Así pasó: 1936-2022, Colombia, vocación de suicidio

Epicentro del poder. Foto Viator

Por Jairo Ruiz Clavijo

Después de una doble convalecencia y porque muchos lectores lo reclamaban, reinicio estas croniquillas con una nota que pretende enmarcar los acontecimientos colombianos desde una perspectiva histórica, para una mayor compresión.

 Y esta vez no copiamos a Alberto Galeano sino a Alfredo Iriarte, escritor que dedicó su vida a reescribir la verdadera historia de Colombia adulterada y calumniada según las conveniencias de la clase dirigente.

En su libro, Historias en Contravía, Iriarte se concentra en el período que arrancó en 1936 con la llegada al poder de Alfonso López Pumarejo hasta la llegada del Frente Nacional y expone la tesis de que el partido liberal tiene una indeclinable vocación de suicidio, tesis que acogemos, pero generalizada para los movimientos progresistas colombianos, que no para la Izquierda que nunca ha tenido el menor chance mas allá de elegir tres o cuatro parlamentarios.

Y aclaramos que para nosotros un partido de izquierda debe tener en su bandera como ingrediente principal la redistribución de la riqueza privilegiando los beneficios al trabajo sobre los del capital, lo cual no cumple el movimiento Colombia Humana encabezado por el otrora guerrillero Gustavo Petro, pues no hay que olvidar que el movimiento M-19 surgió del sector mas radical de la Anapo, partido que era reconocido como de derecha, pues no todos los que empuñan las armas son de izquierda, y eso lo testimonian a quienes llevaron a Franco al poder.

López Pumarejo llegó empuñando las banderas de la revolución en marcha, hizo una parcial redistribución de tierras y fomentó o fortaleció el sindicalismo. Como Lleras Restrepo con su Reforma Agraria, se asustó con su creación, echó marcha atrás y abandonó a su suerte a las asociaciones de usuarios campesinos.

Sobran los documentos y episodios que demuestran que el conservatismo, , siempre cerraron filas alrededor del fascismo y organizaba por las calles de Bogotá desfiles a favor del eje Berlín-Roma-Madrid hasta el punto de que la Embajada Americana pidió a las empresas norteamericanas suspender a El Siglo la pauta publicitaria. El liberalismo en tanto, dando tumbos, se olvidó de su vocación progresista, olvidó sus principios y terminó pactando con el conservatismo los 16 años del Frente nacional que al tiempo que garantizaban a los conmilitones de los dos partidos el disfrute de la torta burocrática, excluía y condenaba toda disidencia.

Los políticos que se sintieron por fuera del sistema conformaron dos movimientos: el MRL, con matices de izquierda rápidamente absorbido por el liberalismo, y la Anapo, absorbida por el M-19 como partido político, hoy Alianza Histórica donde “no cabe ni los genocidas ni los corruptos” o sea… ¡los políticos actuales!

Los resultados electorales, con casi el 99% de los datos suministrados por un registrador corrupto, muestran un movimiento progresista bastante mayoritario, que por sí solo no puede llegar al poder y sin con quien hacer alianzas a no ser que sacrifique sus principios, y unos partidos políticos tradicionales fortalecidos en su maquinaria y con la capacidad única de inclinar la balanza electoral a su conveniencia.

Jairo Ruiz Clavijo

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