Por Jorge Eliecer Castellanos
EL SERMON DE LA CRUZ DEL CALVARIO.
Mas de 300 profecías anunciaron que Jesús de Nazaret, vendría por primera vez, estaría entre los suyos y los suyos no le recibirían y sería el salvador del mundo.
Se da cuenta en los enunciados proféticos de los 39 libros del primer testamento quien es el Mesías prometido para la redención del mundo y además de todos los episodios que sucederían con El Rey de Reyes, como sería su primera venida anunciada al planeta, donde y cuando nacería, quienes serían sus padres, la estrella de conjunción planetaria que lo predecería, quienes le adorarían, cuál sería su ministerio, como destruiría el templo y cuando se reedificará y, desde luego, su pasión, muerte y resurrección.
En el libro EL SERMON DE LA CRUZ DEL CALVARIO, se compilan estas predicciones y además, se resaltan las profecías pertinentes a Jesus de Nazaret, el único nombre debajo del cielo dado a los hombres para ser salvos, tanto en su estratégica misión redentora como propiamente en el discurso proferido en el madero de la cruz del Gólgota, en donde dejó claramente plasmado el eterno mensaje de salvación y con su derramamiento de sangre preciosa perdonó nuestras almas y expió nuestras culpas.
La obra del Sermón en la cruz del Calvario, hace énfasis en el doloroso viacrucis, en el testamento oral de la Cruz, en la muerte pavorosa en el Gólgota, todos estos hechos debidamente anticipados setecientos y más años atrás del advenimiento de JESUS.
Describen los textos judeocristianos que El Eterno Dios, Todopoderoso, creador de todo lo creado, envió a su hijo Jesucristo del cielo a la tierra como demostración ilimitada de su infinito amor, piedad y compasión por la humanidad, para que, con su pavorosa inmolación en la cruz del Calvario, pagara el precio de nuestras iniquidades, transgresiones y pecados.
EL Nazareno recibió los peores azotes y oprobios para salvarnos de la muerte eterna, según las escrituras. Fue nuestro substituto y fianza. Entregó su vida en el Gólgota para asumir nuestras rebeliones.
El descomunal sacrificio de crucifixión realizado por Jesucristo en beneficio de la redención de los seres humanos es la trascendental e inconmensurable evidencia del amor del Padre celestial a la extraviada y caída humanidad.
La enemistad nuestra con el Eterno ha sido reconciliada por Jesús de Nazaret.
Hemos conseguido, a través de la redención de Jesús, la restauración de la comunión con el Padre.
Su alma agonizante con desespero interminable exclamó una eterna y sublime predicación, pletórica de absoluta solemnidad espiritual, detallada en las páginas DEL SERMON DE LA CRUZ DEL CALVARIO, EN 13 CAPITULOS, dejando para la posteridad sentencias reveladoras que repicarán internamente y por siempre en lo recóndito del sistema auditivo de todos los seres humanos: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen…” “Todo esa consumado…”
Por último se recogen cruciales aspectos de informes médicos científicos sobre la flagelación, la corona de espinas, la crucifixión propiamente dicha, a manera de autopsia forense y se reúnen en el mismo hilo conductor de la obra, las previsiones escriturales sobre las evidencias de la resurrección y primordialmente sobre el próximo retorno de Jesús a la tierra, que de conformidad con la narración escritural vale decir que es muy próxima según las señales de estos tiempos, empero que solo conoce el Padre ETERNO pues nadie sabe ni el día ni la hora de la segunda venida visible y corporal de Jesús, El Cristo.
Conmueve también que el Apóstol Pablo se haya interrogado: ¿quién me libertará de este cuerpo de muerte? Asombra, igualmente, que la única respuesta haya sido: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”.
Hoy, resucitado y glorificado, Jesús de Nazaret, el salvador del mundo sigue y seguirá siendo por los siglos de los siglos: «el único mediador entre Dios y los hombres»