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Gabriel García Márquez. Foto Paris Match "POLO PHOTOGRAPHE" CARTHAGENE COLOMBIE "GARCIA MARQUEZ GABRIE PORTRAIT" "ECRIVAIN FONCTION" "IMAGE NUMERISEE" LITTERATURE

Por Óscar Domínguez Giraldo

Nada tengo contra tu inglés. Cuando dices algo en ese idioma concluyo que no se perdió la platica invertida en tu educación. Tu inglés es mucho mejor que el de Álvaro Uribe. Así que adelante. 

La cosa cambia cuando “hablas” francés. Ayer en La W pronunciaste el apellido de María Claudia Lacouture, de una forma sospechosa, por decir lo menos. Todo iba bien hasta “Lacou…” porque el diptongo ou, suena u. El lío está en la forma como pronunciaste: ture…  Dijiste “tiir…” estirando la i. Pues no: para hacer quedar bien a mis maestros de francés  de bachillerato te aclaro que para pronunciar bien esa “u” debes poner la boca en modo “u”, pero pronunciar “i”: tír… Y listo.

Y en reciprocidad con mis maestros de francés: el hermano Luis María, lasallista envigadeño, Enrique Congote, de Sopetrán, Antioquia, Michel Hermelin, francés, profesor en el extinguido Colombo-europeo de Medellín, y Noe Adarme, santandereano, de la Alianza Francesa del centro de Bogotá, en el anexo encontrarás una traducción que hice de una entrevista de Paris-Match al Nobel de Aracataaa. (od

  • Hurgando entre mis desordenados papeles encontré la traducción que hice para Colprensa,  de una entrevista concedida por el Nobel a la revista Paris-Match. Olvidé poner la fecha de la entrevista en el texto que conservo. Por el contexto que llaman, el Gabo  tenía 66 años y su última novela era “Del amor y otros demonios”. El imposible Sherlock Holmes “que me habita” me dice que la entrevista habría sido hecha en 1993. 
Otro Gabo sonriente para la revista francesa Paris Match

París-Match entrevista a García Márquez:

Bajo el agua se me vienen las ideas

(Entrevista de Olivier Royant)

  • ¿Qué siente cuando termina un libro?
  • En general, una gran satisfacción. Pero para esa “nueva” novela –nunca digo “la última”- no sé por qué, sentí un terrible desconcierto, como el de un actor de teatro. No tuve el valor de mostrarle el manuscrito a mis amigos. La respuesta del público me tranquilizó.
  • ¿La adoración que siente por usted una parte del público vuelve más difícil la tarea de escribir?
  • El fenómeno comenzó con “Cien años de soledad”. Era un peso muy grande. Todo el mundo esperaba una segunda parte que no vino jamás.
  • ¿Por qué escogió Cartagena como sitio para construir su primera verdadera casa?
  • El clima allí es perfecto. Es muy ecológico. No me gusta el frío. Me demoré treinta años para encontrar el sitio para la casa ideal. La quería en la ciudad vieja con vista al mar. No quería conservar nada.
  • ¿Dormirá en medio de sus personajes?
  • La casa se construirá sobre el viejo cementerio del convento de Santa Clara, donde transcurre la intriga de mi última novela “Del amor y otros demonios”. Yo crecí aquí y cuando escribo sobre Cartagena, es como si escarbara en mi memoria y en mis recuerdos de infancia para ver qué puedo encontrar.

Gabo periodista

  • ¿En Cartagena debutó usted como periodista?
  • Sí, a los 20 años, de regreso de Bogotá, me presenté al periódico local, El Universal. Les dije que había escrito algunos cuentos y que quería ser periodista. El Jefe de Redacción me hizo sentar a la máquina de escribir y me pidió que elaborara un despacho. Leyó la primera línea. La tachó toda. Me hizo recomenzar. De nuevo corrigió casi todo, pero al final lo publicó. Al cabo de los días, tachaba menos y menos, hasta que no me corrigió más. Así me volví periodista.
  • Para usted, ¿el periodismo es siempre “el oficio más hermoso del mundo”?
  • Trabajo actualmente en un libro que llevará ese título. Los periodistas se niegan a aceptarlo, pero el periodismo es un género literario completo, como el teatro, la novela o la poesía.
  • ¿El escritor consagrado suele hacer reportajes?
  • Hace poco quise ejecutar un proyecto que había acariciado durante mucho tiempo: irme a una pequeña localidad donde el pan envenenado intoxicó a toda la población para escribir la historia de esas gentes. Pero pronto entendí que al tercer día toda la prensa colombiana estaría allí y que yo me convertiría en el centro del reportaje.

