Hace 53 años fue capturado y ejecutado Ernesto Che Guevara en las montañas de Bolivia. Entrevista con el coronel Gary Prado quien comandó el operativo en el que cayó el médico y guerrillero argentino.
Por Oscar Domínguez Giraldo
- Aló, La Paz, tenemos a Papá.
- Aquí La Paz, saludos a Papá.
De esta forma, el alto mando boliviano ordenó hace 53 años el fusilamiento del comandante Ernesto Che Guevara, capturado por una patrulla al mando del entonces capitán Gary Prado.
Desde entonces, siempre en octubre, revive el recuerdo del Che capturado el 8 y ejecutado el 9 de octubre.
Como si se tratara de un tour por Tierra Santa o el Camino de Compostela, la ruta del Che en Bolivia se ha convertido en atracción turística con el aval del gobierno.
El Che, que fracasó en su empeño de exportar la revolución cubana, gana batallas turísticas después de su muerte que le llegó temprano, a los 39 años.
El rosarino, que alguna vez anduvo por Colombia, es de esas personas que vivieron de una vez varias vidas futuras. Guevaristas pura sangre lo comparan con Jesucristo o con Ghandi.
“Si estuviera vivo el Che…”, se lamentan en La Habana críticos nostálgicos de la revolución conducida por los hermanos Castro con quienes el argentino discrepó finalmente por el rumbo que tomaron las cosas. Según algunos seguidores de la letra menuda de la revolución, una fuerte discusión con Raúl terminó en trifulca en presencia de Fidel.
Luego vendría la salida del Che al que sería su destino final: las selvas de Bolivia donde terminó su andadura.
El icónico Che (palabra guaraní que significa “usted” o “tú”) despacha todos los días desde la plaza José Martí con su imagen que reproduce la famosa foto de Alberto Korda, con Guevara despelucado, la mirada perdida y la boina que se volvió tan inmortal como él.
Creativos publicitarios han clonado esa fotografía para promover cosméticos, licores, carros lujosos, ropa íntima femenina.
EL CORONEL
También en octubre retoma notoriedad el coronel Gary Prado quien departió extensamente con el Che antes de su ejecución por el subteniente Mario Terán, siguiendo el libreto dictado desde La Paz y Washington. Los bolivianos fueron entrenados por la CIA.
En octubre hace tres décadas y monedas, el periodista Germán Santamaría, de El Tiempo, y este reportero de Colprensa y Radio Súper, visitamos en su casa de Santa Cruz de la Sierra al coronel Gary, quien se desplazaba ágilmente en silla de ruedas, cigarrillo en mano.
Prado aclaró que lo que lo redujo a la silla fue accidental, pues en ningún momento fue víctima de la trágica maldición que persiguió a muchos de los que participaron en la captura y muerte del guerrillero que incluyó a Colombia en un viaje en moto por Suramérica.
Prado, vinculado a tres golpes militares y fugaz candidato a la presidencia de su país, estimó que el Che estuvo mal informado y se equivocó al tratar de iniciar su intentona subversiva en una zona campesina afecta al gobierno boliviano.
Contactamos a Prado gracias a los buenos oficios un economista colombiano que había asesorado a militares golpistas.
En una de las charlas que tuvimos con el paisano influyente al margen de la posesión del presidente Paz Estenssoro que habíamos ido a cubrir, nos dijo que podía ponernos en contacto con el coronel en su casa de Santa Cruz de la Sierra.
Llamó por teléfono a su amigo Prado quien de inmediato aceptó; al día siguiente volábamos hacia la bella y caliente ciudad que me recordó a Medellín.
En la otra foto, el Che Guevara, en La Habana, observa una partida de ajedrez que juegan el colombiano Boris de Greiff y quien sería el campeón mundial, el soviético Boris Spassky. La foto fue publicada en uno de los libros del fallecido maestro Boris.
Conversación con Gary Prado
-¿Alguna coincidencia ideológica con el Che?
