Quehacer de mentirosos

La "fuerza" opositora. Foto Radio Santa Fé

Por Carlos Alberto Ospina M.

Razono con más facilidad la jerga de un persistente equivocado que las babosadas de un mentiroso. A diario escucho la algarabía y la supuesta indignación de varios embusteros patológicos que, diseñan trampas, para pasarse de listos y desviar la atención de la opinión pública al momento de meter la pata, debido a ese doble proceder.

No pierdo de vista la falta de solidez moral de diferentes personajes aupados por unos periodistas ideologizados que, al unísono, esparcen calumnias e injurias; imprecisiones y tergiversaciones de la verdad; publicidad política y falsas noticias; enfoques subjetivos y sesgos informativos; venganzas personales y retaliaciones mediáticas; odios y frustraciones; entre disímiles dosis de pestilentes vocabularios.

Tanto en razón del fondo como de la forma hay que tener cuidado con el lenguaje, el teclado, la cámara, el micrófono, el enfoque o la red social al servicio de un interés particular. La táctica de hacerse el tonto funciona para el engañoso que activa planes y respuestas proforma en tono grandilocuente.

Las Farc, las disidencias y desiguales sectores de la oposición son expertos en formatear, lo que designo como grises misiones de la invención, hasta obligar a pagar el último cuadrante de sus disimuladas venganzas, durante el espacio en que intentan lavarse las manos manchadas con los múltiples delitos de lesa humanidad.

A través de la mecánica redundante de abandonar la veracidad, presionar a favor de la ilegalidad e insistir en el lugar común de los “enemigos de la paz”, elementales individuos buscan posicionar una narración unilateral de la historia, desviada y absolutista, de hombres tan viles y miserables, como los demás actores de la violencia. El mentiroso insulta, porque carece de evidencia irrefutable; por lo mismo saca de debajo de las piedras algún beneficio.

¿Puede dar ejemplo, Iván Cepeda Castro, con su procaz y resentida voz? Este socio irrestricto de las Farc defendió a capa y espada la libertad del narcotraficante y delincuente Seuxis Pausias Hernández Solarte, alias Jesús Santrich, quien se burló de la marrullera perspectiva legal de la JEP. Al estilo del mejor productor de eventos sociales y experto en el montaje de shows circenses, Cepeda Castro, acompañó la salida de la cárcel La Picota del auto flagelado Santrich. “Le están violando los derechos humanos”, dijo el congresista a un puñado de imberbes informadores que le comieron cuento como niños deslumbrados con el exceso de fantasía. 

¿Dónde tiene el dedo índice de la mano izquierda el senador del Polo Democrático Alternativo? Apuntando hacia la impunidad de los crímenes atroces cometidos por la guerrilla. Jamás de los jamases les ha invitado decir la verdad ni reparar a las víctimas. Cualquier asomo de aplicación de justicia en contra de los excombatientes se convierte en la oportunidad para atacar a los jueces y a los magistrados, al tiempo de desviar la atención e influir con su frase de cajón cancerígeno: “siguen atacando el acuerdo de paz”. ¿Discurso del odio?  Al igual que otros enmascaramientos inoculados por éste sujeto y la afinidad doctrinaria de ciertas divisiones de la rama judicial, favorecen la construcción de un relato del conflicto cargado de absoluciones, imprecisiones y desequilibrios que no corresponden con la realidad. En la guerra todos están de acuerdo para lo malo. 

Iván Cepeda Castro, déjese de fábulas patrañeras y del tonito autoritario que le hace un flaco servicio a nuestra imperfecta democracia. A idéntico nivel despótico descienden la senadora María Fernanda Cabal y la vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, a causa de las frecuentes ligerezas. La enfermedad epidémica devastadora de Colombia es la clase política sin distinción alguna.

La locución coloquial “no ser cojo ni manco” dista de los enfoques y los ambages del alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, que al estilo Petro, usa la enfermedad para atenuar los efectos adversos de la plataforma acordada a espaldas de sus 304.034 votantes y del resto de medellinenses. En siete meses de incongruente mandato, Quintero Calle, ha mentido con toda la boca en igual de ocasiones, y el solo hecho de traicionar, lo pone contra la pared el primero de enero de 2021.

Sin salida ni fuerza alternativa y menos, puntería, se encuentra la falsaria, Griselda Lobo Silva, más conocida como Sandra Ramírez, viuda de “Tirofijo”. La señora Lobo negó que el reclutamiento de menores fuera una política de las Farc. También afirmó que “no existen pruebas” contra el alucinado Santrich. ¿Qué se puede esperar de una mujer que abandonó a su hijo de 8 días de nacido? Nada distinto a desnaturalizar y justificar las crueldades hechas por las Farc.

La segunda vicepresidenta de la mesa directiva del Senado, Sandra Ramírez o Griselda Lobo Silva, logró un cargo directivo en el Congreso para supuestamente oficiar de mentirosa, tal como lo es el denunciado violador de niños y adolescentes, Carlos Antonio Losada, cuyo sobrenombre es “Tornillo”. ¡Cuán enroscada quiere estar las Farc en el poder!, invocando a todos los santos. ¿Será? Enfoque crítico – pie de página. Guerrilleros y paramilitares comparten cultivos, insumos, laboratorios, rutas, exportaciones, distribución y lavado de activos. Los nuevos mejores amigos narcotraficante

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