Giro 2020 con Vini d’Italia: Primitivo IGP (Puglia)

Arnaud Demaré Foto Agencia EFE

Por Juan Carlos Rincón, Londres (www.blog.rincondecata.com)

El francés Arnaud Démare consiguió su segundo triunfo consecutivo al embalaje en el Giro d’Italia, al ganar la séptima etapa en Brindisi delante del eslovaco Peter Sagan. Es la tercera victoria de Démare, del equipo Groupama-FDJ, quien había vencido el jueves en Matera y el martes en Villafranca Tirrena (Messina).

El ciclista porta la camiseta “ciclamino” y afianzó su liderato en la clasificación por puntos. Como hecho curioso  ha conseguido para su país tres victorias en el Giro d’Italia mientras que los franceses solo ganaron dos etapas en el Tour de France 2020. En el embalaje final, los colombianos Alvaro Hodeg y Fernando Gaviria, ex-compañeros en la escuadra belga Deceuninck-QuickStep hace dos años, se estorbaron en el sprint final y quedaron fuera de opción. Llegaron quinto y undécimo respectivamente.

La clasificación general no sufrió cambios, al tiempo que la carrera entró en la extensa región de Puglia (Apulia), la sexta más densamente poblada de Italia, en la orilla izquierda del Mar Adriático. La zona limita al norte y este con el mar Adriático, al sur con el golfo de Tarento en el mar Jónico, al oeste con los montes Apeninos que la separan de Basilicata y Campania, y al noroeste con Molise.

Puglia o Apulia, es una extensa área larga y estrecha, con más de 800 kilómetros de costa, y cinco distritos vinícolas con una superficie plantada de 20.000 hectáreas y definidos por tres uvas tintas típicas: Nero di Troia (1800 hectáreas) en la zona de Daunia al norte en los límites con Molise, Negroamaro (12mil hectáreas) en Salento al sur -donde está Brindisi- y la reconocida internacionalmente, Primitivo (12.200 hectáreas), en la parte central.

Primitivo es nuestro vino de hoy en el #Giro 2020conVinidItalia, en reconocimiento a la gran diversidad de terrenos en que está plantada esta uva tinta y a la variedad de expresiones en bouquet y aromas, desde las zonas montañosas de Daunia, las costas arenosas de Salento o las colinas centrales con una alta exposición solar que permiten producir vinos tintos frutales, aromáticos y densos, con grados alcohólicos que en ocasiones superan el 15%Vol.

Los vinos de Puglia son fieles al carácter de sus pobladores; auténticos, exhuberantes, apasionados, tradicionales. Son vinos de mesa, con identidad pero descomplicados, generalmente aptos para beber en todas las ocasiones con cocina tradicional y familiar. En Puglia, la Primitivo ha encontrado dos zonas ideales y la más reconocida es el vasto territorio de Manduria (Taranto) de suelos de tierra roja, suelos volcánicos y calcáreos, o suelos negros derivados de depósitos aluviales e incluso sobre arena cercana al mar, donde se emplea para producir el “Primitivo di Manduria” (DOC) y el “Primitivo di Manduria Dolce Naturale” (DOCG).

La otra, está situada entre las colinas de Gioia del Colle y las tierras altas de la provincia de Bari donde se producen vinos más afrutados, directos y especiados, buena parte de ellos por el tradicional método de pérgolas para las viñas jóvenes. Son la base de los Primitivo DOC y los DOP (Denominación de Origen Protegido) como el de la añada 2019 que acompañó mi almuerzo de hamburguesa y ensalada y al que decanté 20 minutos para que liberara sus aromas de frutos rojos (cereza y moras); un vino, fresco, fácil, amable, para cualquier ocasión y de mínimo presupuesto (US$10).

El Primitivo americano = Zinfandel

Tras un período en el que se erradicaron masivamente viñedos (algunos de ellos centenarios) debido a la legislación de la Unión Europea y los incentivos económicos para reconversión de cultivos, el Primitivo ha renacido en los últimos 10 años con un aumento de casi un 50% del área plantada con el sistema de espaldera (asegura una maduración más homogénea) y a la mejora de calidad de los vinos gracias a los modernos métodos de vinificación, de la mano de la inversión de grandes bodegas del norte de Italia y de grupos vinícolas que han promovido su exportación a mercados de alto consumo como Alemania, Gran Bretaña, Holanda y los países escandinavos.

Es una uva de piel oscura (casi negra), delicada y fina, sensible a la humedad y al moho, medianamente vigorosa, de rendimientos medios-bajos, y que sufre mucho con la sequía y las heladas de primavera. No es una cepa productiva y tiene tendencia a madurar en exceso y muy rápidamente, con lo cual un retraso de pocos días en la vendimia da lugar a uvas arrugadas con pérdida de acidez y de sabores frescos. Debe su nombre a su maduración temprana (del latín “primativus” y del italiano antiguo “primaticcio“) y la verdad es que desde la floración hasta el cambio de color, las etapas de la uva son tempranas. Incluso es una de las primeras en ser cosechadas en Italia; en Puglia, que es su principal área se hace en agosto, cuando la mayoría de variedades tintas son recolectadas en septiembre y octubre.

