Contra la opinión de los habitantes de más de 600 barrios ubicados sobre la carrera séptima de Bogotá, la alcaldesa Claudia López comenzó la construcción del «Corredor Verde» que sepultará la histórica arteria vial de la capital de la República.
Retroescavadoras, equipo pesado y personal obrero de los contratistas demolieron la semana pasada las instalaciones de una estación de gasolina y de un lavadero de carros, ubicados en la carrera séptima con calle 127, en el norte de Bogotá.
Los predios fueron adquiridos hace más de dos años por la administración distrital.
Para entonces los vecinos pensaron que se trataba de la anunciada obra de un cruce elevado o puente para agilizar el paso de vehículos que ordinariamente congestionan el lugar cuando circulan de oriente a occidente y viceversa, interrumpiendo el tránsito por la avenida carrera séptima.
Ahora los propietarios de los apartamentos que integran varios conjuntos del sector temen la desvalorización futura de los inmuebles, previo el costoso pago de la «valorización» predial que acostumbra la administración distrital para la ejecución de obras que, como éstas, no solo suman el rechazo de los habitantes de la zona sino el deterioro consiguiente que crea su constitución en fuente de trabajo informal para vendedores ambulantes e instalación de todo tipo de negocios ilegales, entre ellos el microtráfico de drogas.
Algunos propietarios ya salieron a vender sus apartamentos