Nacidos en marzo: Eduardo Aponte, médico de saudades

El “Chiquito” Eduardo Aponte Rodríguez.

Por Óscar Domínguez Giraldo

Los colombianos de la era de Facebook ignoran que el “Chiquito” Eduardo Aponte Rodríguez, “lengua de gato”, por su aversión a las bebidas calientes, narró por radio las penas y alegrías de la parroquia global durante las últimas décadas.

Muchos de quienes mejoramos nuestro prontuario periodístico trabajando a su lado, lo recordamos como la voz estrella del Noticiero Todelar de la Calle 19 con 5ª. , en Bogotá. Sus primeros pasos radiales los dio en Radio Santa Fe y en Melodía. Estuvo en el comienzo del invento de Radionet, de Yamid Amat, pero finalmente el experimento de noticias todo el día pasó a peor vida.

Este hombre de radio y televisión que sigue tan campante a la edad que tenga, ha sido reacio al merecido reposo de la hamaca.

En Nueva York se le considera el tambor mayor entre los talentos fugados que trituran kilovatios en la radio hispana. Bueno, también hace informes para una emisora en Macondo, una forma de vivir de, y entre la nostalgia.

Aponte sigue al frente del micrófono con asombro de principiante y arrestos de quien acaba de perder la virginidad.

Su voz conserva la claridad, contundencia y brillo de siempre. Las mujeres quedaban de blanquear el ojo, eróticamente hablando, oyéndole narrar noticias, cuñas,  lo que fuera.

Para los residentes fuera del país que lo escuchan la patria empieza en su garganta. Pero su protagonismo no se ha quedado en la prosaica manzana de Adán: de ahí para arriba ha estado siempre el hombre dispuesto a cranear empresas o campañas cívicas en beneficio de los inmigrantes del gajo de abajo.

Ha hecho de la locución y del periodismo dentro y fuera del país un apostolado para ayudar. Servir ha sido su verbo y sustantivo.

Se ha ganado a puro pulso el remoquete de latino más destacado de la Gran Manzana. Si hay que arrimar el hombro para que alguien llore, o darle una mano a algún paisano con el almuerzo embolatado, el Chiquito ha dicho presente.

Ha ejercido como siquiatra de colombianos tocados por la “abundancia de escasez de patria”. A esto lo llaman saudade. Médico de saudades, Aponte siempre tiene el consejo preciso para que el entusado no se derrumbe lejos del olor de la guayaba.

Cuando las dificultades acosan demasiado a algún paisano, Eduardo consigue aportes para que el damnificado escape al sueño americano y regrese a disfrutar de las zozobras del insomnio colombiano.

Los teguas que no nos graduamos en la Universidad, empezábamos a creernos reporteros a partir del momento en que nos leía inocentes noticias de baranda sobre decomisos de contrabando, capturas de carteristas, o contaba que “una bien organizada banda de atracadores cayó en poder de las autoridades, informó la Estación Cien de la Policía”.

El Chiquito no ha necesitado muchos centímetros para exprimirle el tuétano a la vida que ha transcurrido a caballo entre Bogotá y Nueva York donde se hizo ciudadano gringo aunque por fidelidad a su lengua materna no se regaló el inglés. Y eso que hace 30 años taconea en predios de la estatua de la Libertad.

No está hecho para la estridencia de la farándula. Su apartamento no sale en las revistas del corazón. Sus amigos y biógrafos más próximos saben que el dulce siempre se le puso a mordiscos, que le ha tocado bailar con la más fea, que sus ingresos de pensionado son pequeños para parecerse a él, que la tragedia ha tocado a su puerta, pero que nunca da su brazo a torcer. Su hoja de vida no sabe lo que es patear el código penal. Debería hacer milagros.

Sus amigos y colegas de hace cincuenta años y monedas hace tiempos le dimos el premio por su vida y obra frente al micrófono su alter ego, el mismo que ha hecho las veces de corazón adicional, sombra, cédula alterna. ¡Larga vida para “lengua de gato”!

Sobre Revista Corrientes 3237 artículos
Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]

1 comentario

  1. * Eduardo Aponte Rodríguez como amigo y compañero de labores un ser extraordinario. El trabajo con él en Todelar y en Caracol lo recuerdo gratamente. Desinteresadamente me colaboró, con su extraordinaria locución, en los comerciales de Impuestos Nacionales…

Los comentarios están cerrados.