Originalmente, la uva era conocida como Zagarese (probablemente en referencia a Zagreb en Croacia) pero hacia 1760 el monje botánico Filippo Francesco Indellicati, le dió el nombre derivado del latín por su maduración temprana. Algunos creen que la uva fue llevada a Apulia por migraciones de eslavos y greco-albaneses desde el otro lado del mar Adriático, e incluso algunos académicos pensaron que podría derivar de un Pinot nero degenerado de Borgoña, del Dolcetto del Piamonte o de la variedad Cesanese de Lazio, pero estas teorías no coinciden con los descubrimientos ampelográficos y la historia moderna.

La uva Primitivo tiene varios sinónimos; Crljenak Kastelanski (Plavina), Pribidrag, Tribidrag, Kratosija y el más importante, Zinfandel, que es la tercera uva más plantada en California (* Ver Colofón). A finales del siglo 19 era la variedad más extendida.

En Italia, la vid se comenzó a cultivar en Manduria hacia 1881, en la zona de dunas de Campomarino, produciendo vinos de mucho cuerpo (la primera etiqueta que aún se conserva tiene la fecha 1891 y denominación “Campo Marino”) y a partir de 1920 la Primitivo se expandió a toda la provincia de Tarento y también a Salento, hasta convertirse en casi un área de monocultivo y uno de los pilares de la economía local. Como ocurre con muchas de las grandes uvas del mundo del vino, existen diferentes clones de Primitivo, derivados de adaptaciones y mutaciones.

Apenas hasta hace unas décadas se desconocía la relación entre Primitivo, Zinfandel y Crljenak Kastelanskj (Plavina) que sobrevive en unas pocas partes de Croacia, en la costa dálmata y algunas de sus islas. Hoy se sabe que son  iguales genéticamente.

Sitio web de Vinos de Puglia (en inglés e italiano): www.winesofpuglia.com/index.php/en/

* ZINFANDEL: La identidad genética de Primitivo y Zinfandel se estableció definitivamente en 1994 cuando estudios liderados por la genetista Carole Meredith de la Universidad de Davis (la más importante en enología en Estados Unidos), comprobaron la similitud que se había descubierto en 1967. Luego en 2001 se demostró además que la uva Primitivo es también genéticamente idéntica a la variedad croata Crljenak Kastelanski, que a su vez es pariente de la Plavac Mali.

La historia de la llegada de la uva a Estados Unidos, es igualmente curiosa y tiene mucha relación con variaciones de un nombre aplicado a una uva diferente, probablemente “Zierfandler” de Austria. Primero llegó a la costa este a partir del Vivero Imperial en Viena, que posiblemente obtuvo las vides durante el control de la Monarquía de los Habsburgo sobre los territorios dálmatas de la antigua República de Venecia. Se sabe que entre 1820 y 1829, George Gibbs, un horticultor en Long Island , recibió envíos de uvas de Schönbrunn y de otras partes de Europa, entre ellas una conocida como “Black Zinfardel of Hungary”; nombre que es una modificación del húngaro tzinifándli (czirifandli), que deriva del alemán Zierfandler, que es la uva blanca Grüner Sylvaner de la región de Thermen en Austria. 

La uva comenzó a venderse en Boston como “Zenfendal” o “Zinfindal” (una uva de mesa que se cultivaba mucho en invernaderos) junto a otra variedad, la “Black St. Peters” -posiblemente proveniente de Inglaterra- que llegó a California en 1850 y 20 años después era ya conocida como Zinfandel. 

Lo cierto es que la primera referencia referencia a la elaboración de vinos de “Zinfindal” aparece en 1847, pero la moda del cultivo en invernadero terminó hacia la década de 1850 cuando la atención se centró en la uva Concord (una Vitis Labrusca de gran productividad) y otras variedades que podían cultivarse al aire libre en Boston. La uva Concord es hoy la más cultivada en la costa este de Estados Unidos y ocupa el 8% de los viñedos del país (34.000 hectáreas), pero se usa minoritariamente para vino (varietal y de mezcla) y esencialmente para jugo y mermelada. Sus principales áreas de cultivo son el distrito de Finger Lakes de Nueva York, los lagos Erie y Ontario, el suroeste de Michigan y el valle de Yakima en Washington. Y además crece silvestre. 

Con la fiebre del oro en California en la década de 1850 también llegó la uva Zinfandel y se atribuye a Joseph W. Osborne haber elaborado el primer vino de Zinfandel en California. Osborne plantó Zinfandel en su viñedo Oak Knoll, al norte de Napa, y en 1957 su vino fue muy elogiado. La plantación de Zinfandel floreció en el estado y a fines de 1800 era la variedad más extendida en California. Hoy es una uva que se identifica con California y de la cual se producen vinos tintos (desde robustos hasta afrutados y elegantes) y los rosados semidulces, conocido como “White Zinfandel”, que tiene tiene seis veces más ventas que el vino tinto.

El sabor del vino tinto de Zinfandel depende de la madurez de las uvas. Los de frutos rojos (frambuesa, moras) predominan en los vinos de zonas más frías, en tanto que los que tienen notas de mora, anís y pimienta, son más comunes en los de zonas más cálidas y en los vinos elaborados con el clon Primitivo italiano, de maduración más temprana.

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