Lunes del ajedrez: El encanto de hacer historia

Por Óscar Domínguez Giraldo

Transmitir por radio un match por el mundial de ajedrez suena tan estrambótico como transmitir la inauguración de un sofá o la corrida de un catre.

Transmití por Todelar en 1972 el match entre Spassky y Fischer jugado en Reikiavik. La capital de Islandia que acogió  al norteamericano cuando en un extraño gambito de dama se casó con una japonesa para huirle a la justicia gringa que le quería en sus mazmorras. Mamola: se quedaron con los crespos hechos.

Por Caracol transmitió ese match el recordado maestro Boris de Greiff, quien también disfruta de su sabático eterno después de haberlo hecho todo por el ajedrez. Hizo tanto, que la Federación Colombiana de Ajedrez, nunca le hizo el homenaje que le había prometido “en vida hermano, en vida”.

Me dio pereza solicitar mi ingreso a los Guinness de egos mundiales por ser el primero, o bueno, el segundo, chupándole rueda a Boris,  en transmitir el juego de los trebejos por radio.

In illo tempore (1972) los ruidosos  teletipos de las agencias internacionales (AFP, AP, UPI) enviaban mínimos despachos con las jugadas de los rivales. La radio interrumpía las transmisiones para dar el flash informativo.

Cuando la radio interrumpía la programación la gente se preguntabs: ¿Se resfrió el papa, Juan Sinatra,  o los ateos de todos los credos decidieron creer en todos los dioses?

No: simplemente Fischer, un viento fuerte judío, rebelde con y sin causa nacido en Chicago, se había salido del libro en la octava jugada.

O el ruso Spassky -visitante habitual de Macondo-  había sacrificado un proletario peón  en la triscaidecófoba jugada 14 para ganar el centro y arrasar después.

Es periódico de ayer ese pequeño mundo de trebejistas de los años  setenta que quedaba estatua para saber lo que pasaba en los 32 escaques en una remota capital  que apenas podíamos ubicar en el mapamundi.

La confrontación Spassky-Fischer trasladó al mundo blanco y negro el conflicto entre comunismo y  capitalismo que finalmente se liquidó en favor del yanki.

El duelo de Reikiavik desató en la aldea global una fiebre a cuarenta  por ese “juego infinito” como lo denominó Borges en uno de sus sonetos. De paso Bobby, como le decimos los igualados, se encargó de darle estatus al deporte que se practicaba en cenáculos reducidos, casi que por amor al arte. O por llenar pasaportes  con sellos de aeropuertos.

SILENCIO EN EL TABLERO

La divulgación no ha sido el denominador común del ajedrez. Hay que pertenecer a logias para estar al día. Sigo sin encontrar en los medios información sobre el resultado del reciente torneo de candidatos del que salió el retador del actual campeón, el modesto Magnus Carlsen, quien ha amenazado con no defender el título porque, a su juicio, no hay con quién.

Según el portal Chess.base, Ian Nepomniachtchi, Nepo, ruso de 31 años,  ha ganado el Torneo de Candidatos por segunda vez consecutiva.

Pero alguna vez por lo menos, el ajedrez mereció los honores de la primera página en un periódico.

Entre la política y el ajedrez 

A los 16 años  peleó en la guerra de los Mil Días,  fue general, fundó dos diarios para defender el republicanismo, literato y abogado del Rosario sobrevivió a duelos con revólver 38 largo el último de los cuales tuvo lugar en los campos de golf del Country Club.

Ajedrez Foto TVU

Como tenía las siete vidas del gato, Alfonso Villegas Restrepo, nacido en Manizales en una familia conservadora, fundó el Partido Republicano que no llegó a ningún Pereira pero sirvió de inspiración a los creadores del Frente Nacional. Los horrores de la guerra que vivió de cerca lo llevaron a explorar caminos de reconciliación.

Se dio un sabático de seis años en Nueva York, recibía a sus invitados en la cama… y amaba el ajedrez como a la mujer del prójimo.

Villegas, que “no podía hacer nada modestamente”, en palabras de Alberto Lleras Camargo, no habría tenido inconveniente en viajar a cualquier parte del mundo para seguir las incidencias de cualquier mundial. Tenía plata y pasión por el juego que es una ciencia al decir de Capablanca-

En  la actualidad, habría seguido en directo por internet el match de candidatos que ganó Nepo.

En 1927, Villegas Restrepo (Manizales, 21 de enero de 1884) ya había vendido El Tiempo a quien sería su cuñado y presidente, Eduardo Santos, casado con su hermana Lorencita.

Su devoción por el ajedrez, una guerra en la que no hay muertos, solo egos averiados, era tal que contrató los servicios de una agencia de noticias que le enviaba por cable desde Buenos Aires las partidas que disputaron en 1927 por el título mundial el ruso Alejin y el dandy cubano Capablanca.

En el libro “Jaque al olvido” el fallecido maestro Boris de Greiff cuenta que las partidas del match del 27  se publicaron en primera página de El Tiempo, a instancias de su fundador.

Años después, en 1939, cuando el campéon mundial Alejandro Alejin (Moscú 1º. de noviembre de 1892) visitó Bogotá, Villegas seria uno de los 33 derrotados en la serie de simultáneas; el visitante empató tres y perdió dos contra Anita Caro de Tranco y Antonio Bonell.

La partida de Villegas contra Alejin empezó con la pacífica apertura peón rey pero al final el monarca negro del excéntrico Manizales se fue quedando arrinconado y solo  como antes se había quedado solo en el “canapé republicano” como lo recuerdan el historiador Enrique Santos Molano .

Al final, al republicano Villegas se le atragantó un alfil que se comió. No captó que era un regalo “envenenado” del visitante europeo . No hay almuerzo ni sacrificio gratis de una pieza en el mundillo de los trebejos. (Notas pasadas por latonería y pintura).

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