-Tengo mi propio pensamiento político. No comparto la tesis de la internacionalización de los problemas que propugnaba el Che. Creo que cada país tiene qué hacer su propio esfuerzo. Ahora: estamos de acuerdo en cuanto a buscar el bienestar de las clases más oprimidas. Considero que ninguna de las tesis que defendió pueden transplantarse a Bolivia.
-¿Cuál es su reacción cuando se le orden enfrentar al Che?
-Como capitán andaba convencido de lo que hacía, con decisión y plena confianza en mis soldados con los cuales me había entrenado durante cuatro meses para enfrentar este tipo de cosas. Más bien lo que teníamos era un ansia de acabar rápidamente con el problema.
-¿Acabar con el problema incluía dar de baja al Che?
-Liquidar el foco guerrillero.
-¿Cómo se produce el enfrentamiento con la guerrilla?
-Al amanecer del 8 (de octubre) recibimos una información de un campesino de la región, lo que demuestra que están más del lado de las Fuerzas Militares. Lo hace autónomamente, no por interés ni por ninguna recompensa. Viene desde su propiedad que está a unos cuatro kilómetros de La Higuera. Nos informa que ha visto a los guerrilleros en la quebrada. Montamos el operativo en dos horas y conseguimos cercarlos. Quedó un pequeño grupo fuera de él que seguramente estaba en la misión de la exploración o algo así. Lo enfrentamos en un combate que dura casi tres horas. Pero conseguimos destruir la fuerza del foco y capturar al Che Guevara.
-¿Cómo se produce la captura?
-Él pretendió romper el cerco, herido ya, ayudado por otros guerrilleros y fue a dar precisamente donde teníamos nosotros desplazados a varios soldados. Estos soldados lo detienen y lo llevan a mi presencia. Después de los primeros auxilios es llevado a La Higuera para su posterior evacuación.
-¿Estaba muy herido?
-Sí. Estuve todo el día hablando con él. Estaba herido pero no de gravedad.
-¿De qué hablaron?
-Un poco preguntándole qué hacía en Bolivia, por qué su afán de traer a mi país enfrentamiento, sangre. Preguntándole por qué no había tomado (en cuenta) esos factores que ya hemos mencionado antes. Conversamos de todo eso en el transcurso de la noche.
-¿Qué tono se utiliza en la entrevista?
-Un tono cordial, respetuoso de ambas partes.
-¿No ve miedo en el Che Guevara?
-Yo creo que más bien encontraba un gran desaliento porque veía que, indudablemente, había fracasado en su empeño. Comparaba su actitud como cuando uno dice: Yo ya no doy más, basta.
-¿El Che les dijo a los soldados que era más importante vivo que muerto?
-Eso les dijo a los soldados que estaban a punto de disparar contra él cuando iba a traspasar el cerco.
-¿Cómo se produce la marcha hasta La Higuera?
-Ya para la marcha lo desatamos porque no tenía personal suficiente para cargarlo. Teníamos varios muertos y heridos y él estaba en condiciones de ir caminando. Marchamos aproximadamente unos tres kilómetros, cuando estaba oscureciendo.
– ¿Cómo se produce la muerte del Che?
– Las operaciones se suspenden. Al otro día llega el comandante de la división, el coronel Centeno. Son como las siete. Vio al prisionero. No le preguntó nada. Después recibió instrucciones de perseguir al resto del grupo que había quedado. Guevara quedó con el comandante de la División y los otros jefes. Cuando retorné a La Higuera, el Che ya estaba muerto. Se recibieron instrucciones de La Paz en el sentido de que debía ser eliminado.
-¿Quién lo elimina?
— Un suboficial del ejército, Mario Terán. No hay nada que ocultar ahí. El consejo de guerra no se hace en el lugar, deben haberlo hecho en La Paz, en el alto mando. Llega la orden a Centeno de que debe ser ejecutado. Se elige a un suboficial para que ejecute la orden. Nada más.
