Ricardo Bada
¿Podrían ustedes hacer una lista de algunas de sus canciones predilectas? Yo sí. Entre las de lengua inglesa, The Man I love (notable por lo homosexual, aunque disimula bastante el hecho de que suele cantarla una mujer), St. Louis Blues, In the Mood, alguna de Belafonte, ídem de Los Beatles. Del lado francés Non, je ne regrette rien, Ne me quitte pas y Los velorios de antaño. Del italiano O sole mio y Nel blu dipinto di blu. Del ruso Ojos negros y Kalinka. De Grecia, aquel inolvidable sirtaki de Zorba, el griego. De ABBA Waterloo y Chiquitita, y del neerlandés Aan de Amsterdame grachten y Le plat pays en flamenco por Jacques Brel, quien solo era francófono cantando, nada más existen cuatro canciones suyas en su lengua materna, el neerlandés propio de Bélgica.
En español, y limitándome a Latinoamérica, tres de Agustín Lara: Madrid, Madrid, Madrid, Granada y Solamente una vez. Una de Chavela Vargas: Macorina; otra de Óscar Chávez Mariana. Un bolero inmortal Bésame mucho; dos temas cubanos con Bola de Nieve: El manisero y Drume, drume, negrito (de la que se apropió Atahualpa Yupanqui sin darle el crédito debido a Bola). Pedro Navaja por Rubén Blades y Esta tarde vi llover por Eydie Gorme, Alma llanera arreglada por Aldemaro Romero, La flor de la canela y El cóndor pasa, Gracias a la vida y no importa cuál de Gardel, que cada día canta mejor. De Colombia, qué duda cabe que La pollera colorá, ¡cumbia!, como cuando Celia Cruz gritaba “¡Azúcar!”
Y aún nos queda el Brasil: Manhã de Carnaval de Orfeo negro (el segundo “descubrimiento” de América por Europa), Bahía, Samba de uma nota só, A garota de Ipanema, Desafinado y Construção, quizás la canción de texto más perfecto entre las de Chico Buarque de Hollanda.
Pero ahora quiero hablarles de una versión genial de Águas de Março, grabada en 1974, hace 50 años, en los MGM Studios de Los Ángeles, “en una atmósfera de guerra velada entre dos artistas que reconocían cada uno la grandeza del otro, pero no conseguían entenderse”, según he podido leer en una crónica. Nada de eso se nota en la grabación milagrosa con Elis Regina a dúo con el cantautor y compositor Tom Jobim, de quien son el texto y la partitura de esta canción irrepetible e imperecedera.
En 2001 fue nombrada como la mejor canción brasileña de todos los tiempos, en una encuesta realizada por el diario Folha de São Paulo. Pueden enterarse de cuanto le concierne buscando en Wikipedia, es una entrada completísima, saturada de información.
Deléitense, pues, con ese milagro, copiando y activando este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=E1tOV7y94DY