argumento. Por eso, sale chiflado de todo espectáculo que se realiza en el Estadio Atanasio Girardot. A Medellín le dieron gato por liebre.
Enfoque crítico – pie de página. La esposa del alcalde Quintero, Diana Osorio, intentó menospreciar al ‘Tino’ Asprilla. La parodia de esta lengua serpentina queda así: “Daniel, mucho tráfico de influencias, pero trabaja un poquito el cerebro también”.