Editorial
La discriminación de las personas mayores por razones de edad se está convirtiendo en un factor de exclusión comparable al racismo o al sexismo, pero, a diferencia de estos, la menor conciencia social en los afectados hace que se extienda sin apenas resistencia. Al contrario, a medida que se consolida la cultura del rendimiento, que entroniza la productividad como clave en la valoración de las personas, cada vez más ciudadanos se ven privados de poder realizar trabajos y actividades para los que están capacitados. Esto ocurre porun prejuicio que toma la edad como referencia ignorando la gran variabilidad individual que existe en cualquier segmento de población.
Que a partir de los 50 años sea mucho más difícil encontrar trabajo es una manifestación clara de edadismo y significa que esa discriminación se ha normalizado como algo natural en el mundo laboral. En España hay unas 850.000 personas en paro de más de 50 años. Muchas empresas se dejan llevar por el prejuicio de que a partir de ciertos años se tienen menos competencias. Eso se traduce en que un parado de 49 tiene que enviar el doble de currículos que otro de 35 para conseguir una entrevista de trabajo, según un estudio realizado por la Fundación ISEAK. Con el objetivo de medir el grado de respuesta por parte de las empresas, los autores del estudio enviaron currículos similares de personas mayores y personas jóvenes a empleos reales. Los mayores tuvieron que enviar una media de 26 currículos para ser invitadas a una entrevista, mientras que en los jóvenes necesitaron 13. A los rechazados por edad ni siquiera se les da la oportunidad de demostrar si están capacitados.
El edadismo priva también a muchas personas de servicios y recursos culturales o de ocio a los que tienen derecho. Según una encuesta encargada por la ONU en la que se entrevistó a 83.000 personas de 57 países, el 45% de los españoles dicen haber sufrido discriminación por la edad. Particularmente grave es el uso de ese criterio para decidir la indicación de un tratamiento, pues una persona mayor puede estar en mejor condición física que otra más joven. La indicación debe basarse en las condiciones generales de salud de la persona y no en su edad biológica.
La discriminación por edad afecta al conjunto de la sociedad porque impide aprovechar la energía y la creatividad de los excluidos, pero también a la salud física y mental de los afectados. La discriminación genera aislamiento social y sentimiento de rechazo, empeora la calidad de vida y puede provocar incluso muertes prematuras en la medida en que la falta de vínculos sociales crea inseguridad y reduce en algunas personas el deseo de cuidarse y vivir. Es preciso fomentar la conciencia social sobre este problema, evitar el lenguaje que infantiliza a las personas mayores y aplicar políticas activas de vigilancia contra cualquier tipo de discriminación.