Se nos fue Antún Castro: el hombre que reía hasta para caminar

Por Óscar Javier Ferreira Vanegas-Orbedatos

Era curioso verlo caminar. Siempre iba de prisa, movía sus brazos como alegando con alguien, con alguna sombra, miraba adelante y luego volvía su cabeza atrás a toda velocidad. Siempre llevaba un afán, iba para alguna diligencia, pero cuando se encontraba con algún amigo, extendía sus cálidos brazos para dar el más fuerte saludo acompañado de una inolvidable sonrisa.

Les imprimía un swing a sus palabras. De ágil mente para responder y de suprema versatilidad a la hora de componer. Fue un hombre dedicado al arte, pero sobre a la música. Le fascinaba enseñar y tenía la pedagogía de los grandes maestros. Cumplía, por decirlo así, con una regla de San Agustín: “Hay que hacer más caso a quien enseña, no a quien da órdenes”.

Este enero aparece con muchas noticias tristes, pero nos llega al alma la temprana desaparición de nuestro Antón Castro, el orgullo chocoano y de Colombia.

Nació en Riosucio Chocó el 28 de febrero de 1946. Estaba próximo a cumplir 74 años.  Su niñez transcurrió entre tambores, marimbas y chirimías 

Llegó a Bogotá con la intención de estudiar Medicina, pero se inclinaría por los idiomas, los que adelantaría en la Universidad Pedagógica Nacional y la Universidad libre. Fue un excelente docente en diferentes instituciones educativas como el Colegio Cafam y la Universidad Libre. 

Siempre amparó y promovió la música de su tierra, y colaboró en diversas producciones discográficas, como el Grupo Caneo y su sencillo «Maquerule». También en la letra del sencillo «Amarnos más». Grabó para Sonolux, el disco «La «Chirimía de Antún Castro», donde interpretó obras antológicas del folclor chocoano, y los Lps. «Traigo de todo un poco» y «Tronco de Sabor».

Antún Castro fue cantante de la Orquesta «La tropibomba”, “Los astros» y «Los profesionales».

Pero también estuvo en la actuación. Participó en dramatizados como «La María», «Caso Juzgado» «La ciudad grita», «Yo y tú» y «Los Pérez somos así», series de televisión, donde demostró su gran capacidad histriónica. 

Su composición «¿Por cuánto me lo das?», fue éxito en la voz de Támara.

Líder sindical, fue un gran luchador por los derechos de los compositores. Socio de Sayco, se distinguió por su amabilidad, buen humor y hermandad con los otros maestros.

Nos quedan en la mente sus imitaciones que hacía de La Pantera Rosa, de sus pasos salseros y de sus cantos lejanos de chirimías que le recordaban su niñez en su Chocó adorado, tierra de la cual siempre fue embajador en sus conversaciones.

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