-¿Pero el Che no era más importante vivo que muerto?
-Viendo la cosa desde una perspectiva más amplia creo que había sido muy difícil para Bolivia el juzgar al Che Guevara. Ya teníamos el precedente del conflicto permanente a raíz del juicio a Regis Debray. La presencia de periodistas, presiones de todo lado, de gobiernos de Francia y Alemania, el hacerle un juicio a persona de cuarta categoría había generado tantas dificultades. Repetir lo mismo con el Che habría generado un alboroto especial. Después del juicio, condenarlo a 30 años de cárcel, dónde tenerlo… Bueno, creo que todos esos problemas se analizaron y adoptó tal determinación.
-¿La medida fue correcta?
-No estoy analizado si lo fue o no. Lo que estoy analizando es lo que habría podido ocurrir en los altos niveles de mando. Los que toman la decisión son quienes tienen que decidir si la medida fue correcta o no.
-¿Usted ha podido dormir tranquilo?
-Por supuesto. Creo que no he hecho nada que vaya en contra de mis obligaciones profesionales.
-¿Usted, sus soldados, no sintieron el deseo de darle de baja?
-No. La situación era ésta. Me sentía sumamente contento de que mi tropa haya conseguido la captura del jefe de la guerrilla.
– ¿En ese momento era consciente de la dimensión del Che?
-No tanto. Conocía sus antecedentes, lo habíamos estudiado durante la preparación. No veía la magnitud de lo que iba a significar eso, particularmente para Bolivia.
-¿Cómo ve al Che en sus últimas horas?
-Lo veo muy convencido en cuanto a su afán de llevar su revolución a toda la América. Era su pensamiento central, estaba convencido de que podía llevar a la América Latina a un nuevo estado de cosas. La tarea era mucho más grande de lo que él se la imaginaba, creo yo.
-¿Quince años después nadie habla del Che en Bolivia?
-Excepcionalmente se le recuerda, se le rinde algún homenaje, pero no queda nada ni en Bolivia ni en América.
– ¿Qué pasó con su cadáver?
– Fue incinerado días después de que fue mostrado a toda la prensa en Vallegrande.
– ¿Le cortaron las manos?
-No. Esa es una invención. No hay tal. Con seguridad.
-Lo de las manos parece que es cierto…
-Solamente los dos pulgares pero después fueron incinerados también, cuando se evidenció hasta la saciedad que se trataba del Che.
-¿Y del diario?
-Fue vendido por Algueras en cincuenta mil dólares.
-Los protagonistas finales han tenido final trágico. El general Centeno Anaya…
-Sí, fue asesinado en París. Un comando Che Guevara se atribuyó el asesinato. Selich murió por efectos de política interna, fue detenido como opositor al general Banzer. Se le golpeó en una celda. Aguilera está en servicio activo.
-¿A usted nunca le pasó nada?
-Nunca recibí ninguna amenaza.
-¿Y Mario Terán, el suboficial?
-Sigue en el ejército.
-¿Lo de su accidente (que lo obliga a andar en silla de ruedas) es algo fortuito?
-Sí, considero que fue así. Después de que conseguí que un grupo derechista abandonara una instalación petrolera, sus efectivos accedieron a rendirse. Se resolvió el problema y entregaron las armas. Les pedí que las descargaran y cuando las estaban manipulando para descargarla salió el disparo. Todo fue totalmente accidental.
-¿A quien se le disparó el arma no le pasó nada?
-Nada. No había razón.
-¿Cómo ha cambiado su vida?
-Bueno, la circunstancia de no poder caminar, no poder tenerse en pie, implica numerosos problemas. Pero después he tenido más tiempo de meditar, de estudiar… He estado elaborando un estudio sobre lo que ha sido la actividad militar en los últimos 30 años de la vida del país.
– ¿Y de pronto para pensar en el aviso que dice: “Gary, presidente”?
– Es muy temprano para eso.