UNA NECESIDAD VITAL

  • Sus amigos dicen que para usted “escribir es como respirar”, una necesidad vital…
  • Es cierto, es lo que más me gusta en el mundo. Nada me puede impedir que escriba. La escritura ocupa todos mis pensamientos.
  • ¿Cuánto tiempo puede pasar sin escribir?
  • Nunca más de un día. No hago pausa entre dos libros. Una vez termino, se impone que me ocupe de nuevo, porque tengo las manos calientes en ese momento. Si las dejo enfriar, está mal. Tendría que volver a empezar a escribir de nuevo.
  • ¿Es un escritor matinal?
  • Sí, me levanto todos los días a las cinco de la mañana y leo durante dos horas. Lo hago en ese momento porque durante el resto del día no tendré tiempo de hacerlo. Generalmente, corrijo lo que he escrito la víspera. No me releo la misma tarde porque no dormiría tranquilo. Continúo pensando durante mi sueño.

CERRAR LA TIENDA

  • ¿Y después de las dos horas de lectura matinal?
  • Hago una hora de tenis y luego tomo un ligero desayuno. Trabajo entre las nueve y las dos de la tarde. Conservo los horarios español y mexicano. Almuerzo a las tres de la tarde y, para mí, la jornada terminó. ¡Cierro la tienda!
  • Olvida mencionar la importancia de la ducha en su creación artística…
  • Ah, sí, la ducha (risas). Bajo el agua se me vienen las ideas, es el lugar donde encuentro la inspiración. Hace poco, cuando el “Washington Post” me preguntó sobre la duración máxima de mi ducha, respondí que “diez minutos”. El periodista americano pareció decepcionado
  • A sus 66 años jamás había sido tan prolífico: novelas, memorias, ensayos en preparación…
  • Porque escribo en computador. Antes, necesitaba siete años para escribir un libro. Perdía mucho tiempo con mi máquina de escribir. En la actualidad, tres años son suficientes.
  • ¿La edad tiene algo que ver?
  • No sé. De todas formas, si viviera cien años más, no serían suficientes para escribir todo lo que tengo para escribir.

LA ÚNICA IDEOLOGÍA

  • El amor es el tema central de su obra. ¿Qué sitio ocupa en su vida?
  • Es la cosa más importante del mundo, la cosa más importante de la vida. Lo he repetido con frecuencia: el amor es mi única ideología.
  • ¿Cómo percibe la vejez?
  • Es curioso: cuando leo mis primeros libros que tratan de un “viejo”, a menudo se trata de un viejo más joven que yo. Ahora aumento la edad de los “viejos” en mis novelas.
  • ¿Cómo reaccionó hace dos años cuando los médicos le encontraron un tumor canceroso?
  • Siempre creí que en una situación así habría sentido mucho miedo y que reservaría la noticia a mi familia para continuar viviendo de manera sencilla. Cuando los médicos descubrieron esa pequeña lenteja en mi pulmón y me aseguraron que aquello no crecería, quise saberlo todo. Tomé la decisión de afrontar la operación, lo que me tranquilizó mucho. Dominé mi propia vida.
  • ¿Dejó de trabajar?
  • Poco tiempo. Acababa de entregar el manuscrito de los “Doce cuentos peregrinos” a mi editor. Quince días después de mi salida del hospital volví a escribir.
  • ¿La enfermedad tuvo alguna influencia en su vida y en su inspiración?
  • Estoy más acosado que antes. Solía decir: “Puedo hacer esto en 20 o 30 años”. Ahora sé que si viviera 100 años más, no tendría tiempo de hacer lo que quiero. Pero trato de zafarme de ese sentimiento. En toda expresión creativa la precipitación se capta fácilmente. 

TRABAJO EN EQUIPO

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  • En el campo de tenis, frente al computador, o de cara a los estudiantes, usted desborda energía…
  • Descubrí hace poco el trabajo en equipo. En lo que concierne a mis proyectos cinematográficos, la escuela de periodismo que fundé en Cartagena, la escuela de cine en la que doy clases en Cuba, así como el grupo de trabajo del cual hago parte (en Colombia) y que ha sido encargado por el presidente de la República de estudiar una reforma al sistema educativo, me han llevado a organizarme sin sacrificar el tiempo que dedico a mis amigos. Es un signo de madurez.
  • Me han dicho que usted es un padre de familia feliz…

Es cierto. Mantengo excelentes relaciones con mis dos hijos. Ellos son lo que han querido, y lo que yo quería qu

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