Por Gabriel Ortiz
Quienes habitamos en Colombia, desconocemos que vivimos en un falso paraíso, tan espeluznante, como el que dibujó Petro, ante un mundo expectante que, solo nos conocía como los primeros productores de café y droga.
Las mariposas amarillas y la magia de García Márquez, son vulneradas por la “belleza ensangrentada de un país bello, pero violento”, del que se han apoderado las mafias dueñas del narcotráfico, la minería ilegal, la codicia por el dinero y de paso, la destrucción de nuestra selva.
En esa estampida contra el medio ambiente, juegan papel fundamental el petróleo y el carbón, que día a día devoran el oxígeno y contaminan todo por donde pasan.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, hizo un vehemente llamado al mundo, desde la tribuna que utilizan los líderes del planeta, para abrir los ojos de una humanidad que espera, sin lograrlo, a los defensores del planeta que va cada vez más, hacia el holocausto y el cataclismo.
Petro se refirió con la mayor preocupación al narcotráfico, que tiene a esta nación al borde del desastre. Advirtió que se requiere una lucha sin cuartel contra este flagelo, al que nos ingresaron los Pablos Escobares, los mexicanos y demás yerbas, al tiempo que se empieza a sentir la crisis climática.
Explicó el jefe de Estado cómo, en este su país, la droga destruye la sociedad. Se asesina, se encarcela, se mantiene una guerra, se persigue a la gente, no se aplica justicia, mientras se deforestan nuestras selvas despiadadamente.
“El planeta ha perdido la lucha contra el narcotráfico”. Según él: ya no es la coca la que atenta contra la población mundial. Y explicó que existen productos opioides sintéticos como el fentanilo, especialmente en Estados Unidos y Europa, que se apoderan de la juventud.
La lucha actual es fallida e irracional, según Petro y pidió a las naciones luchar, mediante un frente común, contra este mal de la humanidad. Llamó a sus colegas de Latinoamérica para que, mediante una acción conjunta, eviten la destrucción de la Amazonia, si queremos que nuestros ríos, nuestra agua y el medio ambiente, desaparezcan.
Solicitó a los países ricos respaldo para sus propuestas, canjeando la deuda por agresivos programas para evitar la deforestación y de paso acabar con los cultivos ilícitos. “Si se quiere menos droga en el mundo, se debe pensar en menos adicción al dinero y más amor”.