Por Guillermo Romero Salamanca
Una noche de 1979 Rodolfo Aicardi llegó feliz a los estudios de grabación de Discos Fuentes y le dijo a Pedro Muriel: “Tengo el éxito para este año. Lo escuché en Ecuador y vamos a grabarlo”.
En un casete estaba la interpretación de una orquesta peruana, “Los hijos del sol”.
Escucharon las dos estrofas que tiene la canción: “Lloro por quererte / Por amarte y por desearte/ Lloro por quererte/ Por amarte y por desearte /Ay cariño ay mi vida. Nunca pero nunca/ Me abandones cariñito/ Nunca pero nunca/ Me abandones cariñito”.
Eso era todo. Nada más decía la letra, pero tenía sentimiento.
De inmediato Pedro Muriel –el grabador de más de 300 grandes éxitos de Discos Fuentes—llamó al equipo de Los Hispanos. El maestro Luis Carlos Montoya, experimentado arreglista para los temas tropicales se encargó de los arreglos. Ya había dado resultado con “Boquita de Caramelo” que había servido de resurgimiento para Rodolfo y ahora tendrían otro gran éxito. Lo presagiaban.
Luis Carlos Montoya es un músico hábil. Toca violín, guitarra, acordeón, bajo y las notas musicales ruedan en su mente con agilidad.
Lucho Cruz “Condorito”, Jaime Uribe, el mono Ospina, Jairo y Guillermo Jiménez conformaron la nómina que grabó “Cariñito”. “Rodolfo no podía grabar si Jairo no ponía el bajo”, cuenta ahora Pedro Muriel.
Lo que presentían se volvió realidad. Ese diciembre el éxito nacional fue “Cariñito” y lo más sensacional, al año siguiente repitió el triunfo y para no creerlo, en 1981, también lo fue.
En tabernas, bares, discotecas, buses, taxis se cantaba “Lloro por quererte, por amarte y por desearte”.
«Desde hace más de veinte años, «Cariñito» es uno de los temas más interpretados en las festividades de fin de año en Colombia, según los reportes que nos hacen», comentaron en la Sociedad de Autores y compositores, Sayco.
La década de los ochenta el tema dio para ser editado en decenas de compilados de Discos Fuentes. En los famosos 14 cañonazos salió en varias ediciones y era un tema obligado en los conciertos de Rodolfo Aicardi. “Tenía que cantarlo hasta 3 veces”, dice ahora Pedro Muriel.
Mientras tanto en el Perú, al maestro Ángel Aníbal Rosado García le decían que su canción “Cariñito” era muy popular no sólo en Colombia sino en Venezuela, Centro América, Ecuador, Chile, Argentina, México, Estados Unidos y España, tierras donde nunca iría ni conocería.
El hijo de los profesores Moisés Rosado y María García le interesó la música desde muy joven. A los 15 años él mismo fabricó con sus manos su primera guitarra con la cual buscó sus emolumentos en las presentaciones en sitios donde la música criolla peruana le solicitaban sus canciones.
“Chinita”, “Odio” y “Amenazas” fueron sus primeras composiciones con las cuales se dio a conocer.
Múltiples cantantes le grabaron en ritmos como cumbia, chicha, salsa y valses temas como «Mis Celos«, «Mis Ensueños«, «No me Culpes«, «Adiós a mi Guitarra«, «Falsa Indiferencia«.
Se había convertido en el rey de la música criolla o chicha como la llaman allá.
Las famosas Lucila Campos y la inalcanzable Eva Ayllón también le interpretaron temas como la popular “Ruperta”.
A su casa le llegaban las historias a don Ángel Aníbal Rosado de sus éxitos. En el 2002 le hablaron y pudo ver la película colombiana “Te busco”,dirigida por Ricardo Coral y que narraba cómo un músico organiza una orquesta con el fin de conquistar a una cantante.
Una tarde, mientras veía “Un día de furia” con Michael Douglas estaba impresionado con la forma como este exempleado emprende una caminata en la cual se le presentan todo tipo de adversidades, una pelea en una tienda, un tiroteo y de un momento a otro, escucha en la película su canción “Estúpido de mi”.
A pesar de los grandes éxitos, Ángel Aníbal Rosado vivía modestamente en Perú. Recibía regalías por sus letras, pero los costos de su enfermedad eran altos. Sus últimas apariciones en televisión las hizo en silla de ruedas. Tenía una pensión como maestro de música. Un cáncer de próstata lo llevó a la muerte y sus gastos fúnebres fueron sufragados por sus colegas compositores. Sólo en su lecho cantaba una y otra vez sus canciones.
No conoció la dimensión de sus composiciones.
El día de su despedida, miles de amigos, compañeros y peruanos criollos se unían al sentimiento de los comentarios de periodistas y gente del común. Se iba Ángel Aníbal Rosadio, un compositor que nació y murió pobre, pero que hizo bailar a millones de personas.
El coro de quienes lo acompañaron desde la iglesia hasta el cementerio decía: “Lloro por quererte / Por amarte y por desearte/ Lloro por quererte/ Por amarte y por desearte /Ay cariño ay mi vida. Nunca pero nunca/ Me abandones cariñito/ Nunca pero nunca/ Me abandones cariñito”.