Aunque buenas son las rosas, las cintas, los lirios, los anturios, las magnolias, los crisantemos, cintas, lenguas de suegra, ficus, costilla de adán y decenas de matas para adornar casas y apartamentos, la moda ahora consiste en tener, cerca de la cocina o en el patio, plantas comestibles, hierbas aromáticas y hasta cebolla y papa criolla.
Uno de los preferidos es el cilantro –compañero permanente en la cocina y que acompaña toda clase de platos—y que en realidad es fácil de sembrar, sólo bastan una maceta, tierra abonada, semillas –que se consiguen en muchos supermercados—, agua y mucho, mucho cariño.
El cilantro es una hierba aromática de larga historia. Los egipcios lo ponían en sus tumbas y los romanos colocaban sus semillas debajo de las almohadas para deshacerse de los dolores de cabeza. Aunque procede del Mediterráneo, se utiliza sobre todo en la cocina de la India y en los países de América Latina. Las hojas frescas se usan para dar sabor a carnes, ensaladas, caldos, arroz y para decorar los platos.
El cilantro se usa en la gastronomía mexicana para la preparación de salsas, del famoso guacamole, para los frijoles, con sus hojas se agrega un sabor peculiar a sopas y antojitos.
En herbología se utilizan los preparados de cilantro por sus propiedades estimulantes, antiespasmódicas, antiinflamatorias y anti bactericidas; y como alimento posee un alto contenido de vitaminas y antioxidantes.
La producción de cilantro en México, por ejemplo, asciende a más de 50 mil toneladas anuales y aun cuando compite en usos gastronómicos con otras especies consideradas “exóticas”, la versatilidad de sus usos y el potencial de los mismos, le confieren un lugar importante en investigaciones, producción y en la agroindustria.
Es muy difícil de mostrar dónde nació el cilantro. Expertos sugieren que surgió en el Este cercano, el sur de Europa o el norte de África ya que en estas regiones hay grandes cantidades de la hierba en estado silvestre. Pero desde hace 3 mil años se cultiva para que tenga la característica que queremos. De cierta forma lo hemos “domesticado”.
Su planta está compuesta por el tallo erecto, hojas compuestas, flores blancas y frutos aromáticos y todo es comestible, aunque lo que más se utiliza en la cocina son las hojas frescas y las semillas secas. Se encuentra presente en la cocina india, latinoamericana, china, del sudeste asiático y, en menor medida, en la mediterránea. Además, tiene otros usos como aromatizante siendo usado en licores, bebidas digestivas, perfumería y sopas.
Es un poderoso agente limpiador natural que ha sido usado para remover metales tóxicos. Los compuestos químicos del cilantro se adhieren a los metales tóxicos desprendiéndose de los tejidos, la sangre y los órganos.
OTROS BENEFICIOS
Es reconocido por ser un desintoxicante natural, nivela los valores de las plaquetas para tratar la anemia, es un excelente remedio para los malestares menstruales, aumenta el colesterol bueno y disminuye cualquier padecimiento estomacal.
En esta ocasión hablaremos de su labor para la eliminación de metales pesados del organismo, se sabe que existen al menos 23 diferentes tipos de metales pesados que causan altos niveles de toxicidad en el cuerpo, se acumulan a través de los alimentos, el agua y el aire y nos enferman.
Algunos de los síntomas que producen en el organismo son:
El Mercurio puede producir trastornos neurológicos, temblores, insomnio, pérdida de memoria, problemas neuromusculares y dolores de cabeza.
El Plomo puede producir anemia, hipertensión, disfunción renal, daños en el sistema inmunitario; mientras que el Cadmio puede perjudicar a nuestros riñones, a nuestro sistema óseo y a nuestro sistema respiratorio.
El Arsénico inorgánico puede producir lesiones en la piel, alteraciones en nuestro sistema nervioso periférico, diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer.
La recomendación es consumir jugo o agua de cilantro.
De todas formas, sembrar, cuidar y animarse a mostrar sus nuevas cosechas se convierte en un delicioso pasatiempo. (GRS-Prensa).