Por Gabriel Ortíz
Ni Duque, ni Ruiz, alcanzaron a imaginar que existiera en el planeta una nación tan inerte y abúlica; que adoleciera de prevención y acción para resolver las necesidades urgentes que requiere una población amenazada.
“Nos cogió la noche”, exclamó el procurador Carrillo, cuando lo enteraron que, Colombia su patria, no había adquirido una sola vacuna cierra para combatir el covid-19, que diariamente se lleva a la tumba a entre 180 y 200 almas y contamina cada 24 horas a más de 8.000 personas. Ese mal ha recibido patente para actuar con total libertad. Encierra a 50 millones de habitantes, diezma la economía, acaba con empleo, impone el teletrabajo, aumenta la desigualdad, la seguridad y modifica la vida a todos.
Nada se diga de los abusos que se cometen con normas que denominan protocolos, muchas de las cuales han caído, porque ante el afán de expedirlas, olvidaron firmarlas.
Cuando el covid-19 nos cayó encima, el país confió en la dinámica de sus dirigentes, del presidente Duque para abajo. Consideró que estábamos en las mejores manos. Aclamó la inauguración de sus peroratas televisivas vespertinas, así fueran inconstitucionales. Las gentes esperaban información y ánimo de su mandatario, medidas acertadas que sirvieran y motivaran para derrotar el covid y montar acertados planes de reactivación que entusiasmaran e impulsaran a la gente.
El fervor, la fogosidad y el frenesí del fundado espacio “Prevención y Acción” nacido el 24 de marzo, empezó a marchitarse. Relleno sobre relleno y apariciones lagartas sin contenido, hasta llegar a la política venezolana con López.
Los colombianos, ajenos al CD desde luego, no comprendían lo que se buscaba con esa cansona hora diaria. Tampoco a qué hora el Presidente se ocupaba de las funciones que juró cumplir sobre La Biblia que le puso el bachiller.
Tuvo durante 38 semanas, es decir 9 meses, tiempo suficiente para enfrentarse con dinamismo al covid-19. Pero nada sucedió. El Procurador Carrillo y el Contralor, están perplejos ante la ineficiencia de quienes se deben encargar de combatir el virus. Esta es la hora en que Colombia no tiene una vacuna, mientras otros países de igual, mayor o menor importancia, ya están vacunando a sus ciudadanos. Duque dice haber trazado una estrategia desde meses atrás para combatir la pandemia y dice no estar buscando aplausos. Los aplausos se los merecen quienes actúan con destreza y en este caso no ha existido. No tenemos una sola vacuna y no sabemos cuándo lograremos conseguirlas, porque ya los laboratorios las vendieron a las naciones previsivas. No ha habido previsión, ni acción.
Presidente Duque: cierre el programa de TV, gobierne y consiga las vacunas, que ahora nos saldrán más costosas. Fuera la “confidencialidad”. Nos cogió la noche.
BLANCO: La vacuna de AZeneca, solo alcanza un 70% de efectividad.
NEGRO: La lavada de manos, está dejando a la gente sin huellas digitales.